Ambiente de Ferraz (1936)

José Carlos Martín de la Hoz, Miembro de la Academia de Historia Eclesiástica, describe la vida, los proyectos apostólicos y la actitud con que afrontó estos difíciles años de la Guerra Civil Española.

Los testimonios y documentos que se conservan acerca de la vida de la Residencia de estudiantes situada en la calle Ferraz 50 en 1936, muestran una gran serenidad, en contraste con el ambiente crispado que se vivía en la calle.

La predicación de San Josemaría invitaba a la oración personal y a una vida de unión con Dios a través de los sacramentos: movía a cada uno a sacar lo mejor de sí mismo.

El clima de estudio y de santificación del trabajo se notaba en el empeño por realizar bien estas actividades y por sacar adelante, con sentido cristiano, los diversos quehaceres ordinarios de cada uno.

En directa relación con el estudio estaba la formación cultural. La Residencia contaba con una buena biblioteca, constantemente enriquecida por donaciones de libros.

Dentro de la visión integral de las ciencias que trasmitía San Josemaría se desarrollaban, en la Residencia, actividades culturales con profesores universitarios o personalidades de la vida civil y académica. También se hacían visitas culturales, a museos o poblaciones cercanas.

Asimismo, en el ambiente de universalidad que caracterizó el Opus Dei desde sus comienzos, en la Residencia estaba vivo el afán de aprender idiomas, no sólo como manera de preparar personas para la futura expansión del Opus Dei por el mundo, sino también de poseer mayores conocimientos mediante el acceso a una bibliografía más completa. 

San Josemaría estimuló a su alrededor una auténtica preocupación de unos por otros, reclamando un fino sentido de caridad, comprensión y generosidad. La Residencia estaba abierta a todo tipo de personas, de cualquier ideología; se evitaba hablar de política. También animaba a participar en la catequesis que se impartía en el barrio de Tetuán de las Victorias o a realizar visitas a pobres y personas necesitadas en domicilios que facilitaban los párrocos en el extrarradio de la capital.

Se realizaban excursiones al monte y se practicaba deporte, especialmente el fútbol y los paseos en bicicleta.

En la Residencia se impartían también clases de formación doctrinal religiosa a nivel universitario; con ellas, los estudiantes fundamentaban su vida espiritual y se preparaban para explicar con hondura el cristianismo a sus amigos y colegas.

           

A. VÁZQUEZ DE PRADA,El Fundador del Opus Dei, ed. Rialp, Madrid 1997, Vol. I, pp. 495 y ss.

J.C.MARTÍN DE LA HOZ-J.REVUELTA SOMALO, Un estudiante en la Residencia DYA. Cartas de Emiliano Amánn a su familia (1935-1936), SetD 2 (1008) 299-358.