"Pude entonces leer la Biblia"

Nací en Moldavia, Rumanía, en una familia ortodoxa no practicante, durante los años del régimen comunista

Aunque estaba bautizado, hasta los diecisiete años no creía, ni sabía casi nada de Dios: seguía al pie de la letra la doctrina oficial atea que nos enseñaba el Régimen comunista.

Años después, cuando cayó el régimen y tuvimos libertad para consultar otros textos que los oficiales, que eran de carácter ateo y marxista, pude leer la Biblia.

La Biblia me impactó profundamente y decidí seguir de cerca a Jesús junto con un grupo de amigos míos, unos bautizados y otros no.

No formábamos parte de ninguna Iglesia; éramos sólo eso: un grupo de amigos; un puñado de jóvenes con inquietudes espirituales; el típico grupo que se reúne para charlar en la calle, en una esquina del barrio.

Monasterio ortodoxo en Moldavia

Un día conocimos la iglesia ortodoxa de Kurelari, donde trabajaban dos monjes que habían estado en prisión casi veinte años durante el régimen comunista. Nos fascinó su valentía en defensa de la fe y su ejemplo nos acercó aún más a Jesús. 

Nos confesamos por primera vez -porque los que estábamos bautizados ya habíamos recibido la Primera Comunión y la Confirmación junto con el Bautismo, como es tradición en la Iglesia ortodoxa- y, gracias a la ayuda de uno de aquellos monjes comenzamos a practicar el hesecasmo.

La traducción de Hesecasmo en castellano podría ser tranquilidad, sosiego, serenidad interior. Es un camino de oración y de contemplación espiritual que forma parte de la tradición mística ortodoxa. Gracias a aquel monje ortodoxo, que nos habló de la iglesia grecocatólica –la única que había estado completamente prohibida durante el régimen- fuimos conociendo más al Señor y algunos de aquel grupo decidimos estudiar teología en el Seminario de Oradea, en Transilvania, con el deseo de ordenarnos sacerdotes católicos.

Aquel monje ortodoxo nos transmitió su admiración por los místicos occidentales, como Teresa de Jesús, Teresa de Lisieux… Yo ingresé con diecinueve años en el Seminario, donde estudié Letras y Teología. Allí conocí el espíritu del Opus Dei gracias a que algunos de los profesores del Seminario habían estudiado en Roma, en la Universidad de la Santa Cruz. 

Metropolitano

Tras mi ordenación sacerdotal, en 1999, fui nombrado director de la Casa Editorial del Arzobispado de Blaj, que es la sede del Metropolitano.

Es resumen, para los que no conozcan la realidad de la Iglesia oriental: yo soy un sacerdote católico de rito bizantino rumano. Por decirlo de otra forma: pertenezco a la Iglesia Rumana unida con Roma. 

Pero sigamos con mi historia: tras mi ordenación trabajé en dos parroquias y luego fui capellán de una residencia de ancianos. Más tarde fui Profesor de dos asignaturas en el Seminario: Antiguo Testamento y Teología Espiritual. Hasta que en el año 2002, mi Arzobispo me pidió que viniese a Granada, para atender a los rumanos grecocatólicos de la costa granadina, que deseaban contar con un sacerdote de su propio rito.

Luego mi Arzobispo, de acuerdo con las autoridades eclesiásticas en España, me pidió que atendiese a los rumanos de Granada, donde no tenemos parroquia todavía. Aquí me ocupo, entre otros encargos, de la pastoral gitana. 

Aunque conocía el Opus Dei desde mis años de seminarista no había podido acudir a los medios de formación espiritual de la Obra hasta ahora. Aquí en Granada he conocido a muchos sacerdotes y a muchos padres y madres de familia del Opus Dei que tienen un compromiso de vida cristiana con Dios muy hondo, y esto me ayuda mucho.