El nuevo obispo de Helsinki y los retos de una de las diócesis más pequeñas del mundo

Ramón Goyarrola ha sido nombrado obispo de Helsinki recientemente por el Papa Francisco. Varios medios de comunicación se han hecho eco de la historia de este sacerdote del Opus Dei, que vive en Finlandia desde hace casi veinte años.

Ramón Goyarrola, el nuevo obispo de Helsinki
Ramón Goyarrola, el nuevo obispo de Helsinki

A orgullo por ser vasco a Ramón Goyarrola (Bilbao, 1969) no le gana nadie. Precisamente, a su condición de bilbaíno y a la fortaleza que se asocia a las personas de esta región de España le atribuye el buen ánimo y entusiasmo con el que ha acogido el reciente nombramiento como obispo de Helsinki, una diócesis que conoce bien, ya que hasta ahora ha sido el vicario general. Dice estar tranquilo y que ha rezado y meditado este nombramiento del Papa Francisco, que finalmente aceptó hace sólo unas semanas.

Ramón estudió Medicina en la Universidad de Navarra, y unos años después de terminar la licenciatura se ordenó sacerdote. Su aterrizaje en Helsinki se remonta a hace casi 20 años, cuando en 2006 el entonces obispo de la diócesis le pidió al prelado del Opus Dei que mandara a algún sacerdote para apoyar las distintas labores de evangelización de la Iglesia en el país. 

Fue él quien hizo las maletas y marchó al norte de Europa, y según dice no le ha costado nada acostumbrarse a un país tan frío, con pocas horas de luz y con un idioma y culturas muy distintas a las que está acostumbrado. Allí, los locales le cambiaron su nombre de pila, Ramón, por Raimo, más acorde con el finlandés. En las entrevistas que ha concedido a algunos medios de comunicación, como a The Objective o El Correo,  dice ser un enamorado del Norte desde que era pequeño y que siempre le llamaron mucho la atención en especial los países nórdicos europeos.

La falta de sacerdotes católicos en el país –apenas hay 30– ha hecho que Ramón haya atendido labores muy diversas. Durante años ha sido el capellán de la residencia universitaria que ha impulsado el Opus Dei en Helsinki, donde tuvo mucho contacto con los jóvenes del país, para más tarde pasar a serlo también del Helsinki Commercial College. Además, ha atendido también la pastoral de la cárcel y hasta del ejército. 

La diócesis que comenzará a pastorear en unas semanas es una de las más seculares y pobres del mundo, con apenas 16.000 católicos, menos de un 1% de la población y ocho parroquias. La mayoría de los creyentes son luteranos, 68,7%, y un 1,1% ortodoxos, el resto, ateos o agnósticos. Precisamente esta diversidad de cleros hace que el país sea un referente en el diálogo interreligioso, con un fuerte ecumenismo y respeto entre creencias. 

El propio Ramón ha afirmado en varias entrevistas que le llama la atención la capacidad de escucha y comprensión de los finlandeses: “la gente aquí no tiene prejuicios, sabe escuchar: pueden tener ideas muy distintas, pero se respetan entre sí y piensan que pueden aprender del otro, cuando en el sur de Europa se mirarían a veces como enemigos. Aquí hay un bien común que se considera por encima de la visión propia”, confiesa al diario El Correo. También es consciente de las penurias económicas que le toca atravesar a la diócesis. Con sentido del humor dice que son pobres y el poco dinero que tienen lo gastan en pagar la calefacción debido a las bajas temperaturas del país. 

Goyarrola destaca dos problemas a atajar en el país, como son el alcoholismo o el suicidio, cuyo remedio “sólo lo da la Felicidad en mayúscula que da Dios”. En noviembre está prevista la ordenación episcopal y Ramón pasará a encabezar esta pequeña parte del pueblo de Dios, así como a enfrentarse a los retos que tiene por delante Finlandia, donde además del frío viento del norte, parece que también sopla el Espíritu Santo.