Mons. Echevarría: preparar la beatificación de Álvaro del Portillo con obras de misericordia

Mons. Javier Echevarría ha sugerido a los fieles del Opus Dei que se preparen para la beatificación de Álvaro del Portillo multiplicando las obras de misericordia.

Don Álvaro saluda a una persona en silla de ruedas (México, 1988).

En una carta del pasado 1 de julio, Mons. Javier Echevarría sugiere a los fieles del Opus Dei que se preparen para la beatificación de Álvaro del Portillo multiplicando las obras de misericordia: “Tratar con más cariño al enfermo o a la enferma que vive en casa o en un hospital, colaborar con un banco de alimentos, no descuidar a los menesterosos de una barriada extrema o a aquellos pobres que ocultan su situación, llevar compañía a los ancianos de un asilo o a quienes se hallan encarcelados sin que nadie se preocupe de ellos... Todo esto nos ayuda de una manera excelente a prepararnos para la beatificación de don Álvaro”.

El prelado invita a seguir el ejemplo de servicio del futuro beato que, desde su primera juventud, “se tomó muy en serio las palabras del Maestro que recoge san Mateo: «Tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber (...). En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis»” (Mt 25, 35.40).

“Cuando abrimos los ojos a tantas situaciones e indigencias de hoy –explica– descubrimos al mismo Jesucristo, que se hizo solidario con todos y cada uno de los hombres y de las mujeres. Y si atendemos a esas personas —vecinas o lejanas— con misericordia, tocamos con las manos, muy de cerca, la Humanidad Santísima del Señor, como hace ver el Papa Francisco: «¿Cómo puedo hoy encontrar las llagas de Jesús? Yo no las puedo ver como las vio Tomás. Las llagas de Jesús las encuentro haciendo obras de misericordia. Esas son hoy las llagas de Jesús» (Homilía, 3-VII-2013).

Mons. Echevarría destaca el papel que tuvieron las obras de misericordia en la vida espiritual de Mons. del Portillo: “La llamada de don Álvaro al Opus Dei venía preparada por la acción de la gracia en su corazón y por su caridad fraterna hacia todos y, concretamente, hacia los necesitados. Con otros amigos iba con frecuencia desde el año 1934 a una barriada extrema de Madrid, donde impartía catequesis y visitaba a pobres y enfermos. Y pienso que cabe afirmar que su primer contacto con san Josemaría fue consecuencia directa de esas actividades”.

“Al conocer cómo san Josemaría pedía a los que frecuentaban la Residencia que acudieran a esos encuentros con los menesterosos, con los enfermos, don Álvaro se reafirmó en la importancia de las obras de misericordia. «El contacto con la pobreza, con el abandono —comentaría muchos años después—, produce un choque espiritual enorme. Nos hace ver que muchas veces nos preocupamos de tonterías que no son más que egoísmos nuestros, pequeñeces»”.

Álvaro del Portillo saluda a un anciano en silla de ruedas (Holanda, 1988).

Álvaro del Portillo, siguiendo el camino de san Josemaría, impulsó en todo el mundo numerosas iniciativas en favor de los más necesitados: “Cuando se reunía con grupos de gente mayor o de gente joven –relata Mons. Echevarría– les invitaba a ocuparse de los menos favorecidos, promoviendo proyectos para ayudar a remediar las necesidades educativas, sanitarias, laborales, etc. y, de modo concreto, para acercar a Dios a las personas y que ellas se acercaran a Él. Fomentó también esta responsabilidad entre hombres y mujeres que disponían de medios económicos: les hablaba de la posibilidad de poner en marcha o de reforzar esas iniciativas, que debían considerar como un deber, derivado de la justicia y de la caridad que ha de informar el quehacer cristiano, y de un amor sincero a todos nuestros hermanos y hermanas de la humanidad”.

“Recientemente os pedí –escribe el prelado– que afinéis en la preparación espiritual de ese acontecimiento: también las obras de misericordia –concluye– forman parte de esa preparación”.

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