Con alma y con calma

Artículo de Rafael Angulo con motivo de la festividad de san Josemaría Escrivá.

El Periódico de Extremadura Con alma y con calma (Descargar en PDF)

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El pasado lunes conmemoramos la marcha al cielo de san Josemaría Escrivá en su cuadragésimo segundo aniversario (42 para mis hijos). Fue, es, el santo de lo ordinario, el sacerdote de Jesucristo que «con alma y con calma, siempre alegre, siempre fiel» alumbró, zarandeadito por el Espíritu Santo, un nuevo horizonte para los cristianos rasos, esa legión de gente corriente (que vamos a contracorriente) para que pudiésemos aspirar al cielo haciendo, sencillamente, lo que hacemos a diario. Integrando los quehaceres, el trabajo, mirando a Dios. Vino a recordarnos que «sí, se puede ser santo» tratando diariamente a nuestro Amo y Señor.

Ese Señor que quiso, en 1928, que «apareciera» el Opus Dei y utilizó como instrumento a San Josemaría; Pemán lo definió mejor: Dios obra por medio de los hombres y de las cosas. «Es lo que se llaman ‘causas segundas’. Pues esta causa segunda le salió de primera».

Esta organización desorganizada, Prelatura de la Iglesia Católica, es jovencita (todavía no tiene ni un siglo) y su eficacia no se mide por estadísticas ni por las iniciativas que salen desde su base. Su labor es acercar gente a Dios, predicar siempre lo mismo, como hizo san Josemaría, el gran tema del amor de Dios (lo mismo que predica la Iglesia desde hace veinte y un siglos).

Ese rasgo sobresalía en el fundador del Opus Dei (aunque él decía que el único fundador que conocía estaba en botella), su virtud más característica, buscar el amor de Dios, en lo grande y en lo pequeño, fijándose en los detalles (si santa Teresa se lo encontraba en los fogones nosotros lo encontramos en la sala de estar), estando con la familia, los amigos o los compañeros de trabajo porque, hablando de amigos: El amor verdadero ha de ser como la sangre, ha de acudir a la herida, sin tener que ir a buscarle.

Rafael Angulo

El Periódico de Extremadura