“No contemplaba la posibilidad de ser santo”

Rolf Herold es profesor en el colegio de enseñanza secundaria de Forhheim (Alemania). Gracias a su mujer, oyó hablar de san Josemaría Escrivá. El modo en que este sacerdote hablaba de Dios le atrajo mucho y le acercó a la Iglesia Católica. Recogemos su testimonio, publicado en el folleto ‘La alegría de los hijos de Dios’, que se une a los ya publicados en la web.

Rolf Herold, de Forhheim (Alemania), con su familia.

“Yo era evangélico, protestante, pero no vivía la religión en serio. Nunca me había interesado de modo intenso por la fe. A través de Petra, conocí a Josemaría Escrivá y fui comprendiendo algunas de sus afirmaciones, que resultaban muy provocativas para mí. Por ejemplo: “tú tienes que ser santo”. Yo no había contemplado nunca la posibilidad de llegar a ser santo. Esa fue para mí la razón para enfrentarme con el tema de la fe.

Leí cosas con enfoques totalmente diferentes; empecé con san Francisco de Sales, luego Teresa de Lisieux, después leí al Cardenal Newman. El que más me impresionó fue C.S. Lewis, el anglicano. Leía paralelamente palabras de Escrivá. Y todos esos diferentes autores convergen en lo que Escrivá dice: que, con la fe, todo se dirige hacia la unidad. Él ha logrado hacer comprensible para mí esa unidad. Esa fue la última razón por la que yo también pude decir “sí” a la Iglesia católica, porque me dije: la Iglesia católica es donde se realiza esa unidad. Hacia allá voy, a ella pertenezco de alguna manera. No porque Petra sea católica, sino porque percibo que allí hay algo detrás, una Verdad. Ese fue un punto.

Y el segundo punto: Escrivá me mostró algo que yo nunca hubiera creído, que en la Iglesia católica hay libertad. Lo que yo había pensado antes de la Iglesia católica correspondía a clichés habituales: coacción, estrechez, “debes hacer”... A través de los escritos de Escrivá y también de vídeos de reuniones con él, percibí lo que después he visto: el amor a la libertad que subyace en sus palabras. Escrivá amaba la libertad del modo como Dios la ama.

La verdadera libertad me parece tan atractiva porque me he dado cuenta de que, en nuestra sociedad, estamos sometidos a muchas influencias: influencias de los medios de comunicación, de grupos de presión, del vecindario, etc. Hay muchas presiones de las que no nos liberamos o de las que sólo con gran dificultad conseguimos liberarnos. Para lograrlo, necesito un fundamento, y ese fundamento, a partir del cual se puede ir en muy diferentes direcciones, cada uno según su camino, es la Iglesia católica”.