Citas de "Trascendencia de un acontecimiento: 2 de octubre de 1928. Datos para la comprensión histórico-espiritual de una fecha"

Trascendencia de un acontecimiento: 2 de octubre de 1928. Datos para la comprensión histórico-espiritual de una fecha.

1. J.B. TORELLO, La spiritualità dei laici, en «Studi Cattolici», año 8, 45 (1964) 20.

2. Ver, por ejemplo, los testimonios de los cardenales Albino LUCIANI, después Juan Pablo I, Cercando Dio nel lavoro quotidiano, en «II Gazzettino» (Venecia, 25-VII-1978); Sergio PIGNEDOLI, Mons. Escrivá de Balaguer: un’esemplarità spirituale, en «II Veltro» 3-4 (Roma 1975); Marcelo GONZÁLEZ MARÍN, ¿Cuál sería su secreto?, en «ABC», suplemento dominical (Madrid, 24-VIII-1975); Franz KOENIG, Berufung zur Heiligkeit verwirklichen ohne aus dieser Welt hinauszugehen, en «Wiener Kirchen Zeitung» (21-XII-1975); Terence COOKE, The founder of Opus Dei, en «The Catholic News» (New York, 28-IX-1978); Sebastiano BAGGIO, Opus Dei: una svolta nella spiritualità, en «Avvenire» (Milán, 26-VII-1975), etc.

3. Texto en «L’Osservatore Romano» (20/21-VIII-1979).

4. Homilía pronunciada el 17-V-1992; ver también la alocución con motivo de la audiencia posterior a la beatificación, 18-V-92 (ambos textos están publicados en «L’Osservatore Romano»), la alocución pronunciada el 14-X-1993 con motivo de la audiencia concedida al simposio de estudio sobre las enseñanzas del Beato Josemaría que se celebró en Roma del 12 al 14 de ese mes (recogida en Santidad y mundo , Pamplona 1996), y las palabras dirigidas el 17-III-2001 a los participantes en un encuentro sobre la Ex. ap. Tertio millennio ineunte promovido por la Prelatura del Opus Dei (en «L’Osservatore Romano», 18-III-2001).

5. Notas tomadas de una meditación, 2-X-1962 (Archivo General de la Prelatura, AGP, P09, p. 58).

6. Instrucción 19-III-1934 , nn. 6-7.

7. Entre las biografías del Beato Josemaría, destaca la de A. VÁZQUEZ DE PRADA, El Fundador del Opus Dei , vol. I: ¡Señor, que vea! (1902-1939) , Madrid 1997. Pueden consultarse también S. BERNAL, Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer. Apuntes sobre la vida del Fundador del Opus Dei, Madrid 1976; F. GONDRAND, Al paso de Dios. Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei , Madrid 1985; P. BERGLAR, Opus Dei. Vida y obra del Fundador, Josemaría Escrivá de Balaguer , Madrid 1989; A. SASTRE, Tiempo de caminar. Semblanza de Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer , Madrid 1990; P. URBANO, El hombre de Villa Tevere. Los años romanos de Josemaría Escrivá , Madrid 1995.

8. Cfr. artículo citado en la nota 2.

9. Notas tomadas de una meditación, 14-II-1964 (AGP, P09, p. 69).

10. La documentación sobre esos nacimientos puede encontrarse en el archivo de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción (Catedral) de Barbastro, excepto la que se refiere a Santiago Escrivá de Balaguer que nació en Logroño y fue bautizado en la parroquia de Santiago el Real de esa ciudad.

11. El Colegio de los Escolapios de Barbastro había sido fundado a fines del siglo XVII y consta, por testimonios de mediados del siglo XIX, que en esa época gozaba de fama en las comarcas circundantes. En él coexistían dos planes de enseñanza: el que recogía esquema establecido por San José de Calasanz, y el de los cursos de Primaria y de Bachillerato desarrollados de acuerdo con las normas dadas por la autoridad estatal. Las Escuelas eran frecuentadas por un número de alumnos que alcanzaba los 150. De acuerdo con la legislación de la época, según la cual sólo los Institutos estatales otorgaban títulos, los alumnos del Colegio de los Escolapios de Barbastro que estudiaban el Bachillerato iban a examinarse, a final de cada curso a un Instituto: hasta 1912 al de Huesca y después al de Lérida. A ambos acudió, pues, Josemaría Escrivá. Sobre el colegio de Barbastro y los estudios allí del Beato Josemaría, ver A. VÁZQUEZ DE PRADA El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 43-46 y el apéndice documental VIII; M. GARRIDO, Barbastro y el Beato Josemaría Escrivá, Barbastro 1995, pp. 42s.; sobre el ambiente del colegio en aquel tiempo, ver el testimonio José Mur Cavero, alumno del colegio en los mismos años que el Beato Josemaría y posteriomente sacerdote escolapio (Registro Histórico del Fundador, RHF, D-03268).

12. Notas tomadas de una meditación, 14-II-1964 (AGP, P09, pp. 70-71).

13. Notas tomadas de una meditación, 1-XII-1966 (AGP, P02, 1968, 328).

14. Esta homilía está recogida en el libro Amigos de Dios, el texto citado está en n. 296.

15. Notas tomadas de una tertulia, 26-VII-1974 (AGP, P04, 1974-II, pp. 396-398).

16. Ver, por ejemplo, Amigos de Dios, n. 175.

17. Notas tomadas de una tertulia, 19-III-1975 (AGP, P09, pp. 215-216).

18. Notas tomadas de una meditación, 14-II-1964 (AGP, P09, p. 72). La escena de la vida de Teresa de Lisieux, a la que el Fundador del Opus Dei se refiere en ese texto, está contada en Historia de un alma , capítulo quinto . Historia de un alma , narración autobiográfica de la vida de Teresa del Niño Jesús preparada en el Carmelo de Lisieux sobre la base de manuscritos dejados por la Santa, se publicó en 1898, al año de su muerte, alcanzando enseguida amplia difusión y siendo traducida en diversas lenguas. Los Manuscritos autobiográficos , base de Historia de un alma , fueron publicados por primera vez en 1956, en edición facsímil, y en 1957, en edición impresa; la escena que nos ocupa se encuentra —con alguna diferencia redaccional respecto a Historia de un alma — en el Manuscrito A, que recoge el relato de su vida compuesto por la Santa en 1895 para la Madre Inés de Jesús, su hermana Paulina, en aquel momento priora del Carmelo de Lisieux.

19. Consideraciones espirituales , p. 44 ( Camino , nn. 425 y 427) y Camino , n. 299. Consideraciones espirituales fue publicado en 1934; reelaborado y ampliado dio origen a Camino , cuya primera edición data de 1939. En los puntos en que coinciden citaremos ambas fuentes.

20. Notas tomadas de una tertulia, 19-III-1975 (AGP, P09, p. 216).

21. Los carmelitas, que carecían de convento en Logroño desde mediados del sido XIX, lo habían restablecido precisamente a finales de 1917. La crónica de Silvestre de Santa Teresa ( Historia del Carmen Descalzo , t. 13, Burgos 1946, pp. 831-833) detalla que en noviembre de ese año se instaló en Logroño un hermano lego al que, en diciembre, se le unieron dos sacerdotes, los padres Vicente de Jesús María y José Miguel de la Virgen del Carmen. El P. José Miguel había nacido en Besande, León, en 1884; carmelita desde 1901 estuvo en Logroño desde 1917 a 1926, ocupando luego diversos cargos en la orden; falleció en Oviedo el 23-IX-1942 (datos tomados de las notas necrológicas aparecidas en las revistas «Ecos del Carmelo y Praga», Burgos, 15-XII-1943, pp. 212-214, y «El Monte Carmelo », Burgos 44 [1943] 581).

22. Notas tomadas de una tertulia, 28-III-1973 (AGP, P06, I, p. 279).

23. Notas tomadas de una meditación, 14-II-1964 (AGP, P09, p. 72).

24. Ibidem .

25. Notas tomadas de una meditación, 14-II-1964 (AGP, P09, p. 72-73); la expresión «mediana intensidad » refleja más el recato con que siempre expresó sus recuerdos que los hechos mismos, pues, por otras fuentes, consta la hondura con que vivió todos aquellos años (ver A. VÁZQUEZ DE PRADA, El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 174-175).

26. El edificio del San Carlos —describirlo será útil para seguir la narración que estamos realizando— es una construcción de planta cuadrangular no del todo uniforme. Uno de los lados lo ocupa la iglesia: un bello templo de estilo barroco. El resto estaba distribuido, en los años veinte, de esta forma: en la planta baja o primera, salas de visita y comedores; en la segunda, la residencia de los sacerdotes del Seminario Sacerdotal de San Carlos; en la tercera y la cuarta, el Seminario de San Francisco, que tenía cabida para unos cuarenta alumnos. Sobre la historia del edificio del San Carlos y de los seminarios de Zaragoza pueden encontrarse abundantes datos y una amplia documentación en R. HERRANDO, El seminario de San Francisco de Paula de Zaragoza , en «Cuadernos del Centro de Documentación y Estudios Josemaría Escrivá de Balaguer», sección del «Anuario de Historia de la Iglesia» 7 (1998) 553s. y 8 (1999) 565s.

27. Los seminaristas de aquella época recuerdan que, para facilitar la oración, un lector solía leer en voz alta algunos puntos de las Meditaciones espirituales, sacadas en parte de las del V. P. Luis de la Puente, acomodadas a todos los días y actividades del año; se trata de una obra del P. Francisco Garzón, cuya primera edición fue publicada en Madrid en el año 1900.  28. Los manuales utilizados estaban escogidos, por lo demás, entre los más conocidos y acreditados de la época: el Paquet y el Mazella en Teología Dogmática; el Sasse en Teología Sacramentaria; el Ferreres, en Teología moral; el Cornely, en Sagrada Escritura, etc.

29. Se leía siempre —según recuerdan los seminaristas de entonces— el mismo libro, volviendo a la primera página cada vez que se llegaba a la última: el Ejercicio de Perfección, de Alonso RODRÍGUEZ.

30. El horario descrito es, como es lógico, el de los días normales. Los jueves, por la tarde, solía haber paseo. Marchaban en filas de a dos hasta llegar a las afueras de la ciudad, donde se rompía la formación. Los domingos y festividades había también paseo y los seminaristas que tenían familia en Zaragoza podían ser autorizados a pasar la jornada con ella.

31. El Seminario de San Francisco estaba dirigido por un rector —que era siempre uno de los sacerdotes del San Carlos— ayudado por dos Inspectores elegidos entre los alumnos. Estos Inspectores, a pesar de ser alumnos, venían así a ejercer una auténtica función de gobierno, ya que les correspondía en gran parte el cuidado de la disciplina interna. El Beato Josemaría recibió la tonsura el 28 de septiembre de 1922; dos meses más tarde —el 17 y el 21 de diciembre— recibió las órdenes menores. Estas fechas, y las de las ordenaciones posteriores, constan en los expedientes de órdenes que se conservan en los archivos de la Notaría Mayor de la archidiócesis de Zaragoza.

32. Amigos de Dios, n. 197. Y, en Perú, el 26 de julio de 1974, contaba: «El Señor quiere algo, ¿qué es? Y con un latín de baja latinidad, cogiendo las palabras del ciego de Jericó, repetía: Domine, ut videam! Ut sit! Ut sit! Que sea eso que Tú quieres y que yo ignoro. Domina, ut sit! » (notas tomadas de una tertulia, 26-VII-1974; AGP, P04, 1974-II, p. 398-399). No es esa la única jaculatoria que repite. «Cuando yo tenía barruntos de que el Señor quería algo y no sabía lo que era —narraba el 2 de octubre de 1962—, decía gritando, cantando, ¡como podía!, unas palabras que seguramente, si no las habéis pronunciado con la boca, las habéis paladeado con el corazón: ignem veni mittere in terram et quid volo nisi ut accendatur? (Lc 12, 49); he venido a poner fuego a la tierra, ¿y qué quiero sino que arda? Y la contestación: ecce ego quia vocasti me! (1 S 3, 8), aquí estoy, porque me has llamado» (notas tomadas de una meditación, 2-X-1962; AGP, P09, p. 62). Comentarios a esos textos bíblicos pueden encontrarse en Es Cristo que pasa, nn. 120 y 170, y en Amigos de Dios, n. 187.

33. Los testimonios mencionados se encuentran en AGP, RHF, T-2851 y T 2852.

34. Notas tomadas de una tertulia, 26-VII-1974 (AGP, P04, 1974-II, pp. 398-399).

35. Artículo citado en la nota 2.

36. Carta 25-I-1961 , n. 2.

37. Carta 25-I-1961 , n. 4.

38. Pr 8, 31.

39. Comentarios de Mons. Escrivá de Balaguer a ese texto de los Proverbios pueden encontrarse en Amigos de Dios, n. 152, y en Es Cristo que pasa, nn. 44 y 102.

40. Esta homilía está incluida en Amigos de Dios, nn. 294-316.

41. Amigos de Dios , n. 299.

42. Recuerdos del Pilar, en «El Noticiero» (Zaragoza, 1-X-1970). Ver también La Virgen del Pilar, en Libro de Aragón, Zaragoza 1976, reproducido en «Palabra» 144-145 (1977) 309-312.

43. Consideraciones espirituales , p. 52 (Camino, n. 495) y Santo Rosario , 16.ª, Madrid 1975, p. 12. Para una ulterior consideración de la piedad mariana del Fundador del Opus Dei, pueden verse sus homilías «Por María hacia Jesús», «La Virgen Santa, causa de nuestra alegría» y «Madre de Dios, Madre nuestra» —las dos primeras recogidas en Es Cristo que pasa ; la tercera, en Amigos de Dios —, así como el ensayo de Mons. Javier ECHEVARRÍA, El amor a María Santísima en las enseñanzas de Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer , en «Palabra» 156-157 (1978) 7-11.

44. Consideraciones espirituales, pp. 45, 45-46 y 30 ( Camino, nn. 432, 533 y 270).

45. Las rememoró, entre otros momentos, el 22 de octubre de 1960 cuando, después de muchos años de ausencia, tuvo oportunidad de volver a Zaragoza y al Seminario de San Carlos. En la iglesia del San Carlos, señalando un balcón o tribuna que da a la zona del presbiterio, a media altura, a poca distancia del Sagrario, comentó: «Aquí he pasado yo muchas horas rezando...». Sobre estas horas de oración, muy cercano al tabernáculo, ver A. VÁZQUEZ DE PRADA, El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 176-177.

46. «En esta casa de San Carlos he recibido yo la formación sacerdotal. (...) Aquí, en este altar, yo me acerqué tembloroso para coger la forma sagrada y dar por primera vez la Comunión a mi madre. No imagináis... voy de emoción en emoción». Así comenzó la homilía que pronunció durante la celebración de la Misa en la iglesia del Seminario de San Carlos, con ocasión de la visita a Zaragoza ya mencionada en la nota anterior (AGP, P03, XII-1960, p. 25).

47. Notas tomadas de una meditación, 29-III-1964 (AGP, Sección A, 51).

48. Cfr. Camino, n. 87.

49. Perdiguera está situado a 25 kilómetros de Zaragoza, en la carretera hacia Sariñena; en 1925 la parroquia allí erigida tenía a su cargo la atención espiritual de 850 personas, habitantes en el núcleo urbano o esparcidas por los 100 kilómetros cuadrados que abarcaba el término municipal.

50. En la iglesia de San Pedro Nolasco, destruida años más tarde para dar paso a la actual iglesia de los Sagrados Corazones.

51. Ver al respecto A. VÁZQUEZ DE PRADA, El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 233s.

52. Sobre este traslado y la posterior incardinación en Madrid, ver B. BADRINAS, Josemaría Escrivá de Balaguer, sacerdote de la diócesis de Madrid , en «Cuadernos del Centro de Documentación y Estudios Josemaría Escrivá de Balaguer», sección del «Anuario de Historia de la Iglesia», 8 (1999) 605s.

53. El Patronato de Enfermos era —y sigue siendo, ya que todavía existe— una labor promovida por la congregación religiosa de las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón de Jesús. Las Damas Apostólicas —fundadas a principio de siglo por una joven aristócrata madrileña, Luz Rodríguez Casanova— se ocupaban en el Madrid de aquel momento, de una parte, en la gestión de escuelas en las que se enseñaba el Catecismo y se daba educación primaria a hijos de familias menesterosas, y, de otra en la atención domiciliar a enfermos y moribundos y en la asistencia a pobres y enfermos en el edificio del Patronato, situado en la calle de Santa Engracia. Aunque la congregación contaba, en 1927, sólo con diez religiosas, su labor era muy amplia, ya que, con la ayuda de numerosas señoras y chicas que colaboraban con ellas, dirigían unas setenta escuelitas en diversos barrios madrileños, visitaban anualmente a unos 4.000 enfermos y moribundos, distribuían diariamente unas 300 comidas y sostenían en el Patronato una clínica con una veintena de camas (datos tomados del «Boletín trimestral del Patronato de Enfermos», en los números publicados por aquellas fechas).

54. Notas tomadas de una tertulia, 19-III-1975 (AGP, P09, p. 217).

55. Por ejemplo en la meditación de 19-III-1975, donde vuelve sobre ese tema dos veces. Primero aludiendo a sus barruntos, en los años 1918 y siguientes: «Ya vendría lo que fuera... De paso me daba cuenta de que no servía, y hacía esa letanía, que no es falsa humildad, sino de conocimiento propio: no valgo nada, no tengo nada, no puedo nada, no soy nada, no sé nada...». Después en referencia a años posteriores y a su acción de gracias al ver el desarrollo alcanzado por el Opus Dei: «Veía el camino que hemos recorrido, el modo, y me pasmaba. Porque, efectivamente, una vez más se ha cumplido lo que

dice la Escritura: lo que es necio, lo que no vale nada, lo que —se puede decir— casi ni siquiera existe..., todo eso lo coge el Señor y lo pone a su servicio» (ambos textos en AGP, P09, p. 216).

56. Notas tomadas de una tertulia, 26-VII-1974 (AGP, P04, 1974-II. pp. 403-404)). Sobre la vida de infancia véase el capítulo «Infancia espiritual» de Consideraciones espirituales (pp. 81-93); en Camino se mantiene exactamente el mismo contenido, pero dividido en dos capítulos: «Infancia espiritual » y «Vida de infancia» (nn. 852-928). Para una perspectiva histórica acerca de este punto de la vida interior del Beato Josemaría, ver A. VÁZQUEZ DE PRADA, El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 404s. Desde una perspectiva teológica, ver F. OCÁRIZ-I. DE CELAYA, Vivir como hijos de Dios. Estudios sobre el Beato Josemaría Escrivá, Pamplona 1993.

57. Notas tomadas de una tertulia, 5-VI-1974 (AGP, P04, 1974-I, p. 118).

58. Ibidem .

59. Cfr. Camino, n. 234. Ver también Consideraciones espirituales, pp. 23-25 ( Camino, nn. 208, 213-215, 218, 220-222, 224-229), así como los textos y hechos narrados por G. HERRANZ, Sin miedo a la vida y sin miedo a la muerte, en AA.VV., En memoria de Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer, Pamplona 1976 , pp. 133-173 y por A. VÁZQUEZ DE PRADA, El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 423s.

60. Consideraciones espirituales , p. 14 ( Camino , nn. 81-82).

61. Notas tomadas de una tertulia, 19-III-1975 (AGP, P09, pp. 217-218).

62. Para completar la evocación del 2 de octubre de 1928 que aquí esbozamos convendrá consultar A. VÁZQUEZ DE PRADA, El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 288s.; una amplia reflexión de carácter teológico al respecto puede encontrarse en A. ARANDA, «El bullir de la sangre de Cristo». Estudio sobre el cristocentrismo del beato Josemaría Escrivá , Madrid 2000, pp. 81s.

63. Notas tomadas de una meditación, 2-X-1964 (AGP, P06, VI, 284-285).

64. «Aún resuenan en mis oídos —comentaba, por ejemplo, en la ya citada meditación del 14-II- 1964— las campanas de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, festejando a su Patrona» (AGP, P09, p. 73). En las incidencias revolucionarias y bélicas que conoció Madrid en la década de los años treinta, las campanas de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles —situada en una de las encrucijadas más conocidas de Madrid, la glorieta de Cuatro Caminos— se destrozaron o perdieron. Sólo se salvo una que está ahora, conservada como recuerdo, en el Santuario de Torreciudad, instalada junto a un altar al aire libre. Cerca de ella, una lápida, colocada después del fallecimiento del Beato Josemaría, reza así: «Durante la mañana del día 2 de octubre de 1928, mientras volteaban esta y las demás campanas del templo madrileño de Nuestra Señora de los Ángeles y subían al cielo sus tañidos de alabanza, Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer recibió en su corazón y en su mente la semilla divina del Opus Dei. En el mes de octubre de 1972, esta campana fue ofrecida a nuestro Padre, y dispuso que se colocara en este lugar, para que su repique de júbilo acompañe al Señor siempre que en este altar se celebre el santo sacrificio de la Misa. Gloria a Dios y a su Madre la Virgen».

65. Ver a este respecto las consideraciones que hace S. BERNAL, Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer, cit., pp. 99-101.

66. «No necesito milagros: me sobra con los que hay en la Escritura. —En cambio, me hace falta tu cumplimiento del deber, tu correspondencia a la gracia»: Camino , n. 362. Ver también el n. 583, que completa el anterior.

67. Notas tomadas de una meditación, 2-X-1968 (AGP, Sección A, 51).

68. Instrucción 19-III-1934, n. 1. Estas palabras de 1934 presuponen el contexto concreto de aquél momento —es decir, la compleja situación española de la época, que estaba dando lugar al surgir de múltiples iniciativas apostólicas, más o menos estables, más o menos definidas, si bien, en su casi totalidad, puramente coyunturales y de horizonte exclusivamente local—, pero lo trascienden. El Fundador del Opus Dei toma ocasión, en efecto, de aquella situación para marcar con claridad el origen sobrenatural del Opus Dei no sólo ante quienes le rodeaban, sino ante los fieles del Opus Dei de todos los tiempos.

69. La firmeza y la precisión de horizonte con que el Fundador del Opus Dei hablaba, ya en los primeros tiempos, es uno de los hechos que más llamaron la atención a quienes entonces le trataron, como testimonian no sólo los primeros miembros de la Obra, sino también —y el dato es quizá más significativo— algunos sacerdotes amigos suyos a los que abrió entonces, en confidencia, su alma. Uno de ellos, Mons. José María García Lahiguera, en aquel tiempo director espiritual del seminario de Madrid y después arzobispo de Valencia, recuerda, refiriéndose a conversaciones de 1932, que el Beato Josemaría le habló del Opus Dei, trazando ante sus ojos «un panorama de apostolado y servicio a la Iglesia que atraía, maravilloso; la Obra de que me hablaba no era una cosa vaga, imprecisa, sino algo perfectamente real y concreto» (testimonio recogido en Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, un hombre de Dios. Testimonios sobre el Fundador del Opus Dei , Madrid 1994, p. 149). Mons. Laureano Castán Lacoma, obispo de Sigüenza-Guadalajara, que lo conoció en 1926 en el pueblo de Fonz, cercano a Barbastro, al que los Escrivá de Balaguer solían ir durante los veranos, cuenta a su vez: «En alguna de aquellas ocasiones entre los años 1929 y 1932, dimos varios paseos, a solas, conversando largamente (...). Me habló de la fundación que el Señor le pedía llamándola la Obra de Dios. Aunque decía que estaba trabajando para realizarla, me hablaba de todo como si fuese una cosa ya hecha: tal era la claridad con la que —ayudado por la gracia de Dios— la veía proyectada en el futuro» ( Monseñor Escrivá de Balaguer. Un hombre de fe, en «La Provincia» [Las Palmas de Gran Canaria, 1-X-1978]). En términos muy parecidos, aunque referentes a una fecha algo posterior, se expresa también el obispo titular de Grado, Fray José López Ortiz, al que el Fundador del Opus Dei conoció en Zaragoza y con el que mantuvo una amistad entrañable: Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer. Recuerdos de una amistad, en «Palabra», 163 (1979) 117-120.

70. Notas tomadas de una meditación, 2-X-1962 (AGP, P09, p. 58).

71. Camino , n. 488.

72. Carta 9-I-1932 , n. 84. Hasta 1930 hablaba del Opus Dei sin darle nombre concreto, abriendo, ante aquellos a quienes trataba, horizontes de vida cristiana en el mundo y refiriéndose genéricamente a una obra de apostolado que debería crecer y desarrollarse. Un día, una de las personas a las que había comunicado los afanes que le movían le preguntó: «¿Cómo va esa Obra de Dios?». «Fue —explicaba Mons. Álvaro del Portillo, recogiendo cosas oídas a Mons. Escrivá de Balaguer— una llamarada de claridad: puesto que debería llevar uno, ése era el nombre: Obra de Dios, Opus Dei, operatio Dei, trabajo de Dios; trabajo profesional, ordinario, hecho por personas que se saben instrumentos de Dios; trabajo realizado sin abandonar los afanes del mundo, pero convertido en oración y en alabanza del Señor — Opus Dei— en todas las encrucijadas de los caminos de los hombres» (citado por S. BERNAL, Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer , cit., p. 105). Para más datos sobre este punto, ver A. VÁZQUEZ DE PRADA, El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 330s.

73. Notas tomadas de una tertulia, 19-III-1975 (AGP, P09, pp. 217-218).

74. En los meses que siguen al 2 de octubre de 1928, Don Josemaría Escrivá de Balaguer, aunque percibió claramente el alcance universal de la luz recibida, pensó que la Obra de Dios estaba destinada solamente a varones. El 14 de febrero de 1930 mientras decía la Santa Misa, vio que debía promover ese apostolado también entre mujeres, quedando así completo el horizonte apostólico de su labor. Sobre estos sucesos, ver; A. SASTRE, Tiempo de caminar , cit., pp. 100s. y A. VÁZQUEZ DE PRADA, El Fundador del Opus Dei , cit., pp. 315s.

75. Por ejemplo, en la ya varias veces citada meditación del 2-X-1962 (AGP, P09, p. 57).

76. Conversaciones, nn. 26 y 114. Por eso, porque procedió no limitándose a proclamar una doctrina sino enseñando a vivirla, es decir, y hablando quizá con más precisión, proclamándola a la par que impulsaba a vivir de ella, las grandes verdades presentes en el mensaje espiritual del Fundador de la Obra —la llamada universal a la santidad, el valor del trabajo, el sentido cristiano de la secularidad, la interconexión entre vocación divina y vocación humana...— no están nunca formuladas de manera genérica, sino partiendo de la vida misma y poniendo de manifiesto todas sus implicaciones prácticas y vitales. No es éste, por lo demás, el lugar oportuno para exponer y analizar en detalle la doctrina teológico-espiritual del Beato Josemaría. Nos limitamos por eso a remitir a sus obras ( Camino, Conversaciones, Es Cristo que pasa, Amigos de Dios... ), así como a los escritos de Álvaro DEL PORTILLO ( Una vida para Dios. Reflexiones en torno a la figura de Josemaría Escrivá de Balaguer, Madrid 1992; Mons. Escrivá de Balaguer, instrumento de Dios, en AA.VV., En memoria de Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer , cit., pp. 15-60; los prólogos a Es Cristo que pasa y Amigos de Dios; varios de los textos contenidos en Rendere amabile la verità. Raccolta di scritti di Mons. Alvaro del Portillo ; Libreria Editrice Vaticana 1995) y a algunos de los numerosos estudios ya publicados: J.L. ILLANES, La santificación del trabajo, 10.ª ed. revisada, Madrid 2001; P. RODRÍGUEZ, Vocación, trabajo, contemplación , Pamplona 1986; AA.VV., La vocación cristiana, Madrid 1975; AA.VV., Santos en el mundo. Estudio sobre los escritos del beato Josemaría Escrivá, Madrid 1993; AA.VV., Santidad y mundo. Estudios en torno a las enseñanzas del beato Josemaría Escrivá, Pamplona 1996, etc.

77. Así se expresaba Mons. Álvaro del Portillo en una entrevista concedida a «La Libre Belgique» con ocasión del cincuentenario de la fundación de la Obra, y publicada, parcialmente, en ese diario el 3-X-1978.

78. Notas tomadas de una meditación, 2-X-1962 (AGP, P09, p. 57).

79. Notas tomadas de una tertulia 30-V-1974 (AGP, P04, 1974-I, p. 186); un comentario a esta tertulia en S. BERNAL, Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer , cit., pp. 103 y 191-192. 80. Carta 9-I-1932 , n. 91.

81. Las expresiones entrecomilladas son del cardenal Sebastiano Baggio. en el artículo ya citado en la nota 2.

82. Sobre el proceso histórico al que nos estamos refiriendo y sobre las aportaciones que acabaron en el Concilio Vaticano II y sus declaraciones respecto a la llamada universal a la santidad, hay una amplia bibliografía, lo que nos exime de todo intento de exhaustividad. Nos limitamos por eso a algunas pinceladas, y a remitir, por lo que a nuestro personal pensamiento se refiere, a lo que exponemos en algunos de los capítulos de Mundo y santidad , Madrid 1984.

83. Sobre la doctrina de Orígenes en este punto, ver J. ALVIAR, Klesis. The theology of the Christian vocation according to Origen , Dublín 1993.

84. Remitamos, a modo de documentación, al dossier histórico ofrecido por Y.M. CONGAR, Jalons pour une théologie du laïcat , París 1953, pp. 19s.

85. «Casi todos los autores que hasta la fecha han venido estudiando la devoción —escribe por ejemplo en el prólogo a la Introducción a la vida devota —, han tenido por pauta enseñar a los que viven alejados de este mundo o, por lo menos, han trazado caminos que empujan a un absoluto retiro. Mi objeto ahora es adoctrinar a los que habitan en las ciudades, viven entre sus familias o en la corte, obligándose en lo exterior a un modo de ser común» ( Obras selectas de San Francisco de Sales , BAC, t. I, Madrid 1953, p. 41).

86. Sobre este punto, puede verse lo que hemos escrito en Mundo y santidad , cit., pp. 76s.

87. Francisco María NEGRO, Ejercicios espirituales para seglares, Madrid 1911, p. 579.  88. Francisco GARZÓN, Meditaciones espirituales sacadas en parte de las del V. P. Luis de la Puente , 8.ª edición, t. I, Madrid 1929, pp. 304s.

89. Francisco GARZÓN, Meditaciones espirituales, cit., pp. 214-216. El padre Garzón no hace aquí sino glosar las ideas que en 1605 expusiera su fuente de inspiración: el Padre Luis de la Puente, que en sus Meditaciones de los Misterios de la Santa Fe, segunda parte, meditación 31, punto cuarto (ed. del Apostolado de la Prensa, t. 1, Madrid 1950, pp. 580-581), al preguntarse acerca de las «causas por qué ejerció Cristo el oficio de carpintero», contesta sintéticamente: «1. La primera fue por huir de la ociosidad (...) 2. La segunda, por sujetarse de su voluntad a la maldición que Dios echó a Adán cuando le dijo: Con el sudor de tu rostro comerás tu pan (Gn 3, 19) (...) 3. La tercera, para ejercitar la humildad, ocupándose en oficio vil y despreciado; porque Cristo nuestro Señor, a juicio del mundo y de los suyos, no hacía este oficio de su voluntad, como la gente sabia y noble suele aprender algún oficio mecánico para entretenerse, sino de pura necesidad y por ganar de comer».

90. Cfr. Flp 2, 5-8.

91. La perfección cristiana en el laicado , en Actas de la XIII Semana Española de Teología , Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1954, pp. 283-303.

92. La perfección , cit., p. 298.

93. Hemos remitido ya a este artículo en la nota 2: allí pueden pues encontrarse las oportunas referencias bibliográficas.

94. Instrucción 19-III-1934 , n. 33.

95. Consideraciones espirituales , p. 34 ( Camino , nn. 335, 336, 337). Entre el texto del n. 335 de Camino y el punto precedente en Consideraciones espirituales hay una diferencia redaccional: en Consideraciones espirituales se encuentra tal y como ha sido reproducido en el texto; en Camino en cambio se lee «Una hora de estudio para un apóstol moderno, es una hora de oración».

96. Carta 11-III-1940 ; n. 15.

97. En primer lugar, Don Leopoldo Eijo y Garay, obispo de Madrid de 1923 a 1961. A las aprobaciones diocesanas se unieron luego las pontificias: la primera la recibió el Opus Dei en 1943, siendo ratificada y completada, de acuerdo con la praxis canónica, en 1947 y 1950. Sobre este proceso jurídico- canónico, que no es necesario aquí considerar con especial detalle, remitamos a cuanto escribimos, en colaboración con A. DE FUENMAYOR y V. GÓMEZ IGLESIAS, El itinerario jurídico del Opus Dei. Historia y defensa de un carisma, Pamplona 1989,

98. La expresión aparece ya en Instrucción 19-III-1934 , n. 45.

99. Sobre el eco de las enseñanzas del Fundador del Opus Dei en los textos del Concilio Vaticano II, véase Álvaro DEL PORTILLO, Mons. Escrivá de Balaguer, testigo del amor a la Iglesia ; en «Palabra », 130 (1976) 205-210 (recogido en Una vida para Dios , cit., pp. 69-87).

100. Cfr. además de los textos ya citados, la amplia glosa de Amigos de Dios , n. 208.

101. Cfr. Es Cristo que pasa , n. 46; ver también Amigos de Dios , n. 60.

102. En efecto, si se afirma que los afanes y ocupaciones seculares son, desde la perspectiva cristiana, una mera situación en la que se está, ajena en cuanto tal al dinamismo de la vida espiritual, quienes viven y se saben vinculados a él por lazos de familia, de profesión, etc., son situados ante la mayor de las perplejidades, ya que, de una parte, se les invita a un cristianismo radical y pleno, mientras que, de otra, se les dice que una tal plenitud no es de ordinario alcanzable en las condiciones de vida que le son propias y que, en cualquier caso, deben buscarla al margen de lo que forma el entramado ordinario de su vivir. Colocados en esa tesitura, algunos, con especiales luces interiores o ayudados por una dirección espiritual particularmente perspicaz, consiguieron, en las épocas que nos preceden, realizar una cabal integración cristiana de sus vidas. En otros muchos casos no fue así, sino que se cayó en la añoranza, vana e ineficaz en la práctica, de estilos de vida inaplicables a la propia existencia, en devocionalismos cerrados en sí mismos e incapaces de influir en la vida ordinaria, en moralismos privados de inspiración ascética y espiritual, en suma en fenómenos de inadaptación o de ruptura de la unidad interior de los que la historia pasada ofrece abundantes ejemplos. Sobre este punto véase el ensayo de J.B. Torelló, citado en la nota 1.

103. Álvaro DEL PORTILLO, L’eredità di un fondatore, en «L’Osservatore Romano» (26-VI-1976) (texto castellano en Una vida para Dios, cit., pp. 89-95).

104. Cfr. Amigos de Dios, nn. 67 y 308. Sobre este punto y, en general, sobre la doctrina del Beato Josemaría respecto al trabajo, nuestro ensayo La santificación del trabajo ya mencionado en la nota 76, con las numerosas citas y la amplia bibliografía ahí recogidas.

105. Cfr. Consideraciones espirituales , pp. 31-32 ( Camino , n. 283).

106. Conversaciones, n. 114.

107. Es Cristo que pasa , n. 183. Para un comentario sobre la exégesis espiritual del texto de Jn 12 en los escritos del Beato Josemaría, ver P. RODRÍGUEZ, «Omnia traham ad meipsum». El sentido de Juan 12, 32 en la experiencia espiritual de Mons. Escrivá de Balaguer , en «Annales theologici» 6 (1992) 5-34.

108. Es Cristo que pasa , n. 47.

José Luis Illanes