EDUCAR en el valle del Chalco (México)

Cuando viajaron a México, tanto Juan Pablo II como Mons. Álvaro del Portillo alentaron a las familias cristianas a mejorar la educación de las personas necesitadas. Un grupo de fieles del Opus Dei puso en marcha dos escuelas, Meyalli y Acuautla, para niñas y niños respectivamente, en el Valle del Chalco, uno de los más desfavorecidos. Hoy educan a 1.500 jóvenes.

En 1983, Mons. Álvaro del Portillo, Prelado del Opus Dei, reunido con un grupo de profesionales y empresarios de México en una casa cercana a la laguna de Chapala, en Jalisco, comentó que había llegado la hora de que en la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey hubiese algunas labores sociales de envergadura donde se pusiera en práctica el espíritu del Opus Dei.

Guadalajara tomó la iniciativa, le siguió Monterrey. La capital tuvo que esperar unos años hasta la puesta en marcha de EDUCAR.

El valle del Chalco

El Valle del Chalco es un extenso territorio al este de la Ciudad de México, catalogado hace trece años como uno de los enclaves más pobres y de mayor concentración humana de todo el país. Más de cuatro millones de personas viven apiñadas en esta superficie que comprende seis municipios: Nezahualcóyotl, La Paz, Chimalhuacán, Chicoloapan, Ixtapaluca y Chalco.

Hasta la década de los setenta gran parte de la zona estaba formada por frondosos llanos y fecundas tierras de cultivo. La actividad principal en esta parte del país era la agricultura y la ganadería. Sin embargo, a partir de esos años, en el marco de las sucesivas y severas crisis económicas por las que atravesó el país, miles de inmigrantes de la provincia comenzaron a llegar a la capital en busca de empleo. La migración ocasionó un acelerado y caótico proceso de urbanización.

Ante la carencia de viviendas económicas en la capital, los llanos del Valle del Chalco fueron fraccionados y vendidos por parcelas: los terrenos, sin embargo, muchas veces carecían de servicios públicos indispensables como agua, electricidad o escuelas. El fuerte terremoto que sacudió la Ciudad de México en 1985 y que dejó sin hogar a miles de familias contribuyó, como causa segunda, al rápido crecimiento de estos barrios.

Instalaciones de uno de los colegios.

Una visita que dejó huella

Cinco años después del trágico terremoto, los habitantes del Valle del Chalco tuvieron la dicha de ver de cerca y escuchar de viva voz a Su Santidad Juan Pablo II. Fueron jornadas memorables que todos recuerdan aún con gran cariño; días que dejaron una huella profunda en todos.

El 7 de mayo de 1990, durante su paso por el Valle del Chalco, el Santo Padre celebró la Santa Misa ante más de 500.000 personas. En su homilía proclamó: No podemos vivir y dormir tranquilos mientras miles de hermanos nuestros, muy cerca de nosotros, carecen de lo más indispensable para llevar una vida humana digna.

Estas palabras dejaron poso en un pequeño grupo de profesionales que, alentados por Mons. Álvaro del Portillo, dieron vida a EDUCAR, A.C. No fue tarea fácil. El proyecto tenía visos de ser una auténtica locura, pero, quizá precisamente por eso, también podía ser una idea de esas que cambian el rumbo de los acontecimientos.

Acometiendo con optimismo y buen humor los obstáculos que surgieron en los inicios, los promotores fueron adelante con el proyecto. Tenían claro que debían invertir allí donde era más perentorio: formación en las virtudes humanas, capacitación profesional y sentido cristiano de la vida, con el fin de instruir ciudadanos capaces de transformarse a sí mismos y a la sociedad que les rodea.

Educar a su gente

EDUCAR, A.C. dio comienzo a sus actividades en 1990, en el Municipio de Ixtapaluca, en un terreno donado por el Gobierno del Estado de México. Nació con la constitución de un patronato cuya misión consistiría en recabar los fondos necesarios para el sostenimiento de la entidad así como preservar su nivel académico, moral y cívico. Cuando se comenzó, mucha gente vivía en condiciones precarias.

Ahora, después de casi quince años, la zona ha mejorado sustancialmente, gracias al esfuerzo conjunto del gobierno estatal y de instituciones privadas.

Con el apoyo de muchas personas y entidades, EDUCAR dio vida a dos escuelas, Centro Educativo Meyalli y Centro Escolar Acuautla, para niñas y niños respectivamente, donde se imparten clases de preescolar, primaria y secundaria.

En ambos colegios, los alumnos han podido tener acceso a clases de inglés e informática, lo que facilitará su futura incorporación al mercado laboral. Hoy día, EDUCAR atiende más de 1.500 alumnos de unas 1.200 familias; en trece años de vida, su labor ha repercutido en cerca de 30.000 personas.

La formación espiritual

La formación humana y espiritual es uno de los pilares sobre los que se levanta la educación que se imparte en estos colegios. Han intentado poner en práctica las enseñanzas de San Josemaría: "La verdad nos libera, mientras que la ignorancia esclaviza. Hemos de sostener el derecho de todos los hombres a vivir, a poseer lo necesario para llevar una existencia digna, a trabajar y a descansar, a elegir estado, a formar un hogar, a traer hijos al mundo dentro del matrimonio y poder educarlos, a pasar serenamente el tiempo de la enfermedad o de la vejez, a acceder a la cultura, a asociarse con los demás ciudadanos para alcanzar fines lícitos, y, en primer término, a conocer y amar a Dios con plena libertad, porque la conciencia —si es recta— descubrirá las huellas del Creador en todas las cosas" (Amigos de Dios, n. 171).

Este es el espíritu que anima toda la actividad de EDUCAR. Como es lógico, este modo de sentir y de pensar ha influido positivamente en la estabilidad de las familias y en muchos alumnos que, al descubrir la gracia de Dios que se comunica a través de los Sacramentos, han comenzado a frecuentarlos.

En el colegio Acuautla: mejorar a la familia

Los actuales alumnos y los que ya terminaron sus estudios son el mejor testimonio de la labor formativa que se lleva a cabo en Acuautla. Allí los profesores ponen especial hincapié en la asesoría personal con cada uno de los alumnos y sus familias. Es en estas entrevistas donde se detectan y encauzan, siempre de acuerdo con los padres, algunos problemas familiares o de comportamiento que afectan a la educación escolar.

Los sábados, en Acuautla, y con la participación de jóvenes del Valle de Chalco que no son alumnos del colegio, tienen lugar actividades extraescolares que facilitan el aprovechamiento del tiempo libre de los muchachos a través de la formación humana y el deporte.

Mensualmente hay una reunión con los padres en la que se les entregan las evaluaciones de sus hijos. Pueden charlar con el profesor de grupo y se les explica alguna virtud para vivir especialmente durante ese mes. Además, los padres participan voluntariamente en los llamados sábados ecológicos, que permiten mantener en buen estado las instalaciones y limpios sus alrededores.

Entre los padres que llevan a sus hijos por Acuautla predominan los obreros, conductores de vehículos, trabajadores de la construcción, fontaneros y pintores. Muchos de ellos no han tenido acceso a la escuela o la han dejado antes de concluir los estudios básicos para poder dedicarse a trabajar y sostener así a su familia.

Por eso, además de cursos de orientación familiar coordinados por la Universidad Panamericana se les ofrecen clases de alfabetización, educación primaria, secundaria y preparatoria, y una serie de talleres dirigidos por profesionales. También las madres de familia pueden asistir a cursos de cocina, primeros auxilios o corte y confección.

Poco a poco, una prometedora transformación de actitudes, comportamientos y habilidades se va reflejando en las personas, en sus hogares, en la escuela y en todo el entorno de este rincón del Valle del Chalco.

El desafío de extender la formación de EDUCAR a muchas familias más ha llevado a los directivos a plantearse nuevas metas. Los alcances de esta obra que ha crecido sorprendentemente son ilimitados, recordaba recientemente el Presidente del Patronato de EDUCAR A.C.

Testimonio

Esperanza Ríos es madre de familia y vive en el Valle del Chalco. Hace unos años conoció el Centro Escolar Acuautla: "Yo nunca había oído hablar de eso que llaman virtudes. Se me hizo algo raro cuando mi hijo entró en la escuela y empezó a explicarme esas cosas. Poco a poco, él se iba haciendo más alegre, cariñoso y servicial.

Eso me llamó mucho la atención y, cuando me invitaron a los cursos que dan aquí para padres, descubrí muchas otras cosas sobre la importancia que tengo como mujer y que tiene toda mi familia".

Visita de un directivo

En una ocasión un alto directivo de una cadena bancaria visitó los colegios de EDUCAR. Al terminar comentó: "Cuando me invitaron, pensé que conocería una escuela más, pero no ha sido así. Quizá los responsables de esta labor ya no se dan cuenta, pero esta no es una escuela más, es algo muy serio. ¿Por qué?, le preguntaron. Por tres motivos: por la alegría de los niños, por la confianza de los niños y por el respaldo de las familias. Se sorprendieron de que en una corta visita hubiera comprendido el fundamento de estos colegios".