55 plazas para una JMJ de amistad y ganas de “hacer Iglesia”

Blanca Basanta tiene 25 años y mucha ilusión por comerse el mundo. Por eso, el año pasado decidió que organizaría un autobús entero de amigos que quisieran participar en la Jornada Mundial de la Juventud.

Blanca con algunos de los amigos a los que llevó a esta Jornada Mundial de la Juventud.
Blanca con algunos de los amigos a los que llevó a esta Jornada Mundial de la Juventud.

Durante la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud de 2016 en Cracovia, el papa Francisco abrió los horizontes de los jóvenes que allí estaban con estas palabras: “En la vida hay otra parálisis peligrosa y muchas veces difícil de identificar. Me gusta llamarla la parálisis que nace cuando se confunde «felicidad» con un sofá. Sí, creer que para ser feliz necesitamos un buen sofá. Un sofá que nos ayude a estar cómodos, tranquilos, bien seguros. Un sofá que nos garantiza horas de tranquilidad para trasladarnos al mundo de los videojuegos y pasar horas frente a la computadora. Un sofá contra todo tipo de dolores y temores. Un sofá que nos haga quedarnos cerrados en casa, sin fatigarnos ni preocuparnos. El «sofá-felicidad», es probablemente la parálisis silenciosa que más nos puede perjudicar, que más puede arruinar a la juventud”.

No era la primera vez que les animaba a tener apertura de miras, ganas de hacer el bien y preocuparse por el mundo en el que viven. Casi más conocida todavía es aquella invitación a “hacer lio” que les dedicó precisamente en la anterior JMJ, la de Río de Janeiro: “Les pido que sean constructores del futuro, que se metan en el trabajo por un mundo mejor. Queridos jóvenes, por favor, ¡no balconeen la vida, métanse en ella. Jesús no se quedó en el balcón. Se metió”.


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Y es precisamente esto, no quedarse en el sofá, sino arremangarse y “hacer lío” es lo que ha hecho Blanca Basanta, una chica de 25 años que ha organizado un viaje a Lisboa junto con otros 55 jóvenes para participar en la Jornada Mundial de la Juventud de este verano. 


Del Camino de Santiago a la Jornada Mundial de la Juventud


Todo empezó hace un año, cuando Blanca se propuso hacer el Camino de Santiago con unas amigas. “Me encargué de organizar la logística del plan: transporte, albergues, comidas, y todas las cosas que hay que tener en cuenta en un viaje así. Recuerdo que me había propuesto que el objetivo fuese que la gente se lo pasara bien y todo fuese perfecto, y por eso le dediqué mucho esfuerzo e ilusión. Sin embargo, cuando terminamos el Camino me di cuenta de que todo lo logístico y material había salido bien, pero a nivel personal me quedé con mal sabor de boca porque había sido una peregrinación complicada. Al llegar a Santiago me quedé un poco decepcionada porque pensaba que todo lo que había hecho no había servido para crear un ambiente y una experiencia inolvidable…”.

Fue entonces cuando, en la Misa del peregrino en la Catedral de Santiago se dio cuenta de que no podía controlarlo todo, y que si hacía estos planes era para que las personas tuvieran un encuentro con Dios y no para que todo saliera perfecto, y eso era tarea suya: “Entendí que Dios me había dado unas manos a las que les gusta trabajar, una capacidad de disfrutar montando planes para los demás y un deseo muy profundo de amistad verdadera, pero al mismo tiempo me pedía que no trabajase para mi satisfacción, sino para su gloria, y Él ya aprovecharía esos medios para el bien de todos. Así es como al terminar el Camino de Santiago empecé a planificar la JMJ de Lisboa 2023”.

Algunos de los amigos de Blanca antes de la vigilia con el papa en el Campo da Graça.
Algunos de los amigos de Blanca antes de la vigilia con el papa en el Campo da Graça.

A las pocas semanas ya estaba organizando todo para la peregrinación: transporte, alojamiento, planes, pack del peregrino, etc. Desde el principio decidió que su meta era llenar un autobús con sus 55 plazas y que podría apuntarse todo aquel que quisiera, siempre y cuando fuese joven, le moviese la amistad y las ganas de “hacer Iglesia”, como ella misma explica: “La amistad porque iba a ser, y así fue, un plan al que se apuntarían personas muy distintas, de diferentes procedencias y desconocidas entre sí, por eso era imprescindible que uno quisiera estar abierto a juntarse y meterse la vida de un “otro”, desconocido, en su corazón. Hacer Iglesia porque este plan no se realizaba bajo la bandera de ninguna institución de la Iglesia Católica porque, aunque yo soy supernumeraria del Opus Dei, este plan respondía a una iniciativa personal de una católica en medio del mundo que trata de vivir su fe junto a muchos otros que buscan lo mismo”.

En el mes de marzo ya había un buen grupo de personas apuntadas, pero todavía quedaban muchas plazas por cubrir para que el viaje fuese viable económicamente. Blanca cuenta que sin la ayuda generosa y la oración de muchas personas, el plan no habría podido salir adelante. “Muchas manos me ayudaron a difundir el plan. Recé también a muchos intercesores: San Josemaría, San José, la Madre Teresa de Calcuta, San Francisco Javier, San Juan Pablo II… y, aun así, costaba que la lista de apuntados avanzara. Al inicio del mes de marzo le dije a la Virgen de Fátima: “Madre, tú sabrás quienes son los que tienen que estar en este plan, me fio” y, sin darme cuenta, el sábado 13 de mayo de 2023, fiesta de la Virgen de Fátima, las 55 plazas estaban cubiertas”.

Un silencio de cuatro minutos adorando al Santísimo Sacramento

Una vez en Lisboa la cosa fue rodada, y según afirma, han sido unos días muy fuertes en lo que se ha rezado, pero también ha habido tiempo para profundizar en la amistad, así como de una sana diversión entre amigos con mil planes distintos. Cualquiera que haya participado de una Jornada Mundial de la Juventud sabe que son días de ir de un lado a otro, cantar por la calle, acostarse tarde, escuchar al Papa y rezar junto a toda la Iglesia. 

Si tuviera que quedarse con un momento de esa semana, Blanca dice que la Vigilia de oración junto al papa en el Campo da Graça fue uno de esos momentos que costará olvidar: “En una JMJ la cantidad de actividades que hay cada día es espectacular. Hay desde charlas y conferencias, una zona de confesiones, la feria de las vocaciones, conciertos, catequesis, misas, adoraciones… Además de los actos centrales, como fue la vigilia de la Misa de clausura de la JMJ. 

La noche de la vigilia hubo un momento de absoluto silencio de cuatro minutos cuando expusieron al Santísimo que hacía difícil creer que allí estábamos 1,5 millones de personas. Por el cuadrante en el que estaba podía ver con cierta perspectiva el altar en el escenario y fue sobrecogedor darse cuenta de que sólo por la fe se podía entender semejante masa de gente de rodillas adorando al Señor”.

Los peregrinos acampando en el Campo da Graça, a las afueras de Lisboa y al borde del mar.
Los peregrinos acampando en el Campo da Graça, a las afueras de Lisboa y al borde del río.

“Dios se sirve de todo para hacerse un hueco en la vida de cada uno”

Estos encuentros de jóvenes suelen ser también momentos de conversión y de encuentro personal con Dios. El papa Francisco se dirigió a distintos grupos de personas durante el tiempo que estuvo en Lisboa. Uno de los mensajes más fuertes que pronunció fue durante el acto de bienvenida a la JMJ, en el Parque Eduardo VII: “Ustedes no están aquí por casualidad. El Señor los llamó, no sólo en estos días, sino desde el comienzo de sus vidas. Él los llamó por sus nombres”.

“Para mí no fueron palabras vacías –dice Blanca–, fáciles de pronunciar pero difíciles de creer. Para mí era una verdad llena de significado. Durante todos los meses de organización del viaje pude ver cómo la gente se apuntaba y se desapuntaba; cómo, cuando algunos no tenían plaza en el plan, a los pocos días surgía una baja que les permitía estar en la lista. He podido ver cómo cada una de las personas que nos juntamos en este autobús fuimos llegando a la JMJ porque Dios así lo quiso. Que Dios llama es verdad, y que la gente responde también. He tenido una posición privilegiada desde la que he podido ver el hacer de Dios de una manera muy concreta, ordinaria y natural en la vida de cada uno que, no solo me llenó de esperanza, sino que me afirmó que Dios se sirve de todo para hacerse un hueco en la vida de cada uno”.

Ahora, semanas más tarde y ya con todo el sueño y el cansancio recuperado tras volver cada uno a su respectiva casa, muchos empiezan ya a buscar información sobre Seúl, próxima sede de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en 2027. Y es que Blanca ya ha pensado en darle continuidad a este grupo de jóvenes a los que ya les une la amistad desde el viaje a Lisboa. Probablemente, muchos se vuelvan a ver las caras en Corea.