"San Josemaría me contagió su entusiasmo por la Iglesia”

Testimonio de Petra Herold, de Forchheim (Alemania), licenciada en Física y matemática, casada y con cuatro hijos. Narra cómo volvió a entusiasmarse con la Iglesia Católica gracias a san Josemaría Escrivá.

Estaba bastante distanciada de la Iglesia. Cuando leí aquella biografía sobre el fundador del Opus Dei, percibí su gran entusiasmo. Se notaba que estaba muy enamorado de la Iglesia y a mí me contagió. Pude decir entonces de todo corazón “sí” a la Iglesia, “sí” al Papa.

Se grabó también a fondo en mi memoria la exigencia de que debemos ser cristianos de una pieza: No nos conformemos con las etiquetas: os quiero cristianos de cuerpo entero. Entonces yo estaba interiormente dividida. La vida religiosa por un lado y lo cotidiano por otro, eran dos ámbitos entre los cuales había poco en común. Pero entendí cómo puedo unificar esos aspectos, cómo puedo santificar el trabajo, convertirlo en oración, al darme cuenta de que no importa que tenga o no un relieve especial, sino que lo que importa es cómo lo hago, con qué amor, con qué entrega.

No importa tampoco que el trabajo se vea coronado por el éxito, sino que esté ofrecido a Dios. Descubrí que no es tan importante que los niños deshagan rápidamente el trabajo recién terminado en casa —por ejemplo la limpieza—, porque sé que no he trabajado inútilmente. Ahora hago lo mismo de antes, pero de modo unitario, coherente. Soy capaz de reaccionar con más serenidad.

Había otro punto que me preocupaba. Mi esposo era protestante y yo tenía un plan de cómo podría llevarle a la conversión, pero a veces tenía la impresión de que todo iba demasiado lento. Y la realidad ha sido bien diferente a lo que yo había planeado. Hay que confiar más en Dios, ponerlo todo en sus manos. Un día le pregunté a un sacerdote del Opus Dei que me orienta en la dirección espiritual qué podría hacer para ayudar a mi esposo en su conversión, y me dio este consejo: “Ame a su esposo de todo corazón”. Ahora me digo siempre: no podía haberme dado un consejo mejor, puesto que sólo con amor podemos ayudar a los hombres a acercarse más a Cristo.

La alegría que irradiaba san Josemaría me ha impresionado siempre. Él había tenido muchos problemas, de salud, financieros y todos los que encontró para fundar el Opus Dei. Era joven y, sin duda, esos problemas tuvieron que afectarle mucho. Pero nunca perdió la alegría. Esto se ve claramente en las filmaciones de sus encuentros con grupos de personas. Sus palabras transmiten alegría. Después de conocerle, siempre que me viene un bajón, pienso en él y me siento de nuevo en forma y motivada para continuar trabajando".

Este relato ha sido publicado en el folleto "La alegría de los hijos de Dios", de Alberto Michelini. © 2002 Oficina de Información del Opus Dei.