"Montse Grases estaba convencida de que Dios la quería"

El obispo auxiliar de Barcelona, Sebastià Taltavull, destaca la madurez y fortaleza de Montse Grases durante la misa de acción de gracias por el decreto de virtudes heroicas.

Oratorio de Santa María de Bonaigua, en Barcelona.

Cientos de personas se reunieron el pasado 8 de junio en el Oratorio de Santa María de Bonaigua de Barcelona para asistir a la misa de acción de gracias por la reciente aprobación del decreto de virtudes heroicas de Montse Grases, una chica catalana, deportista y alegre, que falleció en 1959 a los 18 años y cuya causa de canonización se abrió en 1961.

Con este decreto, hecho oficial y público tras la aceptación del Papa, la Congregación de las Causas de los Santos emitía el juicio que atestigua que Montse vivió una vida de profunda unión con Dios y su existencia es un testimonio de plenitud cristiana en lo pequeño y en lo grande.

Familiares y amigos de Montse y personas de toda condición, en especial muchos chicos y chicas para quienes Montse es un ejemplo en su etapa de juventud, llenaron la nave de Santa María de Bonaigua para dar gracias y pedir su pronta beatificación. Fue necesario habilitar una pantalla en el salón de actos, espacio muy próximo a la cripta donde descansan los restos de Montse y cada día acuden decenas de personas a pedirle favores.

La celebración, que estuvo acompañada por los cantos del coro de la escuela Pineda, fue presidida por el obispo auxiliar de Barcelona, Sebastià Taltavull, y concelebrada por varios sacerdotes, entre ellos el vicario del Opus Dei en Cataluña, Antoni Pujals.

Los santos, personas como nosotros

"El ejemplo de los santos debe guiar nuestra vida porque son personas como nosotros, que han nacido dentro de nuestras familias, se han dejado tocar por Dios y han sabido descubrir que Dios los ama y transmitir ese amor", explicó el obispo en la homilía.

Montse Grases era una persona convencida de que Dios la quería. Había llegado al corazón del Evangelio. ¿Cómo una chica tan joven puede alcanzar esa profundidad?", se preguntó el obispo, quien también indicó que “los 17 años es la edad de mayor generosidad, y el ejemplo lo tenemos en la Virgen, que debía tener una edad similar".