La Navidad en los discursos de Benedicto XVI

En estos días de Navidad, Benedicto XVI habla sobre el nacimiento de Jesucristo y anima a los cristianos a que este acontecimiento se refleje en sus vidas. Lea diariamente un extracto de lo que el Papa ha dicho. Actualizado a 2 de enero.

'Contemplando a este Niño, percibimos la gran confianza de Dios en nosotros'.

1 de enero de 2006

En la basílica vaticana, el Papa presidió la celebración eucarística en la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, con motivo de la XXXIX Jornada Mundial de la Paz.

El Santo Padre dijo en la homilía que al escoger el tema "En la verdad, la paz", para la Jornada Mundial de este año, había querido "expresar la convicción de que donde y cuando el hombre se deja iluminar por el resplandor de la verdad, emprende de modo casi natural el camino de la paz".

Tras hacer hincapié en que la paz es "la gran aspiración del corazón de cada hombre y de cada mujer, y se construye día tras día con la aportación de todos", el Papa afirmó que "ante las situaciones de injusticia y de violencia que siguen oprimiendo diferentes zonas de la tierra, ante las nuevas y más insidiosas amenazas contra la paz -el terrorismo, el nihilismo y el fundamentalismo fanático-, ¡es más necesario que nunca trabajar juntos por la paz!".

"Es necesario un "empuje" de valentía y de confianza en Dios y en el hombre para optar por recorrer el camino de la paz. Es algo que tienen que hacerlo todos: individuos y pueblos, organizaciones internacionales y potencias mundiales". En este sentido, recordó que en el mensaje para el día de hoy, había invitado a la Organización de las Naciones Unidas "a tomar una nueva conciencia de su responsabilidad en la promoción de los valores de la justicia, de la solidaridad y de la paz, en un mundo cada vez más marcado por el amplio fenómeno de la globalización".

Benedicto XVI señaló que "si la paz es la aspiración de toda persona de buena voluntad, para los discípulos de Cristo es un mandato permanente que compromete a todos; es una misión exigente que les lleva a anunciar y a testimoniar "el Evangelio de la Paz", proclamando que el reconocimiento de la verdad plena de Dios es condición previa a indispensable para la consolidación de la verdad de la paz. Que esta convicción sea cada vez mayor, de manera que toda comunidad cristiana se convierta en "levadura" de una humanidad renovada en el amor".

El Papa concluyó acudiendo a María, para aprender de Ella a "ser discípulos del Señor atentos y dóciles. Con su ayuda maternal, deseamos comprometernos a trabajar con empeño en el "taller" de la paz, siguiendo a Cristo, príncipe de la Paz".

El camino de la paz

Antes de rezar el Angelus este mediodía con miles de personas congregadas en la Plaza de San Pedro, Benedicto XVI dijo que el tiempo litúrgico de la Navidad "nos enseña una gran lección: para acoger el don de la paz tenemos que abrirnos a la verdad que se ha revelado en la persona de Jesús, que nos ha enseñado el "contenido" y el "método" de la paz, es decir, el amor".

"Dios, de hecho, que es el Amor perfecto y subsistente, se reveló en Jesús asumiendo nuestra condición humana. De esta manera -afirmó- nos ha indicado también el camino de la paz: el diálogo, el perdón, la solidaridad. Este es el único camino que lleva a la auténtica paz".

El Santo Padre invocó a María Santísima, "que hoy bendice al mundo entero mostrando a su Hijo divino, el "príncipe de la paz" para que "la familia humana, al abrirse al mensaje evangélico, pueda transcurrir el año que hoy comienza en la fraternidad y en la paz".

A continuación, el Papa envió a todos los presentes y a cuantos estaban unidos a través de la radio y la televisión, sus "más cordiales auspicios de paz y bien".

31 de diciembre de 2005

El Papa presidió esta tarde en la basílica vaticana las primeras Vísperas de la solemnidad de Santa María, Madre de Dios y el Te Deum de acción de gracias por el año que termina.

En la homilía, Benedicto XVI afirmó que la Iglesia, "con la abundancia de sus dones, acompaña el camino del ser humano para que quienes acogen a Cristo tengan la vida y la tengan en abundancia".

En los doce últimos meses, dijo, la Iglesia de Roma ha recibido la visita de muchas iglesias y comunidades eclesiales, "para profundizar en el diálogo de la verdad en la caridad, que une a todos los bautizados y experimentar juntos de modo más vivo el deseo de la plena comunión". Asimismo, recordó que muchos creyentes de otras religiones han dado testimonio de "su estima cordial y fraterna a esta Iglesia y a su Obispo, conscientes de que en el encuentro sereno y respetuoso se esconde el alma de una acción acorde en favor de toda la humanidad".

El Santo Padre señaló que este año, el programa pastoral de la diócesis de Roma se había centrado en la atención a la familia, y citó en particular a Juan Pablo II, quien en repetidas ocasiones puso de relieve que "la crisis de la familia constituye un grave perjuicio para nuestra civilización". En este contexto, recordó que el pasado mes de junio intervino en el congreso diocesano "para subrayar la importancia de la familia fundada en el matrimonio en la vida de la Iglesia y de la sociedad".

Al final, Benedicto XVI recordó especialmente a las personas "más pobres y abandonadas, a todos aquellos que han perdido la esperanza en un fundado sentido de la propia existencia o que son involuntariamente víctimas de intereses egoístas, sin que se les haya pedido adhesión u opinión".

"Haciendo nuestros sus sufrimientos -continuó- confiamos a todos a Dios, que sabe convertir todas las cosas en bien. Pedimos al Señor de la vida que mitigue con su gracia las penas provocadas por el mal y que siga dando fuerza a nuestra existencia terrena, dándonos el Pan y el Vino de la salvación para sustentar nuestro camino hacia la patria del Cielo".

30 de diciembre de 2005

Benedicto XVI visitó por la mañana el Dispensario Santa Marta, que se halla en el Vaticano, en el que se asiste a familias de países, etnias o religiones diversas, sobre todo a niños. En este centro colaboran diez médicos de varias especializaciones, una psicóloga y cuarenta voluntarios, coordinados por las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl.

En su discurso, el Papa puso de relieve que su visita asumía "un significado particular, porque tiene lugar en el período navideño: en estos días, nuestra mirada se detiene sobre el Niño Jesús". Desde la gruta de Belén, "Jesús llama a la puerta de nuestro corazón, pide que le hagamos espacio en nuestra vida. Dios es así: no se impone, nunca entra por la fuerza, sino que, como un niño, pide que se le acoja. (...) En un cierto sentido, espera que abramos el corazón y que le cuidemos".

Tras recordar que hoy se celebra la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, el Santo Padre aseguró que al ver la labor que realizaban en el dispensario por los niños y los padres, deseaba subrayar "la vocación fundamental de la familia como lugar primordial y principal de acogida de la vida. La concepción moderna de la familia -continuó-, también como reacción al pasado, reserva un gran importancia al amor conyugal, subrayando los aspectos subjetivos de libertad en las decisiones y en los sentimientos. Sin embargo, cuesta percibir y comprender el valor de la llamada a colaborar con Dios en la procreación de la vida humana".

"Además -añadió-, las sociedades contemporáneas, a pesar de contar con tantos medios, no siempre consiguen facilitar la misión de los padres, tanto desde el punto de vista de las motivaciones espirituales y morales como de las condiciones prácticas de vida. Hay una gran necesidad, tanto en el ámbito cultural como en el político y legislativo, de sostener a la familia, e iniciativas como la de vuestro dispensario son muy útiles. Se trata de realidades pequeñas pero importantes, y gracias a Dios, en la Iglesia hay muchas y no deja de ponerlas al servicio de todos".

Antes de terminar, Benedicto XVI invitó a los presentes a rezar por todas las familias de Roma y del mundo, especialmente por las que atraviesan dificultades, "sobre todo porque están obligadas a vivir lejos de su tierra de origen. Pidamos por los padres que no pueden proveer a los hijos de lo necesario para la salud, la educación y una existencia digna y serena".

28 de diciembre

"El salmo 138, (...) himno sapiencial de pasión y belleza intensas se refiere a la realidad más elevada y maravillosa del universo entero: el ser humano, definido como prodigio de Dios. Un tema, profundamente en sintonía con el clima navideño (...) en el que celebramos el misterio del Hijo de Dios, que se hizo hombre para salvarnos".

“En la segunda parte del salmo los ojos amorosos de Dios se dirigen al ser humano, considerado en su inicio pleno y completo. Todavía es ‘informe’ en el seno materno, (...) pero sobre él se posa ya la mirada benévola y amorosa de Dios".

"La idea de que Dios conozca ya todo el futuro de ese embrión informe: en el libro de la vida del Señor ya están escritos los días que esa criatura vivirá y colmará de obras durante su existencia terrenal".

Este salmo representa “una meditación sobre los que en la comunidad cristiana son más débiles en su camino espiritual. Por pequeños e informes que sean no se apartan del amor a Dios y al prójimo según sus posibilidades, contribuyendo a su modo a la edificación de la Iglesia. (...) Es un mensaje de esperanza para todos, incluso para los que proceden con dificultad en el camino de la vida espiritual y eclesial”.

26 de diciembre: San Esteban

En la atmósfera de la alegría de la Navidad, no parece fuera de lugar la referencia al martirio de san Esteban. En efecto, sobre el pesebre de Belén ya reposa la sombra de la Cruz. La preanuncian ya la pobreza del establo en el que nace el Niño, la profecía de Simeón sobre el signo de contradicción y la espada que atravesará el alma de la Virgen, y la persecución de Herodes que hará necesaria la fuga a Egipto.

No debe sorprendernos que un día ese Niño, ya adulto, pida a sus discípulos que le sigan en el camino de la Cruz con absoluta fe y fidelidad. Atraídos por su ejemplo y sostenidos por su amor, muchos cristianos, ya en los orígenes de la Iglesia, darán testimonio de su fe con su propia sangre. A los primeros mártires siguieron muchos otros en el transcurso de los siglos y hasta nuestros días.

¿Cómo no reconocer que aún en nuestros días, en varias partes del mundo, profesar la fe cristiana exige el heroísmo de los mártires? ¿Cómo no decir también que por todas partes, incluso allí donde no hay persecuciones, vivir con coherencia el Evangelio, comporta pagar un alto precio?

Contemplando al Niño divino en los brazos de su Madre, y mirando al ejemplo de San Esteban, pedimos a Dios la gracia de vivir con coherencia nuestra fe, dispuestos siempre a dar razón a quien nos la pida de la esperanza que hay en nosotros (cfr 1 Pt 3,15). (traducción propia) 25 de diciembre

“Dios es tan grande que puede hacerse pequeño. Dios es tan potente que puede hacerse inerme y venir a nuestro encuentro como niño indefenso, a fin de que podamos amarlo”.

“Dios es tan bueno que puede renunciar a su esplendor divino y descender a un establo para que podamos encontrarlo y, de este modo, su bondad nos toque, nos sea comunicada y continúe actuando a través de nosotros”.

“Ha elegido como signo suyo al Niño en el pesebre: Él es así. De este modo aprendemos a conocerlo. Y sobre todo niño resplandece algún destello de aquel hoy, de la cercanía de Dios que debemos amar y a la cual hemos de someternos; sobre todo niño, también sobre el que aún no ha nacido”.

“El aquel Niño acostado en el pesebre, Dios muestra su gloria: la gloria del amor, que se da como don a sí mismo y que se priva de toda grandeza para conducirnos por el camino del amor”.

“Cumple tu promesa, Señor. Haz que donde hay discordia nazca la paz; que surja el amor donde reina el odio; que se haga luz donde dominan las tinieblas. Haz que seamos portadores de tu paz”.

25 de diciembre. Bendición Urbi et orbi:

“Una humanidad unida podrá afrontar los numerosos y preocupantes problemas del momento actual: desde la acechanza terrorista a las condiciones de pobreza humillante en la que viven millones de seres humanos, desde la proliferación de las armas a las pandemias y al deterioro ambiental que amenaza el futuro del planeta”.

“Hombre moderno, adulto y, sin embargo, a veces débil en el pensamiento y en la voluntad, ¡déjate llevar de la mano por el Niño de Belén, no temas, fíate de Él!”.

“El hombre de la era tecnológica, si se encamina hacia una atrofia espiritual y a un vacío del corazón, corre el riesgo de ser víctima de los mismos éxitos de su inteligencia y de los resultados de sus capacidades operativas”.

“Por eso es importante que abra la propia mente y el propio corazón a la Navidad de Cristo, acontecimiento de salvación capaz de imprimir renovada esperanza a la existencia de todo ser humano”.

21 diciembre 2005

“La Navidad coincide en nuestro hemisferio con los días del año en que el sol termina su parábola descendiente y se empieza a prolongar gradualmente la duración de la luz diurna. Así comprendemos mejor el tema de la luz que vence a las tinieblas. Es un símbolo evocador de una realidad que concierne a la intimidad del ser humano: el bien que vence al mal, la vida que derrota a la muerte. La Navidad nos hace pensar en esta luz interior, su luz divina nos propone de nuevo el anuncio de la victoria definitiva del amor de Dios sobre el pecado y la muerte. Frente a una cultura consumista que tiende a ignorar los símbolos cristianos de las fiestas navideñas, preparémonos para celebrar con alegría el nacimiento del Salvador, transmitiendo a las nuevas generaciones los valores de las tradiciones que forman parte del patrimonio de nuestra fe y cultura”.

“En particular, cuando veamos calles y plazas de nuestras ciudades adornadas con luces resplandecientes, recordemos que estas luces evocan otra luz, invisible para nuestros ojos, pero no para nuestro corazón. Al contemplarlas, al encender las velas de las iglesias o las luces del Nacimiento y del árbol de Navidad en nuestras casas, ¡que nuestro ánimo se abra a la verdadera luz espiritual traída a todos los hombres y mujeres de buena voluntad!”.

19 diciembre 2005

“En el Niño de Belén, la ‘pequeñez’ de Dios hecho hombre nos revela la grandeza del ser humano y la belleza de nuestra dignidad de hijos de Dios. Contemplando a este Niño, percibimos la gran confianza de Dios en nosotros y la grandes posibilidades de hacer cosas hermosas y grandes en nuestras jornadas, viviendo con Jesús y como Jesús”.

“Dad testimonio a todos de la alegría de la presencia fuerte y dulce de Jesús, comenzando por vuestros colegas. Decidles que es bonito ser amigos de Jesús y que vale la pena seguirle. Mostrad con vuestro entusiasmo que sólo siguiendo a Jesús se encuentra el verdadero sentido de la vida, y por tanto, la alegría verdadera y estable”.

18 diciembre 2005

“Con el saludo del Arcangel Gabriel a María, ‘kaire’ en griego, que significa ‘alégrate’, comienza el Nuevo Testamento. Podemos decir que la primera palabra que aparece en el libro sagrado es ‘alégrate’, y por tanto, ‘alegría’. Este es el verdadero significado de la Navidad: ''Dios está cerca de nosotros, tan cerca que se hace niño”.

“En el mundo de hoy, donde Dios está ausente, constatamos que está dominado por el miedo, por la incertidumbre, sin embargo, la palabra ‘alégrate’, porque Dios está contigo, está con nosotros, abre realmente a un tiempo nuevo”.

“La alegría es el verdadero don de la Navidad y no los regalos caros, que conllevan tiempo y dinero. Podemos comunicarla de un modo sencillo: con una sonrisa, con un gesto bueno, con una pequeña ayuda, con el perdón. Transmitamos esta alegría y la alegría donada volverá a nosotros. Pidamos para que en nuestra vida se refleje esta presencia de la alegría liberadora de Dios”.