Castelldaura

Biografía de MONTSE GRASSES. SIN MIEDO A LA VIDA, SIN MIEDO A LA MUERTE. (1941-1959) por José Miguel Cejas. EDICIONES RIALP MADRID

Castelldaura era el nuevo Centro de Retiros y Convivencias del Opus Dei en Barcelona. Un relato de la época refleja la ilusión de las que fueron a visitarlo por primera vez. "El tren avanza a lo largo de la costa, como abriéndose paso entre el mar y la carretera; así nos llevará hasta Premià de Mar, un pequeño pueblo limpio y silencioso. A los tres cuartos de hora escasos llegamos (...). Vamos subiendo por la carretera de Premià de d'Alt, donde está situada la casa. Al fondo siempre divisamos el mar (...).

Por fin, distinguimos dos mastines de piedra que, sentados dócilmente sobre dos columnas, guardan la entrada de la finca. Nos acercamos con impaciencia. A través de la cancela, vemos una avenida muy amplia. A cada lado una fila de palmeras esbeltas y encaramadas en sus troncos plantas trepadoras blancas, amarillas y rojas.

Nos acercamos a la casa (...). Abrimos puertas y ventanas y, ante nuestros ojos asombrados, van desfilando el vestíbulo, un salón dorado, un salón verde... Entramos en el Oratorio. Es grande y sencillo. En el retablo hay una imagen de la Santísima Virgen (...). Con la imaginación vemos llena muy pronto toda esta casa (...).

Después, salimos a conocer el jardín. Pinos, abetos y musgo por cualquier rincón (...). Y siempre, desde cualquier sitio, la vista del mar..."

"Aquel fue el primer curso de retiro que organizamos en Castelldaura -recuerda Carmiña Cameselle, una mujer del Opus Dei que iba por Llar-. La casa estaba recién comprada y quedaban todavía muchas cosas por arreglar. Montse era muy apostólica y se llevó a dos amigas".

"En aquel Curso de Retiro -añade Pepa- se siguió el plan habitual: meditación por la mañana, predicada por el sacerdote, Santa Misa, visita al Santísimo al mediodía, rezo del Rosario, Viacrucis..."

Era un intenso plan espiritual que las asistentes sabían compaginar con los modos de ser propios de la edad. "Montse era muy traviesa -recuerda Carmiña- y la noche que llegaron armaron mucho jaleo y bajaron riéndose y formando un estruendo fenomenal por las escaleras. Y al llegar abajo se encontraron con la directora que les riñó. Y ella, como tenía mucho genio, se enfadó..."

Se le pasó pronto aquel enfado. Al día siguiente comenzó a profundizar, al hilo de las meditaciones, en su trato con el Señor. El sacerdote que predicaba aquel Curso de retiro "daba unas meditaciones -sigue contando Rosa- que movían muchísimo al amor a Dios. Después de alguna de esas pláticas venía y me decía en voz baja -eran unos ejercicios en silencio-:

-Rosa, hoy voy a tener tema para pensar..."