“Me gustaría ayudar a la gente a que dé sentido a su trabajo”

Andrés Baños Atance es sacerdote numerario del Opus Dei y lleva más de diez años viviendo en Seúl, (Corea del Sur). Recientemente ha dado una entrevista a la Archidiócesis de Oviedo con motivo de una visita a Asturias. Reproducimos a continuación parte del artículo.

D. Andrés, con varios jóvenes coreanos

Iglesia de Asturias: “La Iglesia en Corea es la Iglesia de los mártires” (entrevista completa)


Corea, al igual que la mayoría de países de Asia Oriental, vive inmersa en una cultura del trabajo profundamente exigente, que lleva a las personas a trabajar demasiadas horas cada día y a vivir sometidos a demasiada presión. Según menciona Andrés, es normal que los coreanos tengan jornadas laborales de 12 horas y sufran situaciones abusivas que les llevan a tener una vida carente de sentido y frustrante.

Aportar sentido al trabajo y a la vida 

Es precisamente por eso por lo que ve la necesidad de dar a conocer el espíritu del Opus Dei y el carisma que Dios transmitió a san Josemaría sobre la santificación del trabajo. Piensa que el mensaje de la Obra podría aportar muchas cosas positivas a los coreanos, inmersos en sus obligaciones pero muchas veces sin un sentido más allá que el mero cumplimento de una convención social. 

Esta falta puede llenarse con un trabajo profesional bien realizado. Andrés subraya que los coreanos no sólo trabajan mucho sino que además lo hacen muy bien. Así lo manifiesta en la entrevista: “Con los años me he dado cuenta de que mi labor puede consistir en ayudar a que la gente tenga una motivación por la cual trabajar, que no sea sólo porque la sociedad se lo impone. Y esto es algo que me alegra en mi labor sacerdotal: ayudar a las personas, una a una, a que den sentido a su trabajo ordinario, ya que le dedican muchísimas horas, y que lo hagan alegres, con afán de servicio, pensando en Dios, y eso yo creo que les ayuda mucho”.

La mitad de los hogares coreanos son de una sola persona

Otro aspecto característico que menciona, y en el que quiere ayudar, es la soledad, un problema también común a otros países asiáticos como Japón. Muchos jóvenes no saben relacionarse con otras personas, viven solos y nunca llegan a casarse: “Hay un dato que se viene repitiendo en los últimos años, y es que el índice de matrimonios en Corea, no es que haya caído, sino que se ha derrumbado. Más o menos la mitad de los hogares son de una sola persona”, afirma. 

Su trabajo diario como sacerdote tiene que ver precisamente con esto: ayudar a las personas una a una a encontrarse con Jesucristo y llenar de sentido sus vidas, con la celebración de los sacramentos, la predicación y el acompañamiento espiritual, que les impulse también a relacionarse con los demás.

Vocaciones en Corea

Respecto a la situación de la Iglesia en Corea del Sur, cuenta que es dinámica, hay vocaciones y muchos misioneros y sacerdotes. Preguntado por el origen de la fe en Corea narra la historia de cómo una persona que fue enviada a China para estudiar el confucionismo. De allí se trajo una traducción del catecismo que le había sorprendido mucho, lo que le llevó a evangelizar y a bautizar a los coreanos él mismo. Más tarde llegarían los primeros misioneros de otros países como China, y también las primeras persecuciones y mártires. 

En Asia, la vida y el testimonio de los cristianos que dieron su vida por la fe es muy importante: “La iglesia de Corea es la iglesia de los mártires. Todo católico nota que su fe depende de los mártires que ha habido en el siglo XVIII, XIX y XX. De hecho, parte de la formación de los catecúmenos es ir a santuarios de mártires a rezar, estudiar su historia, y conocer su vida, que es muy impactante (…) Es muy duro y hay miles de historias”.

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