Viernes, 14 de noviembre. Por las calles de Roma

Biografía de MONTSE GRASSES. SIN MIEDO A LA VIDA, SIN MIEDO A LA MUERTE. (1941-1959) por José Miguel Cejas. EDICIONES RIALP MADRID

Al día siguiente dieron un breve paseo por Roma: vieron los puentes sobre el Tíber, los palacios renacentistas, las iglesias barrocas, las fuentes de Bernini, las viejas callejuelas con mosaicos e imágenes de la Virgen en las esquinas... En casa de sus padres, en Llar, saludaba siempre con un piropo la imagen de la Virgen que había en su habitación o en la sala de estar. El amor a la Madre de Dios tenía un especial relieve en su vida de piedad: cada noche, antes de acostarse, rezaba las tres avemarías; procuraba poner cada vez más amor al recitar las avemarías del Rosario; y con mucha frecuencia repetía jaculatorias a la Virgen o la oración del "Acordaos" de San Bernardo, pidiendo por la persona que más lo necesitara en aquel momento. Pero, aquí en Roma, con su imagen casi omnipresente, ¡qué fácil era acordarse de Ella..! Le parecía todo un sueño: era como estar en el Cielo.

Y del Cielo al suelo: de vez en cuando algo brillaba sobre los viejos empedrados romanos: ¡una chapa! ¡una chapa italiana! "¡Qué alegría -pensaba- la de Nacho cuando las vea!" Intentó agacharse discretamente para recoger una chapa olvidada en la acera o junto a la mesa de un restaurante... Cuando le preguntaron por qué lo hacía, explicó que su hermano Ignacio le había pedido que le trajera chapas italianas para su colección, aunque con una condición: "traémelas... -le dijo- si no tienes que agacharte". Entonces las que vivían en Villa delle Palme le pidieron al lechero que venía habitualmente un buen surtido de chapas y pudo llevarse, feliz, una bolsa llena para su hermano. Estaban haciendo lo que el Padre les había dicho: "adivinarle el pensamiento".

Ese baile nocturno ante la imagen de la Virgen -la titiritaina un baile de enamorados de la tradición popular catalana-, ese conjunto de chapas, aparentemente insignificante, constituyen un retrato de cuerpo entero de la vida de Montse. Un dolor que se convierte en alegría, en canción, en baile y música; un pequeño sacrificio aparentemente sin importancia, que esconde un acto de amor. Son esos actos de amor que están, como las chapas, al alcance de todos y cada uno... Pero ella hizo colección.