Universitarios: ¡manos a la brocha!

En torno a los Centros del Opus Dei para universitarios se desarrollan numerosas actividades de voluntariado, como las que resumimos a continuación, de rehabilitación de viviendas, en Bilbao y Sevilla

En Sevilla

Antonio Santos es granadino y estudia 1º de LADE en Sevilla. Álvaro, de Sevilla, cursa 3º de Ciencias Medioambientales. Además de amigos, ambos acuden a estudiar, a hacer deporte y a diversas actividades de solidaridad que se organizan desde el Club Universitario Plaza de Cuba, bajo el respaldo de la ONG Cooperación Internacional.

Antonio, en sus años de Granada, colaboró como voluntario en el Asilo del Cotolengo en el popular barrio del Albayzín. Al llegar a Sevilla, le llamó la atención las actividades de solidaridad que se organizaban en Plaza de Cuba: “Siempre sentí la necesidad de ayudar a la gente que no vive como yo. Había ayudado a mis padres a pintar en mi casa, y tenía una cierta experiencia en tareas de brocha gorda. Por eso, no dudé en apuntarme a esta actividad”, nos cuenta Antonio.

La experiencia se ha ido difundiendo entre sus amigos y compañeros, hasta el punto que este año la actividad se ha extendido más semanas de las previstas. Han participado más de 40 voluntarios que asisten por el Club Universitario Plaza de Cuba, entre los meses de septiembre y octubre. “Hemos pintado seis casas en el barrio de Triana y nos ha servido para conocer la situación dramática de muchas personas mayores, que necesitan ayuda económica para llegar a fin de mes o que no tienen teléfono, porque hace años que se lo cortaron”.

“Hace tres años, cuando iba por Almonte para estudiar, me di cuenta que llevaba mucho tiempo sin hacer cosas por los demás"

Álvaro Zapata, por su parte, lleva varios años como voluntario de Cooperación Internacional ONG, primero en el Colegio Mayor Almonte y ahora en el Club Universitario Plaza de Cuba. “Hace tres años, cuando iba por Almonte para estudiar, me di cuenta que llevaba mucho tiempo sin hacer cosas por los demás. Al ver que todos los sábados, un buen grupo de universitarios llevaba comida a familias sin recursos en un barrio marginal, me decidí a colaborar. Luego comenzamos con las tareas de pintura en viviendas en malas condiciones, y desde entonces, no he fallado ningún año”.

Le ha llamado la atención poder conocer de cerca la situación en que viven algunas personas, como es el caso de Esperanza: “la primera casa que fuimos a pintar este año es de una señora inmigrante en nuestro país, que fue abandonada por su marido. Vino a España para poder obtener un trabajo con el que sacar adelante a sus hijos. Es llamativo lo poco con que se mantiene, con tal de poder enviar más ayuda a su familia. Nos recibió con una alegría que no puedo olvidar, y por supuesto que iremos a visitarla, para llevarle comida y ayuda”.

Además de ayudar a las personas sin recursos en la mejora de sus viviendas, asisten a otras actividades de voluntariado: reparto de comida caliente a un grupo de personas sin techo, los viernes por la noche; clases de educación básica a niños en un asentamiento chabolista en las afueras de Sevilla, los fines de semana; también colaboran como catequistas, todos los viernes, en la Parroquia de San Pablo, un barrio de la periferia de Sevilla. Ahora calientan motores para la próxima campaña de Navidad.

En Bilbao

Hablamos con Gabriel Quintana y Gonzalo Durán antes de una dura jornada de trabajo, son estudiantes del Colegio Mayor Bidealde y pintan este fin de semana de forma gratuita tres pisos de matrimonios sin recursos. Hacia las 11.00 han de ponerse en marcha. No cobrarán ni un euro, aunque darán el callo durante todo el día. Lo hacen gustosamente. Les agrada ayudar al prójimo. “Hay que ser solidarios con la gente sin recursos. Si no les ayuda nadie, están condenados a vivir a disgusto”, remarca Gabriel. Tiene 20 años y cursa tercero de Derecho en la Universidad de Deusto. Lo lleva bien, sin sobresaltos. “Hay mucho teatro en los jóvenes estudiantes. Siempre se puede sacar tiempo para hacer otras cosas”, critica.

Veinte años después, el piso de Pepa y Cipriano recibirá por fin una mano de pintura. El paso del tiempo se deja notar en las paredes. Es una vivienda antigua, de las primeras en ver la la luz en el barrio bilbaíno de Uretamendi. Pero sus inquilinos ya no pueden rehabilitarla. Tienen 75 años y la pensión apenas les da para vivir. La solidaridad de un grupo de jóvenes les sacará del apuro. Son universitarios, residentes en el Colegio Mayor Bidealde. Entre clase y clase, colaboran con la ONG Cooperación Internacional. Esta vez les toca reformar tres pisos de familias desfavorecidas. Más de 50 estudiantes participan en la iniciativa a lo largo del fin de semana.

Pepa García observa a los universitarios mientras pintan. Se emociona: “Son maravillosos”, repite desde su piso de la carretera de la Circunvalación, en Uretamendi. Apenas puede contener las lágrimas. Su historia es la de muchos ancianos. Recibe poco dinero por la jubilación y sus hijos tampoco pueden ayudarla, “Soy feliz”, proclama pese a todo. Como muestra de agradecimiento, prepara un festín para los pintores de brocha gorda. 

Gonzalo se rinde a la amabilidad de Pepa. Es mejicano, de la capital. Está en Bilbao para estudiar hostelería. “La gente se porta de maravilla con nosotros. Es muy agradecida”, narra este joven voluntario. En su país se metió de lleno en el mundo de las ONG y aquí sigue colaborando. Por la tarde, otros compañeros tomarán el relevo en la casa de Pepa. La escena se repite en dos escenas más del Peñascal y Betolaza. “Tienen la ayuda de pintores profesionales, explica el coordinador de las actividades, José Ahedo. Ya es la cuarta vez que este programa se pone en marcha. Los solidarios siempre repiten".