«Le vi y supe cómo era un santo»

La prelatura del Opus Dei inaugura una exposición sobre Álvaro del Portillo. Será beatificado el próximo septiembre y el Vaticano analiza el caso de una familia residente en Asturias para «incluirlo entre sus milagros»

Un momento del acto de inauguración celebrado ayer en el Auditorio Prcincipe Felipe. / S. S. M.

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«Aún le recuerdo entrar en la sala, destilando paz, bondad y humildad, aunque con una energía y el modo de hacer más firme que he visto en mi vida. ¿Cómo es un santo? Supe que como don Álvaro», explicaba ayer el abogado Pablo García Vallaure. Se refería a Álvaro del Portillo, el primer sucesor del fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer, que vio en dos ocasiones; una en Roma y otra en Gijón. Esa percepción que tuvo el letrado es la que también sostiene el Vaticano: el próximo 27 de septiembre será beatificado en Madrid, su ciudad natal.

Ese día la exposición que ayer quedó inaugurada en el Auditorio Príncipe Felipe sobre Álvaro del Portillo podrá visitarse en la capital española. Antes, la muestra itinerante recorre diferentes ciudades y una parada en Asturias era «ineludible, inevitable, imprescindible», cuenta la subcomisaria de la muestra, Yolanda Cagigas, directora del archivo de la biblioteca de la Universidad de Navarra. Es visita obligada «porque después de Roma, donde más tiempo vivió el futuro beato fue en el Principado», subraya. Han contado los días. Exactamente fueron 372.

«Eligió Asturias para veranear. Venía aquí cuando era joven y luego decidió pasar esos meses en Solavieya, la casa dedicada a la formación cristiana de Granda, a las afuera de Gijón. La belleza del paisaje le acercaba a Dios. Le gustaba rezar en la Santina, la Providencia y Valdediós y pasear por los monumentos prerrománicos, Ribadesella y Villaviciosa», relata.

La exposición, formada por fotografías, paneles infográficos y vídeos que ocupará la sala de muestras del Auditorio, se titula 'Un santo en datos' y según los organizadores pretende ofrecer «datos objetivos sobre don Álvaro para que cualquiera saque sus conclusiones. Son pistas para comprender por qué le beatifican». El Vaticano le atribuye la curación inmediata de un niño chileno, José Ignacio Ureta Wilson, que a los pocos días de nacer sufrió un paro cardiaco de más de media hora y una hemorragia masiva.

En estudio está el caso de Lucía, cuya familia reside en Asturias. Su madre Nuria Rodríguez relataba la pasada semana a EL COMERCIO y ayer lo hacía en el Auditorio cómo con un mes y medio de vida su hija sufrió convulsiones y los médicos tuvieron que inducirle un coma del que no esperaban que saliera con vida. Pero lo hizo y sin secuelas. Su madre cogió todas las estampitas de santos que había en la capilla del hospital y justo la de Álvaro del Portillo quedó junto a la foto de su hija. «Fue un milagro», insiste esta mujer que, al tiempo, confiesa que es una persona creyente pero no miembro del Opus Dei.

Idoia Rey

El Comercio