El mejor truco de magia

Xavier Margenat trabaja en un banco de Girona (España). Es además un mago aficionado. ¿Su mejor truco? Hacer pasar un buen rato a los espectadores. En esta entrevista, explica cómo una simple afición puede convertirse en una ocasión de servicio a los demás.

Xavier Margenat.

- ¿Cómo empezó tu afición por la magia?

Un día, de pequeño, me hicieron un regalo maravilloso: una gran caja rectangular en rojo y negro, con una varita y una estrella reluciente en la tapa: el famoso Juego de Magia Borrás. La magia potagia me entusiasmó durante la niñez y la adolescencia. A través de un amigo, conocí una asociación de magia y aprendí nuevas técnicas. 

- Ahora, ¿para qué te sirve la magia?

Pertenezco al Opus Dei y trabajo como empleado en un banco. En mi tiempo libre, soy monitor de un club de tiempo libre para jóvenes en Girona. El tiempo libre educa mucho y, si uno lo dedica a los demás, es incluso más divertido. Por eso, enseño magia a los chicos y luego vamos a visitamos a los niños de la planta infantil de un Hospital para alegrarles y distraerles con nuestros trucos.

- ¿Y funciona?

Yo creo en la magia, naturalmente: todos los magos sabemos que, con unos cordeles y unas bolas de espuma podemos hacer surgir de repente, en estas visitas a los hospitales, la ilusión en el alma de un niño enfermo, o hacerle olvidar por unos momentos, con nuestros trucos, el dolor de su enfermedad… Este es el verdadero poder de los magos:fabricar ilusión.

El que más les gusta es cuando traspasamos una caja de cartón, con quince escobas, pero con el ayudante del mago dentro de la caja. ¿Cómo lo hacemos?: ¡No hay truco! Es… ¡magia!

- A los chicos que hacen magia contigo, ¿cómo les ayuda?

Pienso que a los niños hay que ofrecerles productos de calidad, en los que, a través del divertimento y la fantasía, vayan conociendo los grandes valores de la vida, mediante recursos divertidos y positivos. Lo sé porque a mi también me ayudó. Mis padres, que eran pasteleros, nos enseñaron a desarrollar actividades y profesiones que intentan trasmitir alegría y belleza a los demás.

- ¿Y a tí, personalmente?

Yo disfruto mucho viendo las caras de asombro y los ¡Ooooooh! del público. Aunque, en ocasiones, cuando intento fusionar dos o tres trucos en uno, las cosas no salen tan bien como un pensaba. Pero, como he aprendido en el Opus Dei, en cualquier tipo de trabajo hay que empezar una y otra vez, con constancia.

Ahora estoy perfeccionando un juego en el que saco de un pañuelo un zumo de naranja, y luego hago aparecer una botella de Coca-cola. Lo de la botella es lo más complicado del asunto, porque en mi última actuación se empezó a desparramar el líquido desde la chaqueta en el momento más inoportuno. No hay que preocuparse: son gajes del oficio. Gajes de mago.