Pablo VI: El Opus Dei, expresión de la perenne juventud de la Iglesia

Una característica del espíritu del Opus Dei es la veneración por el Santo Padre. Publicamos algunos textos extraídos de diversos libros que muestran la veneración por un Papa querido por toda la Iglesia: Pablo VI.

Textos de Pablo VI

«Cumpliendo ahora el venerado encargo del Padre Santo, me es grato significarle que El, en hora densa de acontecimientos y de esperanzas para la Cristiandad, experimenta profundo consuelo al saber cómo tan crecido número de personas, diseminadas en los cinco continentes, practicando los altos ideales que el Opus Dei les propone, tan acomodados a las exigencias de los nuevos tiempos, tratan de servir a la Iglesia como ella desea ser servida; con su conducta personal y profesional vigorosamente cristiana que une la contemplación a la acción, con el sublime afán de plasmar y de difundir en los más variados ambientes de trabajo los postulados de la verdad y santidad Evangélicas».

(Carta del Secretario de Estado, de parte del Papa, después de la audiencia del 24-I-1964: en Ana Sastre, Tiempo de caminar, p. 484)

«En sus palabras hemos advertido la vibración del espíritu encendido y generoso de toda la Institución, nacida en este tiempo nuestro como expresión de la perenne juventud de la Iglesia».

(Quirógrafo de Pablo VI a san Josemaría, 1-X-1964, entregado en la segunda audiencia: en Andrés Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, p. 333)

«Consideramos con paterna satisfacción cuanto el Opus Del ha realizado y realiza por el Reino de Dios; el deseo de hacer el bien, que lo guía; el amor encendido a la Iglesia y a su Cabeza visible, que lo distingue; el celo ardiente por las almas, que lo empuja hacia los arduos y difíciles caminos del apostolado de presencia y de testimonio en todos los sectores de la vida contemporánea».

(Quirógrafo de Pablo VI a san Josemaría, 1-X-1964, entregado en la segunda audiencia: en Ana Sastre, Tiempo de caminar, p. 484) Visita al ELIS (21-XI-1965)

«Acude al Tiburtino, para inaugurar solemnemente el Centro ELIS, que ya está construido y funcionando, junto con una amplia residencia, una escuela hotelera y una parroquia anexa, encomendada también a sacerdotes de la Obra.

Disfruta Pablo VI en ese acto. Recuerda que, años atrás, recién terminada la guerra mundial, pasaba él por ese barrio romano. Unos muchachos callejeros le suplicaron:

—¡Denos trabajo! ¡Denos trabajo!

—¿Qué sabéis hacer?

—Todo... Bueno... nada.

La respuesta no pudo ser más lacerante.

Ahora ve hecha realidad una satisfacción a aquella demanda. Y como Escrivá le pide la bendición para todos los que están allí, en esos nuevos edificios, Pablo VI le propone: "benediciamo insieme", bendigamos juntos, los dos a la vez. Escrivá, conmovido por esa deferencia del Papa, se hinca de rodillas y baja la cabeza.

Poco después, cuando Pablo VI se despide, ya en la puerta, monseñor Escrivá vuelve a arrodillarse sobre el suelo mojado por la lluvia, para besarle el anillo. Pero el Papa, asiéndole por los codos, lo levanta con energía y, mientras le abraza, dice: "Tutto, tutto qui è Opus Dei!" ¡Todo, todo aquí es Opus Dei!».

(Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, p. 448) Audiencia a san Josemaría (25-VI-1973)

«El Papa está consternado. El Papa está triste. Intenta parar el proceso de deterioro, de desvirtuación, de anarquía... Es como si la Iglesia se le fuera de las manos.

Josemaría Escrivá piensa que éste es el momento de ir a consolar y a confortar al Padre común.

El 25 de ese mismo mes de junio, va a visitarle: una audiencia privada que —rompiendo los protocolos de reloj— durará más de hora y cuarto.

En cuanto el fundador del Opus Dei ve al Papa, se clava con las dos rodillas sobre el enlosado de mármol. Pablo VI se conmueve ante ese desusado gesto de fe y de sumisión filial. Concentra vigor en sus brazos y tira físicamente de Escrivá hacia arriba, forzándole a levantarse.

Después, sentados ya, monseñor Escrivá saca su pequeña agenda de bolsillo. Ahí lleva algunas notas de lo que quiere referirle al Papa: buenas y animadoras noticias de la perseverancia fiel de millares de hombres y mujeres de la Obra, y de los pujantes apostolados en tantos países, en tantos estratos de la sociedad, en tantos escenarios de la actividad civil. ¿Crisis sacerdotal? Este año de 1973, como el otro y el otro y el otro, desde 1944, se ordenará una nueva "hornada" de laicos profesionales, con su doble doctorado: el universitario civil y el eclesiástico. Medio centenar más de sacerdotes, cuya única ambición es... ser sacerdotes.

No ha ido a pedirle nada al Papa: sólo quiere darle alegrías, alegrías... Y, una vez más, el corazón de Roma sabe, siente, que hay "una partecica de la Iglesia" donde la mano de Pedro se puede apoyar con firmeza».

(Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, pp. 430-431)

«El Padre habló al Papa de temas muy sobrenaturales, y le puso al día sobre el desarrollo de la Obra y los frutos que el Señor concedía en todo el mundo. Pablo VI se alegró mucho, y a veces le interrumpía dejándose llevar por algún elogio o simplemente exclamando: "Usted es un santo". Lo sé porque, al terminar la audiencia, vi que el Padre tenía un aspecto más bien apesadumbrado, casi triste. Le pregunté el motivo, pero en un primer momento no quiso responderme. Después me contó que el Papa le había dicho aquellas palabras y se había llenado de vergüenza y de dolor por sus propios pecados hasta el punto de protestar filialmente al Papa: "No, no. Vuestra Santidad no me conoce. Yo soy un pobre pecador. Pero el Papa le insistió: "No, no, usted es un santo". Entonces el Fundador replicó lleno de emoción: "En la tierra no hay más que un santo: el Santo Padre"».

(Álvaro del Portillo, Entrevista sobre el Fundador del Opus Dei, pp. 19-20)

«En una audiencia privada, tenida el 25 de junio de 1973, nuestro Padre informó al Papa Pablo VI de la buena marcha del Congreso General Especial. El Papa escuchó con alegría esas noticias, y animó a nuestro Fundador a que siguiera adelante, en vista de la definitiva solución jurídica del problema institucional de la Obra».

(Álvaro del Portillo, Carta, 28-XI-1982, en Rendere amabile la verità, pp. 73-74) Comentarios de Pablo VI sobre el carácter sobrenatural de la Obra

«El propio Pablo VI, reconociendo que el Opus Dei no es una iniciativa humana, sino un mensaje, una misión, una vocación de urdimbre sobrenatural, le dirá un día:

—Dios le ha dado a usted el carisma, para que ponga en la calle la plenitud de la Iglesia».

(Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, p. 455) Audiencias a don Álvaro

«Pude comprobar de modo particularísimo el afecto de Pablo VI al Padre cuando me recibió después de haber sido llamado a suceder al Fundador. Pablo VI me habló del Padre con admiración y dijo que estaba convencido de que había sido un santo. Me confirmó que desde muchos años antes leía Camino a diario y que le hacía un gran bien a su alma, y me preguntó a qué edad lo había publicado nuestro Fundador. Le respondí que lo había dado a la imprenta cuando tenía treinta y siete años, pero precisé que el núcleo del libro ya había aparecido con el título de Consideraciones espirituales en 1934, y lo había redactado un par de años antes, es decir, a la edad de treinta años. El Papa se quedó un momento pensativo y después observó: "Entonces lo escribió en la madurez de su juventud"».

(Álvaro del Portillo, Entrevista sobre el Fundador del Opus Dei, p. 18)

«El 5 de marzo de 1976, el Papa concede una audiencia a don Álvaro del Portillo. Acaban de dar las doce de la mañana. Unos minutos después, es introducido ante Pablo VI. El Romano Pontífice le recibe en pie, apoyado sobre la mesa de trabajo. Levanta sus brazos, cuando le tiene cerca, y le felicita con gran cariño.

—"Santidad, agradezco mucho esta felicitación, pero yo pido al Santo Padre que tenga conmigo la caridad de concederme su Bendición Apostólica y sus oraciones. Porque soy el sucesor de un santo, y eso no es nada fácil.

—Ma adesso il santo è in Paradiso, e ci pensa lui; ahora el santo está en el Cielo, y él se preocupa de llevar la Obra adelante".

(Ana Sastre, Tiempo de caminar, pp. 643-644)