Primera crónica de aquel 6 de octubre

Ediciones Palabra ha editado ‘San Josemaría, crónica de la canonización’, el primer relato de lo celebrado en Roma. “Esta publicación tiene el sello de la urgencia -dice su director-. Que lo disfruten quienes estuvieron en San Pedro y que les sirva de aproximación a los que no pudieron estar allí”.

El Prelado saluda al Papa (Foto: Mundo Cristiano)

“La canonización de Josemaría Escrivá -y sus consecuencias- será objeto de varios libros, tal vez de miles de publicaciones monográficas. Ésta, de ediciones Palabra, tiene el sello de la urgencia, quiere ser un trabajo periodístico en el que se acorte lo más posible el tiempo entre el acontecimiento y el relato impreso”. Así presenta José Joaquín Iriarte, responsable de la publicación editada por Palabra, la primera monografía sobre la canonización del Fundador del Opus Dei.

A diez días del 6 de octubre

Esta publicación, que ha visto la luz sólo diez días después de la elevación de san Josemaría a los altares, se divide en tres capítulos salpicados por numerosas fotografías. En el primero, relata el desarrollo de la canonización y el encuentro de Juan Pablo II con el Patriarca ortodoxo, y recoge algunas declaraciones de personalidades.

El segundo capítulo engloba las homilías y discursos pronunciados los días 6 y 7 por el Santo Padre y por el Prelado del Opus Dei.

Finalmente, se recoge una entrevista al doctor Manuel Nevado, receptor del segundo milagro de san Josemaría; un estudio comparativo entre la beatificación y la canonización; y un extenso artículo de Ernesto Juliá, sacerdote que trabajó junto al Fundador del Opus Dei durante 20 años.

El Prelado, en la acción de gracias.

‘San Josemaría: crónica de la canonización’ (Ed. Palabra) inicia su relato con estas palabras: “La canonización de Josemaría Escrivá fue un capolavoro, expresión italiana con la que se quiere significar un trabajo bien hecho, magistral, perfecto. Eclesiásticos, políticos, organizadores, periodistas... levantaban el pulgar para indicar que toda la ceremonia había salido a pedir de boca. Acompañó el buen tiempo, el altar era un vergel, bellísimos los ornamentos -“lo mejor, para Dios”- y, en la gran asamblea, destacaba el colorido de la vestimenta de los africanos. Quien más quien menos soñó algo parecido, pero el sueño se había quedado corto. Las agujas de los dos relojes de la basílica de San Pedro marcaban las diez y veintitrés minutos del domingo 6 de octubre. Era el momento solemnísimo en el que el Papa, felizmente reinante, proclamaba, ante más de trescientos mil fieles, la santidad del fundador del Opus Dei. A partir de ese día y esa hora, Josemaría Escrivá es, en sentido estricto, ‘un santo de altar’...”.