6. JUEVES, 13 DE NOVIEMBRE.EL ENCUENTRO CON EL PADRE

Biografía de MONTSE GRASSES. SIN MIEDO A LA VIDA, SIN MIEDO A LA MUERTE. (1941-1959) por José Miguel Cejas. EDICIONES RIALP MADRID

"Al día siguiente -sigue contando Pepa- jueves, a las diez y media de la mañana, llegamos a Villa Sacchetti, donde la recibió el Padre".

Montse quiso ponerse para la ocasión sus mejores galas: "llevaba zapatos de tacón -cuenta Encarnita-, aunque por su enfermedad le suponía esfuerzo, y estrenaba un jersey azul pálido que le favorecía mucho".

"El Padre -prosigue Encarnita- le preguntó por el viaje, por sus padres y hermanos. Le agradeció los dos ejemplares de 'Camino' que le había encuadernado... También le preguntó qué había visto de Roma y qué le habíamos enseñado de la casa Central. Le dijo que pidiera a Dios la salud, porque la salud es una cosa buena, y que le prometiera que si se la concedía, sería siempre fiel. Pero que añadiera que aceptaba plenamente su Voluntad".

"El Padre -cuenta Manolita- le dijo que él quería que se curara y que rezaría para que se pusiese buena, aunque aceptaba en todo la Voluntad de Dios. Y eso mismo se lo volvió a decir aquella mañana por teléfono a Encarnita. Quería -y le insistió mucho en esto- que Montse supiera que él deseaba con toda su alma que se curase... En la sala de sesiones de la Asesoría le regaló un rosario, una estampa y una medalla. Y quiso hacerse esta fotografía, con ella, en lo que llaman la Galleria del Torreone, junto con don Alvaro. A su derecha en la foto está Icíar y a su izquierda, mirando al Padre, Encarnita".

"Después de hacer la fotografía -prosigue Encarnita-, pasamos al comedor de la Villa, que está muy cerca de la galería. El Padre se puso las gafas de sol para ocultar lo emocionado que estaba, y dijo que iba a darle la bendición".

Esa emoción del Fundador del Opus Dei es fácilmente comprensible. ¡Le habían hablado tanto de esta hija suya, de su fidelidad al espíritu del Opus Dei, y del modo heroico con el que soportaba los sufrimientos de su enfermedad! Debió ser conmovedor y muy duro al mismo tiempo para Mons. Escrivá aquel encuentro con aquella chica joven de diecisiete años, a la que Dios se quería llevar ¡tan pronto!, cuando el Opus Dei necesitaba tantos brazos y tantas energías jóvenes en servicio de Dios y de la Iglesia... Dios se había llevado también en la plenitud de la vida a algunos de los primeros: María Ignacia, Isidoro... cuando pensaba que más falta le hacían. Y hacía poco tiempo se había llevado a su hermana Carmen... Pero Dios sabía más.

El Padre -cuenta Encarnita- dijo que iba a darle la bendición. Montse hizo ademán de arrodillarse y el Padre no se lo consintió. Le puso las manos sobre su cabeza y después le hizo la señal de la Cruz en la frente y le ayudó a besarle la mano".

"Le dio la mano a besar -explica el Diario de la Administración de Villa Sacchetti-, pero ella no se dio cuenta. Entonces (el Padre) le hizo una cruz en la frente, y le puso su mano entre las de ella y se la llevó a los labios".

"Cuando le dio la bendición -se lee en ese Diario- (el Padre) le dijo: 'Molestias, hija mía, las tienes y las tendrás, pero tú ofrece éstas por tus padres, por tus hermanas, por la Obra y por mí'.

Luego le dijo: 'Tú pide al Señor que se cumpla su Voluntad, pero que si El quiere, puedas ponerte bien. Y prométele que desde ahora serás siempre muy fiel'".

"Al marcharse -concluye Encarnita- se volvió desde la puerta y estuvo unos segundos mirando entrañablemente y con inmenso cariño a esa hija suya".