Una partida de parchís

Biografía de MONTSE GRASSES. SIN MIEDO A LA VIDA, SIN MIEDO A LA MUERTE. (1941-1959) por José Miguel Cejas. EDICIONES RIALP MADRID

Durante aquellos días, con las que venían a acompañarla, rezaba, cantaba, charlaba... y de vez en cuando, jugaba una partida de parchís, o al Juego de la Oca, o al "tres en fila".

Unas veces ganaba Montse... y otras no. Nunca la vio Rosa lo suficientemente triste como para dejarla ganar, aunque ella disfrutaba mucho cuando ganaba. "Y jugábamos cada partida -comenta Rosa- con toda la ilusión del mundo: de oca en oca, y tiro porque me toca... Y cuando yo caía en el pozo..., ¡qué alegría le daba!

Es curioso, pero me acuerdo perfectamente de estas tonterías... Es comprensible. ¡Eramos tan jóvenes! Rabiosamente jóvenes...

Y sin embargo, cuando pienso en estas cosas intrascendentes es cuando la admiro más, porque veo que sabía compaginar el sufrimiento con la alegría... A su lado entendí con una fuerza especial aquellas palabras de Fundador del Opus Dei, cuando decía que la tristeza es la escoria del egoísmo... Me decía: 'Es verdad, esto es así... pero hay cosas más tristes'. Y es verdad: la única desgracia es el pecado. Y yo me daba cuenta de que se esforzaba en sonreír cuando estaba conmigo para que yo no sufriera..."

Rosa no lo acababa de creer... ¿Cómo era posible que hubiese cambiado tanto, tanto, en tan poco tiempo? Luego comprendió que todo fue obra del Espíritu Santo, de aquel amor de Dios que se fue apoderando de su alma a medida que ella iba correspondiendo a la gracia... Pero entonces se quedaba sorprendida, por ejemplo, de que una persona tan impaciente en ocasiones como ella, fuese adquiriendo tanta mansedumbre; y que, a pesar de que sufría muchísimo, nunca se comportase como una "enferma crónica", ni se compadeciese de sí misma. No le gustaba que le compadecieran, ni que le dijeran: "Pobre Montse"... Aquello era el fruto de los sacramentos, de su oración, de su trato con Dios... y de algo que le influyó muchísimo: aquel encuentro en Roma con el Padre. Las cosas que le dijo le ayudaron profundamente.