Mons. Javier Echevarría, prelado del Opus Dei entre 1994 y 2016, y el malentendido sobre una declaración acerca de los padres de personas con síndrome de Down

En algunas páginas de internet se reproducen unas supuestas declaraciones realizadas por el entonces prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, durante su estancia en Catania el 9 de abril de 1997 acerca de las personas con discapacidad.

Mons. Javier Echevarría, prelado del Opus Dei entre 1994 y 2016, y el malentendido sobre una declaración acerca de los padres de personas con síndrome de Down

El día 10 de abril de aquel año el Giornale de Sicilia publicó una noticia en la que atribuía al Prelado estas palabras: “Un sondaggio dice che il novanta per cento degli handicappati sono figli di genitori che non hanno mantenuto quella purezza”.

El equívoco se debió a que, en aquella reunión con numerosas familias de Catania, utilizó incorrectamente el término “handicappato” al referirse a una reciente noticia que le había llamado la atención sobre el mayor porcentaje de niños VIH-positivos nacidos de parejas con comportamientos promiscuos. La palabra “handicappato”, en italiano, significa personas con discapacidad, y no enfermos de VIH, a quienes quiso referirse el prelado (el VIH, como se sabe, se transmite por el intercambio de líquidos corporales). La posterior aclaración de Mons. Echevarría en el diario "Avvenire”, no deja dudas sobre su pensamiento.

Pilar, una joven con Síndrome de Down, abraza a Mons. Javier Echevarría durante un encuentro en Portugal (marzo, 2015)

Además, Javier Echevarría aclaró el equívoco en un comunicado publicado dos días después, el 11 de abril (se adjunta debajo), y en una amplia entrevista en el diario Avvenire el día 17: “Esa frase –explicó el entonces Prelado, fallecido en 2016– no se corresponde en absoluto con mi pensamiento de hombre, de cristiano y de sacerdote. Además, afirmar que el noventa por ciento de las personas con discapacidad son hijos de padres que no han llegado castos al matrimonio es algo absurdo y un completo disparate”.

En esa misma entrevista, dedicó palabras de consuelo a los niños seropositivos y a sus padres, a quienes invita a acompañar. Entre otras cosas dijo que: “El mismo Cristo se enfadó con los apóstoles cuando éstos interpretaron la enfermedad como castigo por los pecados”.

El amor a las personas que sufren cualquier discapacidad es un componente esencial del espíritu cristiano que se vive en el Opus Dei. Además, muchos fieles de la Obra tienen hijos y familiares que sufren algún tipo de discapacidad, a los que cuidan con amorosa dedicación.

Existen diversas iniciativas sociales promovidas por personas del Opus Dei que atienden a personas afectadas por el síndrome de Down.


Documentación sobre la polémica

1. Entrevista con Mons. Javier Echevarría a Avvenire, en la que se aclara la falta de fundamento de esta malinterpretación. Avvenire, 17 de abril de 1997.

2. Aclaración de Mons. Javier Echevarría. (Comunicado del 11 de abril de 1997)

Roma, 11 de abril,

He leído con asombro algunos artículos y comentarios publicados, mientras me encuentro de viaje fuera de Italia.

Debo confesar que la interpretación que se ha dado a mis palabras me ha producido gran pena. Cualquier persona con un mínimo de sensibilidad nutre hacia los enfermos, especialmente si son niños, una ternura y un afecto que el corazón sacerdotal no hace sino agrandar. Amor que se extiende a los familiares, a quienes nos gustaría acompañar, sostener y ayudar con todas nuestras fuerzas.

Personalmente he tenido ocasión de encontrar y compartir los sentimientos de muchos padres de handicappati, en centenares de ocasiones. Muchas personas del Opus Dei tienen hijos con síndrome de Down. Buena parte de ellos participan activamente, cuando no han promovido en primera persona, con el aliento de la Prelatura, asociaciones de padres que están en circunstancias similares, y otras múltiples iniciativas en Italia y en otros países.

Tengo, además, parientes muy cercanos con hijos que padecen el Síndrome de Down: me considero, en consecuencia, parte integrante de esas comunidades de familias que buscan dar lo mejor a sus hijos enfermos.

En Catania, durante un encuentro informal, recordé algunas consideraciones sobre la virtud de la castidad, y sus efectos benéficos, tanto en el plano espiritual como físico. Recuerdo haber criticado esos fenómenos, hoy por desgracia no infrecuentes, de los abusos sexuales, la violencia contra la mujer, la pornografía, etc.; y el riesgo de dolorosas consecuencias negativas, en todos los órdenes, de un comportamiento sexual promiscuo. No hago sino reiterar la doctrina católica sobre la materia.

Lamento sinceramente que mis palabras hayan sido malinterpretadas. A los afectados por el síndrome de Down y a sus familias quiero reiterar mis oraciones, mi respeto, mi solidaridad y mi cariño.

Mons. Javier Echevarría

Obispo Prelado del Opus Dei

3. Narración del suceso en el libro “En la tierra como en el cielo” (Álvaro Sánchez-León, Madrid, 2018) pp.

El peor [suceso o qué], según Juan Manuel Mora, es un episodio que «había cancelado de mi memoria, pero me acaba de venir». 9 de abril de 1997. Ante más de 1.500 personas, en Sicilia, don Javier dice unas palabras confusas sobre los discapacitados. Más que fruto de su pensamiento y de su corazón, la expresión fallida es «un error suyo» del directo. Lo que era una idea mal ejecutada dentro de un encuentro privado y largo, se convirtió en un escándalo que todavía salpica hoy las redes, desde que el Giornale di Sicilia publica la cita de manera inexacta, sin contrastar antes que se trataba de un desliz verbal. Pero así funcionan las cosas: un pastor de la Iglesia ha dicho algo que suena mal, y aunque no fuera la música que quería transmitir, hay que ir rápido a contar el desafine y que quede constancia en el disco duro de Internet que el que la dice, la paga...

La cuestión real es que don Javier, sobre el escenario, ha hecho una afirmación rara de causa-efecto entre discapacitados y castidad. Inmediatamente que se pusieron a pulular los titulares que le mandaban a la hoguera, que le hicieron consciente del error cometido sin intención, hubo una rectificación. Pocos días después, el diario Avvenire recoge estas palabras suyas: Esa frase no se corresponde en absoluto con mi pensamiento de hombre, de cristiano y de sacerdote. Afirmar que el noventa por ciento de las personas con discapacidad son hijos de padres que no han llegado castos al matrimonio es absurdo y un completo disparate [“Avvenire, 17 de abril de 1997]. Todo el mundo que conoce al Padre lo sabe. Pero por si acaso.

En su tercer año como prelado, un bache. Lo pasó mal, porque se dio cuenta. Sabiendo perfectamente la realidad que late en su interior, pasa página y aprende desde entonces a tener más cuidado al expresarse. Aun así, alguien se ha encargado de que veinte años después esa frase inhumana, desmentida, siga moviéndose cíclicamente en las redes sociales. “De vez en cuando, Marc le comenta: «Padre, ha vuelto a salir esto, y hemos preparado en la oficina una respuesta». Don Javier le dice: Hay que aclararlo, porque es terrible que alguien piense que una persona de la Iglesia diga algo así, pero no porque sea yo. «Él siempre se volcó con cualquier enfermo. Lo que se publicó no tenía nada que ver con lo que llevaba en su corazón» [Entrevista a Marc Carroggio].

Lo sabe Pilar, sobrina política de don Javier. Nuera de su hermana Josefina. Madre de siete hijos. Y madre de Borja. Borja tiene ahora 40 años y viene de jugar al pádel. Tiene síndrome de Down. Dice Pilar que Borja no suele llorar. Que ella recuerde, sólo cuando murió la abuela, y cuando falleció el tío Javier. Una tarde de mayo, me han invitado a su casa a tomar un café. Suena el timbre. Es él.

Me cuenta Pilar que don Javier siempre ha estado muy pendiente de ellos. Siempre. Antes, durante, y después de que naciera Borja, y antes, durante, y después de que se quedara viuda tan joven, y con siete hijos.

El 8 de diciembre de 1977, el tío Javier escribe una carta de un folio y medio, a mano, a Pilar y a José María. Acaban de conocer lo de Borja. En uno de sus párrafos, dice: Más que de consuelo, pretendo con esta carta convenceros de algo de lo que quizá ya estáis plenamente convencidos: ¡Dios se apoya con confianza en vosotros dos! A lo largo de estos años –ya no son pocos–, he podido conocer bastantes familias en las que tenían tesoros como el que os ha correspondido a vosotros. Esas criaturas que, para muchos, se consideran como una tragedia, se han convertido en lo que son: punto central del hogar, que sirve para que los padres se quieran mucho más, y para que los otros hermanos se desvivan por atender al que más lo necesita.

También puede pasar a declarar Marta: mujer de Álvaro, sobrino-nieto de don Javier. Esperan una hija con síndrome de Down. El Padre les ha sugerido: Ponedle un nombre que os recuerde al cielo. Y se llama María. Yo he visto fotos. Está hecha una mujer ya, y sonríe […] Y he visto un vídeo de su madre hablando de ella delante de un público joven. Y me he hecho fan.

Este es un momento tierra-trágame en la faceta mediática de Javier Echevarría.

En realidad, de sus veintidós años de Padre, el balance que hacen los medios cuando fallece es que ha sido «un buen pastor», como destacan el obituario de The New York Times y el telegrama de pésame, por ejemplo, de la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, de Cinque Stelle. Que ha sido «un normalizador» de la Obra, como refiere John Allen. Un «batallador» que «siempre encontraba una rendija para enfilar el bien». «Un evangelizador» que ha viajado, que ha escrito libros, que ha estado con todos.


Comunicado actualizado.

Oficina de información de Roma