81 años y ayudando a inmigrantes con el deporte

Alberto Guerrero Amores, jubilado, es presidente ¡con 81 años! del Club Cultural y Deportivo Huracán. Una asociación en Algeciras que promueve valores entre chicos, la mayor parte inmigrantes, a través de la cultura y el deporte. Nos cuenta cómo se embarcó en este apasionante proyecto hace ya 15 años.

El Concejal de deportes, algunos galardonados y Alberto en la última entrega de trofeos.

Alberto Guerrero Amores, jubilado, es presidente ¡con 81 años! del Club Cultural y Deportivo Huracán. Una asociación en Algeciras que promueve valores entre chicos, la mayor parte inmigrantes, a través de la cultura y el deporte. Nos cuenta cómo se embarcó en este apasionante proyecto hace ya 15 años.

Alberto con los finalistas del Concurso literario.

¿Por qué en El Saladillo?

Porque la barriada lo necesita. La población de la Barriada de El Saladillo es muy diversa y de bajo nivel económico, parte de la población que accedió a estas viviendas procedía de barriadas marginales. En la actualidad esta población se nutre de la inmigración. Lógicamente acude gente muy variada, sin distinguir a nadie por raza o creencias. Todos somos iguales, somos del mismo barrio.

De niño vio morir a su padre de sobredosis… él pudo salir del ambiente que lo rodeaba gracias a las enseñanzas recibidas en Huracán

¿Cuantos chicos participan en las actividades de Huracán?

Acuden unos 100 chicos, la cifra no es estable, depende del entusiasmo que provoquemos en las diferentes competiciones que organizamos. Tenemos siete equipos con sus respectivos monitores y cada equipo tiene entre 10 y 15 niños.

Recientemente hemos organizado un Campeonato de Fútbol Sala con la participación de 25 equipos en diferentes categorías con una participación de 340 niños. Nuestra aportación ha sido de seis equipos con un total de 90 jugadores. Participamos en todas las competiciones que se organizan en la comarca. Hace poco me he desplazado hasta San José del Valle con un equipo de 15 jóvenes para participar en la Copa Covap.

Muchos de los chicos vienen de colegios de la zona.

¿Qué tipo de gente participa?

Es muy variado. Por ejemplo, tengo un monitor que se incorporó a Huracán en la infancia con 9 ó 10 años. Hace unos meses me contaba que debía mucho a Huracán. De niño vio morir a su padre de sobredosis… él pudo salir del ambiente que lo rodeaba gracias a las enseñanzas recibidas en Huracán. Hoy, además de monitor, es un trabajador responsable en una empresa de la zona.

En otra ocasión, un monitor al que le di una estampa de San Josemaría me dijo que se la daría a su abuela. Al día siguiente me sorprende pidiendo otra, esta vez la quería para él. Desde entonces le dado varias ya que me dice que las estropea en los bolsillos.

Los monitores juegan un papel esencial dentro del Club Huracán.

Recientemente se ha incorporado Alejandro, antiguo socio infantil. Ha terminado Magisterio y nos está ayudando en calidad de profesor dando clases de apoyo gratuitas a los socios del Club. Le di una estampa de Mons. Álvaro del Portillo y, entusiasmado, al día siguiente me contaba que sólo la había rezado una vez y le habían llamado para una entrevista de trabajo.

Recuerdo también cómo nos recibieron en la barriada en los comienzos del club. La fachada de la sede apareció un día pintada por unos niños de la zona. Una vecina, indignada, tomó unas fotos y nos la ofreció para poder poner la denuncia. Pensé que sería mejor visitar a los padres, para explicar lo que era Huracán. Les dije que no era nuestra intención denunciar, sino preguntarles cómo podíamos arreglar aquel desastre. Sin yo esperarlo, al día siguiente al llegar encontré a los niños blanqueando la fachada y a sus padres vigilando la operación.

El equipo juvenil de baloncesto.

¿Cómo se te ocurrió meterte en ese lío? A tu edad otros están leyendo el periódico en la chimenea o tomando unas tapas…

Bueno, para mejorar el currículum (risas). La verdad no sé si lo estoy mejorando… Echo muchas horas, también muchos borrones, pongo buena voluntad y confío en Su misericordia.

Le di una estampa de Mons. Álvaro del Portillo y, entusiasmado, al día siguiente me contaba que sólo la había rezado una vez y le habían llamado para una entrevista de trabajo.

¿Qué más se puede hacer por la juventud?

Mejorar a las familias, hay que preocuparse más por las familias. Hay un rescoldo de fuego en la familia que hay que proteger y avivar porque de él depende el amor puro del que emergen todos los valores.

La sociedad del futuro depende de la importancia y la fuerza que le demos a ese rescoldo. Todo proyecto correcto arranca del “Proyecto Familia”. El niño es el adulto que formará la sociedad del mañana, por lo tanto la atención a la infancia de hoy, no solo es determinante para conseguir bienestar presente, sino también para encarar con garantía el futuro.

Desde luego, es un proyecto ambicioso. ¿Quién os ayuda económicamente?

El Ayuntamiento en lo deportivo, algunas empresas y amigos. Siempre ha costado mucho, en estos momentos aún más.

En la XXIII edición de la Gala del Deporte de Algeciras Alberto recibió un homenaje.

Y en el día a día, ¿quién está contigo al pie del cañón?

Somos pocos, muy pocos, tres colaboradores, y siete monitores. Todos los días pido a San Josemaría un líder joven y bien formado para que enlace mejor con la juventud.

¿Cómo ayuda la fe en esta labor?

Todo el Evangelio está lleno de invitaciones a darse a los demás. Y de San Josemaría aprendí “que obras son amores, y no buenas razones”. Hay que dedicarse a los demás y dejar de perder el tiempo con las propias preocupaciones.

Los fracasos, aunque no los desee, son los que más me han enseñado.

¿Y el papa Francisco?

Con sus mensajes realistas prácticos. “El pastor tiene que oler a ovejas” “La Iglesia es Madre pero no una iglesia niñera” “La comida que tiramos se la robamos a los pobres…”. Nos explica el mensaje del Evangelio con un lenguaje actual.

¿Con qué te quedas de los 15 años vividos en el Huracán?

¡Qué experiencia más bonita!, Alegrías, ilusiones, fracasos, más alegrías, más fracasos, volver a empezar, más ilusiones, fiascos… Los fracasos, aunque no los desee, son los que más me han enseñado.