2. Los laicos

Libro escrito por Dominique Le Tourneau sobre la estructura y el espíritu del Opus Dei

La incorporación a la Prelatura del Opus Dei se lleva a cabo por medio de una declaración formal por la que la prelatura y la persona interesada asumen sus respectivos derechos y deberes. La voluntad del candidato expresada en la declaración de incorporación, y aceptada por la prelatura, tiene como contenido fundamental ponerse bajo la autoridad del prelado para todo lo que se refiera al fin de la prelatura, es decir, asumir la posición de fiel laico en la prelatura.

            La incorporación es la misma para todos, también la de los sacerdotes que se incardinan en la prelatura, que se reconduce a la de los laicos, porque se incorporan al Opus Dei como laicos y sólo más adelante acceden al sacerdocio.

A) Número.

Como ya se ha señalado en la Introducción, actualmente la prelatura cuenta aproximadamente con 85.000 fieles (con un número similar de hombres y mujeres) de los que unos 1.800 son sacerdotes. Se trata de personas de más o menos cien nacionalidades, que realizan su apostolado en unos sesenta países del mundo. La mayoría están casados y viven con sus familias.

B) Variedad.

Los fieles laicos del Opus Dei trabajan en todos los ámbitos de la vida profesional y social. “Hoy forman parte de la Obra —explicaba el fundador— personas de todas las profesiones: no sólo médicos, abogados, ingenieros y artistas, sino también albañiles, mineros, campesinos; cualquier profesión: desde directores de cine y pilotos de reactores hasta peluqueras de alta moda”. (Conversaciones..., 26). La diversidad étnica y la patente multiculturalidad de las personas que participaron en las ceremonias de la beatificación y canonización del fundador puso de relieve esta realidad.

 Esta diversidad no es una fuente de distinciones entre hombres y mujeres, entre solteros y casados, o entre los laicos y los sacerdotes; al contrario: es una fuente de unión en una institución que valora mucho la diversidad, reflejo de la pluralidad de circunstancias que se dan en el Pueblo de Dios. Éste es uno de los aspectos más originales del Opus Dei, y uno de los que permite comprender mejor su erección como prelatura personal de la Iglesia.

C) La relación con los obispos.

Las prelaturas personales, parte integrante de la estructura jerárquica de la Iglesia, además de constituir en sí mismas un coetus fidelium, un “grupo de fieles”, pueden considerarse en cierto sentido como una “oferta de servicios pastorales” a las Iglesias locales o diócesis. Está claro que el hecho de que haya una institución como el Opus Dei que forme cristianos que asuman plenamente sus responsabilidades en la Iglesia y en el mundo supone un bien para la diócesis o la parroquia en la que viven.

Los frutos de su apostolado personal redundan en beneficio de su parroquia y de su diócesis; además, el carisma del Opus Dei les alienta a la unidad afectiva y efectiva con el obispo de la diócesis y a la comunión con los fieles de la Iglesia a los que Dios ha concedido otros carismas. Los directores del Opus Dei les animan a colaborar, según sus posibilidades y circunstancias personales, en el programa de trabajo y las directrices pastorales trazadas por el obispo diocesano o la Conferencia Episcopal de cada país. 

Algo similar sucede en sus relaciones con la parroquia. Cuando sus circunstancias se lo permiten, los fieles del Opus Dei colaboran con el resto de los parroquianos en las tareas diocesanas o parroquiales: catequesis, consejo económico, animación litúrgica, medios de comunicación social, etc. Pero su colaboración fundamental consiste en la siembra de santidad que realizan por medio de su apostolado personal. Esa siembra de amor a Dios vivifica toda la Iglesia.

Mons. Álvaro del Portillo precisó que el modo principal con el que el Opus Dei colabora con la pastoral diocesana consiste en promover "la santidad personal en medio del mundo, entre personas de toda clase y condición. Los laicos de la Prelatura realizan esta tarea fundamentalmente a través del  apostolado personal que llevan a cabo en su propio ambiente familiar y profesional. (...) La Prelatura ha de ser como un fermento que se disuelve en la masa, por eso ordinariamente no actúa en grupo, sino a través del apostolado personal de los laicos; un apostolado, además, que cada uno realiza en su propio ambiente secular, civil, con la necesaria autonomía, con espontaneidad y responsabilidad personal.

Este apostolado personal y capilar, difícilmente cuantificable, produce muchos frutos: desde conversiones individuales, vocaciones para el sacerdocio, para la evangelización y para la creación de hogares cristianos, hasta una paulatina mejora de las estructuras sociales en las que esas personas actúan profesionalmente (...) Todo esto, y otros muchos más bienes (...) se quedan en las Iglesias locales y representan una eficacísima contribución a la pastoral diocesana" (en L´Osservatore Romano, 25 de marzo de 1983).

San Josemaría se refería también a este aspecto medular: “la mejor manera de participar en la vida de la Iglesia, la más importante y la que, en todo caso, ha de estar presupuesta en todas las demás, es la de ser íntegramente cristianos en el lugar donde están en la vida, donde les ha llevado su vocación humana” (Conversaciones..., 112).

Los fieles del Opus Dei dependen del Obispo del lugar al igual que los demás fieles; y del Prelado del Opus Dei en lo que se refiere a sus compromisos específicos con el Opus Dei. No puede haber conflictos, por tanto, entre la jurisdicción del Obispo diocesano y la del Prelado del Opus Dei, porque los compromisos que adquieren con el Opus Dei no se sitúan en el ámbito propio de la jurisdicción del obispo diocesano (elección de la propia espiritualidad, apostolado personal, y formación doctrinal).

Lo que se da es una interacción muy positiva: la formación que la prelatura les imparte refuerza su unión con el obispo y los demás pastores de la diócesis, y contribuye a sensibilizar a otras personas para que vivan su fe de modo coherente, ayudándoles a descubrirla. Supone una aportación a la vitalidad cristiana local, a la práctica dominical y la vida de sacramentos.