8. El amor a la Iglesia y al Papa

Libro escrito por Dominique Le Tourneau sobre la estructura y el espíritu del Opus Dei

San Josemaría resumía la espiritualidad del Opus Dei en tres jaculatorias que repetía con frecuencia: Deo omnis gloria: “Para Dios toda la gloria”; Regnare Christum volumus: “queremos que Cristo reine”; Omnes cum Petro ad Jesum per Mariam: “Todos con Pedro —el Papa— hacia Jesús por medio de María”.

“El amor al Romano Pontífice —decía— ha de ser en nosotros una hermosa pasión, porque en él vemos a Cristo.” (Amar a la Iglesia, p. 34).

La unión con Dios es fuente de optimismo y alegría: “Cuando te “entregues” a Dios no habrá dificultad que pueda remover tu optimismo” (Camino, 476). Por eso, decía, “la verdadera virtud no es triste y antipática, sino amablemente alegre” (Camino, 657). El amor verdadero, fruto de darse a los demás, olvidado de uno mismo, “trae consigo la alegría, pero es una alegría que tiene sus raíces en forma de cruz. Mientras estemos en la tierra y no hayamos llegado a la plenitud de la vida futura, no puede haber amor verdadero sin experiencia del sacrificio, del dolor. Un dolor que se paladea, que es amable, que es fuente de íntimo gozo, pero dolor real, porque supone vencer al propio egoísmo, y tomar el Amor como regla de todas y cada una de nuestras acciones” (Es Cristo que pasa, 43).

Esta afirmación está en plena consonancia con la enseñanza de la Iglesia. El magisterio reciente ha recordado el sentido cristiano del sufrimiento, y su valor corredentor y salvífico. Ése es precisamente el título de un documento pontificio —Salvifici doloris— en el que el Papa mostraba cómo el dolor forma parte del misterio del hombre y afirmaba que “en el sufrimiento se esconde una particularfuerza que acerca interiormente el hombre a Cristo, una gracia especial” (Carta Apostólica Salvifici doloris, 26).