Qué desgrasia

Biografía de MONTSE GRASSES. SIN MIEDO A LA VIDA, SIN MIEDO A LA MUERTE. (1941-1959) por José Miguel Cejas. EDICIONES RIALP MADRID

Cada vez venían a verla más familiares, amigos y conocidos. "Un día vino un sacerdote muy mayor a verla -sigue contando Rosa-. Era un hombre muy bueno, pero estaba muy viejecito".

"Era don Jeroni Viñolas -precisa Manuel Grases- el capellán de las monjas Josefinas de la calle Ganduxer, que era muy amigo de nuestra familia y quería mucho a Montse".

"...y cuando llegó -prosigue Rosa- y la vio en aquella situación le dijo, muy compungido, medio en catalán, medio en castellano:

-Hija mía, qué 'desgrasia'; que a mis años haya tenido que verte con cáncer y saber que te vas a morir...

Al oírle decir esto nos moríamos de risa las dos; a Montse estas cosas no le afectaban nada; al revés...

-...qué 'desgrasia', Montse -seguía don Jeroni -, con lo que te conozco de toda la vida...

Estaba muy mayor, muy mayor y no sabía cómo decirle lo apenado que estaba por verla así. Y seguía: "pero qué 'desgrasia', hija mía, con lo joven que eres"...

En ese preciso momento me llamaron por teléfono, y me tuve que levantar... ¡Ay, cuando me vio...! Se echó las manos a la cabeza y me dijo:

-¡Y esta otra! ¡Ay qué otra 'desgrasia', madre mía!

Al escuchar esto, no nos pudimos contener la risa, y ante la sorpresa del bueno del cura, nos echamos a reír las dos.

Y se marchó, pobrecito, entristecido de ver a Montse así y de verme a mí andar así, lamentándose de que él, a su edad, hubiese tenido que contemplar, juntas, aquellas 'dos desgrasias'..."

"No había nada en este sentido que la alterase -sigue contando Rosa-" (...). Se despreocupaba de su enfermedad: pensaba siempre en el apostolado; por eso, lo que más sentía era no poder ir a Llar con más frecuencia, ni poder asistir a la meditación que daba el sacerdote, ni estar con las chicas, ni hacer apostolado con ellas...

Yo le decía: 'chica, tú ahora piensa en tu pierna, piensa en ti'. Pero no me hacía ni caso. Ella quería continuar... en pie de guerra.

Y estuvo, hasta el último momento, en pie de guerra. Nunca... ¡nunca! bajó la bandera. Nunca se rindió. Como en aquella película de Errol Flyn, 'Murieron con las botas puestas'... Ella igual; hasta el último momento estuvo rezando, luchando, riendo..."