“Si en algo quiero que me imitéis...”

San Josemaría quiso que sus hijos heredaran el amor que sintió siempre por la Virgen. Su devoción a la Madre de Dios, a cuya intercesión acude la Iglesia en este año, queda reflejada en un libro sobre el Fundador del Opus Dei y su devoción a la Virgen de Fátima, entre otras advocaciones.

Imagen de la Virgen de Fátima.

Mons. Javier Echevarría escribe en la introducción del libro que el Fundador sentía hacia la Virgen “una devoción tierna y fuerte, profunda y sincera, alegre y serena, entusiasmada y piadosa, con amor siempre renovado propio de un enamorado, de un apasionado. No era posible oírle hablar de la Madre de Dios sin quedarse conmovido o, por lo menos, convencido de que la amaba locamente. En sus palabras se unían una piedad filial, que desarmaba toda la resistencia, y una sabiduría teológica que atraía por la fuerza convincente de su luz”.

San Josemaría puso siempre sus alegrías y sus penas en el regazo de la ‘Señora más brillante que el sol’ y dejó en sus manos el desarrollo de la Obra de Dios y la santidad de sus hijos. “El principio del camino que tiene por final la completa locura por Jesús, es un confiado amor hacia María Santísima”, dice en uno de sus escritos.

La filial relación entre san Josemaría y la Virgen se describe en un nuevo libro, publicado por ediciones Palabra y escrito por el sacerdote Manuel Martínez, bajo el título “Josemaría Escrivá, peregrino de Fátima”. A este santuario mariano de Portugal acudió en 11 ocasiones, entre 1945 y 1972. Fátima fue uno de los principales puntos de encuentro con la Madre de Dios, junto con Torreciudad, Lourdes y Guadalupe.

El libro se divide en seis capítulos: Relato de la historia de las apariciones de la Virgen a los pastorcillos y reconocimiento de la Iglesia; biografía de san Josemaría; devoción mariana del Fundador del Opus Dei; visitas a Fátima, con especiales ruegos por la Obra (1951) y la Iglesia (1967); misas de acción de gracias por su elevación a los altares; y nuevas visitas realizadas por los sucesores del Fundador.

Francisco y Jacinta, también amigos de la Virgen.

“Su devoción mariana -dice en el prólogo Mons. Serafim de Sousa, obispo de Leíria-Fátima- nació en Barbastro, en el regazo de su madre; creció y casi se consagró en Torreciudad, y se fue robusteciendo con más energía en otros santuarios, desde Fátima a Guadalupe. Fátima, sin embargo, era para él un lugar predilecto y podemos decir que Josemaría Escrivá es el primer peregrino de Fátima canonizado”.