Mons. Javier Echevarría en Monterrey, N.L.

El sábado 1 de agosto de 2009, el Prelado del Opus Dei se reunió con personas del norte de la República Mexicana.

Cerca de 9 mil personas llegaron a la Arena Monterrey pero el ambiente de la tertulia con Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei, se distinguió por su carácter personal y familiar.

El fondo del estrado estaba decorado con un gran mural del cerro de la Silla y del Paseo Santa Lucía, y con paisajes de los mapas de los Estados de los que provenía la mayoría de los asistentes a la tertulia: Coahuila, Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas.

El Coro de la Ciudad de los Niños recibió al Prelado con la canción “Morenita mía” y Mons. Echevarría recordó la emoción de san Josemaría cuando en 1970 fue a despedirse de la Virgen en la Basílica de Guadalupe: “lo tuvimos que sacar en volandas por lo emocionado que estaba”. Añadió que en esa ocasión el Fundador del Opus Dei prometió que la próxima vez que fuera a ver a la Virgen de Guadalupe, pasaría por Monterrey.

Mons. Echevarría escucha una de las preguntas.

En su saludo, Mons. Echevarría dijo que los regiomontanos tienen en el alma el deseo de hacer las cosas bien, de ser emprendedores,  y les animó a conservar ese ánimo e impregnar todas sus actividades de trato con Dios: “Tiene mucha utilidad vuestra vida si la ponéis en las manos de Dios”.

También insistió, con fuerza y repetidas veces, en que hay que rezar por el Papa: por su persona, sus intenciones y su salud: “que de Monterrey salga una oración poderosa para el Santo Padre”, afirmó.

A raíz de la pregunta de una Cooperadora del Opus Dei, el Padre relató una anécdota de san Josemaría que manifiesta la humildad de saberse instrumento. Contó que una persona acudió al Fundador del Opus Dei para agradecerle por una ayuda que le había brindado. San Josemaría le respondió que diera las gracias a Dios, porque él era solamente el “sobre” en el que Dios le envió un mensaje: la carta se abre y el sobre se tira a la basura, añadió.

Pidió oraciones por la santidad de los sacerdotes en este Año Sacerdotal.

Ante la contrariedad de un padre que perdió a uno de sus hijos, el Prelado dijo que el amor está ligado al sacrificio y explicó con delicadeza que el dolor también está en los planes de Dios.

Una joven de Chihuahua le preguntó cómo vivir el año sacerdotal. El Prelado insistió en la importancia de rezar por la santidad de los sacerdotes, y en la necesidad de ofrecer oración y mortificación para que se llenen los seminarios de todo el mundo con jóvenes que deseen ser santos.

Los esposos han de inaugurar su amor cada día, afirmó el Prelado.

Con motivo de algunas preguntas sobre la familia, Mons. Echevarría habló de la importancia de la fidelidad en el matrimonio, subrayando que éste es un camino vocacional que lleva a sacrificarse gustosamente, y que los esposos han de inaugurar su amor cada día. Habló de la importancia del cuidado de los detalles en el trato, incluyendo el cuidado del aspecto físico, como muestra de amor al cónyuge.

Hablando del apostolado, sugirió ser “imprudentes”, no tener miedo, lanzarse con valentía para acercar a mucha gente a Dios y al sacramento de la confesión.

Una mamá pidió consejo para su hijo, que es productor de películas, y que ha tenido que rechazar varias propuestas por inmorales. El Prelado le aconsejó que no se canse de ser coherente con su fe y a tener confianza, pues si hace buenas películas le irá muy bien en todos los aspectos.

Mons. Echevarría pidió a los asistentes que rezaran por él.

La tertulia llegó a su fin y Mons. Echevarría, muy emocionado, afirmó que le habría gustado estar más tiempo en Monterrey y poder visitar Torreón y Chihuahua, pero que tenía que continuar con su viaje pastoral. Para concluir, extendió las dos manos para pedir la oración de los asistentes para ser bueno y fiel.