2. El Opus Dei como vocación y misión

Libro escrito por Dominique Le Tourneau sobre la estructura y el espíritu del Opus Dei

“No olvidéis, hijos míos —recordaba San Josemaría—, que no somos almas que se unen a otras almas, para hacer una cosa buena. Esto es mucho… pero es poco. Somos apóstoles que cumplimos un mandato imperativo de Cristo”(Instrucción, 19-III-1934, n. 27, en El itinerario jurídico del Opus Dei, p. 41). La incorporación al Opus Dei supone una respuesta a una llamada personal de Dios, que sitúa a Cristo en el centro de la propia existencia.

Esa es la misión del Opus Dei: formar, alentar a sus miembros, a los cooperadores y a todos los que participan en sus actividades apostólicas, a vivir plenamente la fe en Jesucristo. Además, hay muchas personas no católicas, de diversas confesiones cristianas, que encuentran en el Opus Dei un estímulo para su vida espiritual. A los no cristianos les anima a actuar con rectitud en su vida personal, familiar, profesional y social, llevando una vida coherente con su condición de hijos de Dios.

La llamada al Opus Dei es una vocación (del latín vocare, “llamar”) que lleva a dedicarse plenamente al servicio de Dios y que compromete la totalidad de la existencia. Es una vocación de fiel corriente de la Iglesia —como laico, como sacerdote— que tiene unos rasgos específicos.

Recordaba el fundador a las mujeres y hombres del Opus Dei que no se trataba de “hacer” el Opus Dei, sino de “ser” cada una, cada uno, Opus Dei en la propia vida. Sólo siendo Opus Dei —es decir, dejándose transformar íntimamente por la gracia, para que el espíritu de Cristo, con el carisma del Opus Dei, impregne las realidades humanas honestas de la propia vida— se puede hacer el Opus Dei en la tierra.