Palabras de San Josemaría en Molinoviejo

Con frecuencia, durante sus estancias en Molinoviejo, San Josemaría charlaba con los fieles del Opus Dei, al aire libre, bajo la sombra de los pinos. Eran conversaciones informales, distendidas, familiares, salpicadas de bromas, llenas de buen humor y cordialidad.

San Josemaría en Molinoviejo (1972)

Como hizo a lo largo de su vida, unía lo natural con lo sobrenatural, con asombrosa sencillez. Estaba alabando el arte pictórico de uno de los que estaban junto a él, Fernando Delapuente, cuando hizo estas breves consideraciones espirituales, entre anécdotas y frases coloquiales, que uno de los presentes anotó:

“Os voy a dar unos puntos de meditación para la oración de la tarde. Diré lo de siempre, porque siempre repito lo mismo: no tengo más que una receta para ser santos. Lo primero, vida de piedad: que seáis sinceramente piadosos. (…)

Vida profesional. La vocación profesional es parte integrante de nuestra vocación divina. No hace falta que todos seáis sabios, pero sí es preciso que seáis doctos, cada uno en su profesión. Que merezcáis en justicia una alabanza en vuestro trabajo. Que trabajéis con lealtad.

Vida de familia. Que os queráis. Que paséis por encima de los defectos de vuestros hermanos; todos los tenemos, y los tendremos hasta el día de la muerte. Yo llevo treinta y dos años por quitarlos, y aún los tengo.

Me agrada mucho, al leer vidas de santos, comprobar que todos, ¡todos!, tuvieron que pelear hasta el último día contra sus defectos. (…) Esto es lo que han de decir los demás de nosotros: que teníamos tal defecto o tal otro, pero que éramos muy buenos. Para ayudarnos, (...) tenemos un medio estupendo: la corrección fraterna. 

(…) Nosotros tenemos que estar siempre alegres. En nuestras casas ha de haber ambiente de alegría, de hogar limpio, acogedor. Y hay que tener serenidad.”