La materialidad de un mensaje espiritual

Bajo este título la asociación Alfar de Salamanca celebró una mesa redonda conmemorativa del centenario de san Josemaría Escrivá. El acto tuvo lugar el día 7 de noviembre en el salón de actos de la Junta de Castilla y León.

Los ponentes explicaron su relación con san Josemaría.

Dos profesionales muy diferentes -Joan Mayné, escultor; y Rafaela Santos, médico-psiquiatra y vicepresidenta de la Fundación Desarrollo y Asistencia- expusieron cómo dan vida al mensaje espiritual del nuevo santo. Mª Antonia Virgili, catedrática de Musicología de la Universidad de Valladolid, moderó el acto que contó con una activa participación del público asistente.

Mayné describió su apasionada inclinación hacia la escultura desde la infancia, a pesar de la oposición familiar que reflejó de forma amable y amena. Su encuentro con Josemaría Escrivá fue en plena juventud cuando en las milicias universitarias un compañero le regaló un ejemplar de ‘Camino’, un libro que le afianzó en la vida de fe y de piedad.

Definió su quehacer artístico –en el ámbito de la escultura religiosa- como un medio de transformar no sólo el barro que modela sino a la persona que se va a situar enfrente: “Una escultura buena, ya la haré. Pero, sobre todo, quiero una escultura ante la que recen. Que les transforme, que se sientan identificados con ella. Que lleguen a decir: No sé qué tiene. Eso es lo que me interesa... Ese no sé que tiene indica que la imagen está interpelando a quien la mira, no le deja estático o indiferente”.

Mayné animó a los padres a no cortar la inclinación profesional de los hijos “si desarrollan lo que ellos quieren, señaló, llegarán a lo más alto”.

Rafaela Santos introdujo al público en su trayectoria profesional como médico psiquiatra. Su encuentro con San Josemaría tuvo lugar también en su época de estudiante. “Estudiaba primero de Medicina cuando una compañera me invitó a un Colegio Mayor donde vi un repostero con una frase que despertó mi conciencia: ‘Para servir, servir’, decía. Era una frase del Fundador del Opus Dei. Aquello me sirvió para orientar mi futuro profesional como un auténtico servicio”.

En los años 70, con un grupo de universitarias de Madrid, participó en una labor social por barrios periféricos de Madrid. “Poco a poco recibí lecciones para toda la vida. La solidaridad tiene una raíz profunda. No es simplemente filantropía, el fundamento es la filiación divina. Formamos todos una gran familia humana. Somos hijos de Dios y así no hay diferencias”.

A continuación, describió la Fundación ‘Desarrollo y Asistencia’ a la que dedican su tiempo más de mil voluntarios en Madrid. “No saben hacer una escultura. Pero hacen una obra de arte con su tiempo: atender a una persona mayor sola, que no sale a la calle, que no tiene compañía. En biografías de San Josemaría leemos que contagiaba alegría. Intentamos hacerlo así. Lo que importa es cambiar la sociedad: hacerla mejor”.

Mª Antonia Virgili cerró el acto contestando a una pregunta sobre la forma de realizar como creyente un trabajo intelectual. “Hemos escuchado a dos personas muy distintas. No importa lo que cada uno lleva entre manos. Lo esencial es realizarlo con coherencia, que sea un reflejo de lo se lleva dentro”.