La canonización de san Josemaría

Escrivá de Balaguer “democratizó” la santidad, y el Papa lo propone como ejemplo a toda al Iglesia. Pero ¿cómo pueden imitar a un sacerdote las mujeres y los hombres de a pie, que llevan una vida completamente distinta y afrontan problemas muy diferentes?

El beato Josemaría repitió con una insistencia machacona que él no era el modelo: el único modelo es Cristo y el modelador es el Espíritu Santo, solía decir. En este caso, como en toda canonización, la Iglesia invita no tanto a imitar la personalidad de un determinado santo, sino a aprender, mirando a ese santo, a imitar a Cristo. Y el beato Josemaría, sacerdote secular que amaba el mundo y la secularidad, nos invita a imitar a Cristo en todo momento y en todo lugar, en las diversas circunstancias de la vida ordinaria.

Estoy persuadido de que la figura de san Josemaría será siempre muy actual. La mejor respuesta a su pregunta será la Plaza de San Pedro durante la ceremonia de la canonización. Se encontrará decenas de miles de personas corrientes, gente que nunca sale en los periódicos, que pasa sus apuros para llegar a fin de mes, que intenta ser feliz procurando estar cerca de Cristo cada día. Y que han querido venir a Roma para agradecer a Dios el regalo de este santo que les ha ayudado a descubrir la grandeza de su vocación cristiana.

Juan Vicente Boo, ABC (Madrid), 6 de octubre de 2002.