Pocos días antes de la fiesta de la Merced, el 23 de septiembre, Montse había hecho su segundo viaje al extranjero: Andorra, donde estuvo sólo un día. Aquel final de verano del 57 tuvo sabor de despedida. A los pocos días Enrique ingresaría en el Seminario. "Su madre organizó entonces -cuenta Marisa Ferrater-, una de aquellas meriendas en el jardín que tanto le gustaban. Puso el 'pick-up' a todo volumen, escuchamos música, y cantamos muchas canciones.
También hubo alguna canción con una letra un poco más alusiva, que decía, al final, algo así como: 'Vuélvete loco por Cristo...'. Y luego, las de siempre: canciones de montaña, de tuna... 'Clavelitos'... Pero la que más éxito tuvo aquella noche fue la de:
Y ahora que estamos contentos...
Y ahora que estamos contentos..."