Homenaje universitario a Ernestina de Champourcin, de la Generación del 27

Académicos y artistas mexicanos han rendido homenaje en la Universidad Panamericana de México a esta conocida poetisa de la “Generación del 27”, discípula de Juan Ramón Jiménez y casada con el también poeta Juan José Domenchina. Incluimos una semblanza de la vida de esta mujer del Opus Dei.

Había nacido en Vitoria en 1905, de padre español y madre uruguaya. A los 21 años publicó su primer libro, En silencio, y empezó a ser conocida en los círculos culturales de Madrid.

Con la publicación de su segundo libro, Ahora, se convirtió en una de las pocas voces femeninas del grupo poético del 27. Vivió intensamente junto a su marido Juan José Domenchina los avatares de la guerra civil española que la llevaron, como a tantos otros intelectuales españoles, al exilio mexicano.

No fue un cambio fácil. El matrimonio no tuvo hijos y cada esposo sobrellevó de forma distinta su nueva situación. A Juan José le resultó muy costoso el alejamiento de sus raíces, mientras que Ernestina llegó a amar profundamente México y la cultura mexicana.

En su nuevo país conoció a un sacerdote del Opus Dei, párroco de la iglesia de la Santa Veracruz, de México D.F, que le pidió su colaboración, dando clases a un grupo de mujeres de un barrio marginal, con muchas carencias.

Ernestina comenzó a atender, semana tras semana, a las gentes de aquel lugar, y allí, en aquel entorno de extrema pobreza, descubrió en su alma que Dios la llamaba a buscar la santidad con el carisma del Opus Dei. También su esposo, fallecido en 1959, encontró apoyo espiritual en un sacerdote del Opus Dei antes de su muerte.

En 1972 regresó a España, donde, a pesar de sus limitaciones físicas, como la sordera o la falta de visión, siguió trabajando intensamente, y publicó ocho libros de poemas. En 1981 salió a la luz La ardilla y la rosa, un libro autobiográfico con el que rendía homenaje a Juan Ramón Jiménez.

Sus poemas traslucen a un alma conocedora de sus limitaciones y miserias, que busca profundamente a Dios. En 1989 fue galardonada con el premio Euskadi a la literatura en castellano; en 1990 le concedieron el Premio Prometeo. En 1993 recibió el homenaje del Ateneo de Madrid.

Falleció el 27 de marzo de 1999, a los 93 años, tras una vida de fidelidad al espíritu cristiano del Opus Dei, aceptando la muerte con el profundo sentido espiritual que ponen de relieve sus versos:

Yo creo que morir es estar

es estarse por fin en lo absoluto

en lo definitivo...

Morir es una rosa

que se nos da de balde

un perfume cuajado

en un amor para siempre.