¿Naranja? ¿Turquesa?

Biografía de MONTSE GRASSES. SIN MIEDO A LA VIDA, SIN MIEDO A LA MUERTE. (1941-1959) por José Miguel Cejas. EDICIONES RIALP MADRID

A su madre también le desconcertaba la actitud de su hija. Un día de aquel verano vinieron a hacerle un vestido y Montse no acababa de decidirse: eran dos telas con el mismo estampado y dudaba entre una de tono turquesa y otra de tono naranja. Su madre la miraba asombrada. Aquella indecisión de su hija le confirmaba en sus sospechas: Montse debía estar íntimamente convencida de que se iba a curar; si no, aquellas cavilaciones no tenían sentido...

"¿Por qué tardará tanto en escoger el vestido esta chica? pensaba yo -recuerda su madre-. ¿Qué más le dará que sea turquesa o naranja? ¿Cómo es posible que a estas alturas esta hija mía me venga con estas dudas, como si fuera a llevar este vestido este verano y el que viene, y el otro y el otro?"

Pero Montse seguía allí: mirando y remirando las telas: la verdad es que ésta queda bien, pero ésta...

"Yo seguía diciéndome -cuenta su madre-: ¡Será posible...! ¿Se habrá olvidado de lo que le hemos dicho...? No lo creo...

Entonces me crucé en mitad del pasillo y le pregunté:

-Oyeme Montse: Papá está convencido de que te curarás. Yo a veces también lo pienso. ¿Y tú?

No me respondía.

-Dime lo que piensas -le insistí-, que tú nunca dices nada...

Me miró con un gesto apacible y sonriente.

-Yo no lo pienso nunca -me dijo, como indicándome que se había abandonado totalmente en Dios..."

Esta sorpresa se daba en todos los que la trataban, ya que, para los que no sabían lo que le pasaba, era muy difícil sospechar la gravedad de su situación. Jean Marie, el chico francés que realizaba el intercambio con Enrique, vino de nuevo, como el año anterior, a pasar unos días en Seva, y se incorporó al ritmo de la vida familiar. "De vez en cuando le hacía a Montse alguna broma sobre su pierna -recuerda Manuel Grases- sin sospechar ni remotamente lo que tenía. Ella, al oírlo, sonreía en silencio".

"Eso mismo sucedió el día de la fiesta Mayor de Seva -recuerda María Luisa- cuando subimos al campanario de la iglesia para ver y oír las sardanas desde arriba. Estuvimos bastante rato en silencio contemplándolo todo... Yo veía que para ella aquello era un adiós a todas las cosas, verlas y sentirlas por última vez...

Pero no dijo nada, y bajamos".

Montse, estaba claro, odiaba el dramatismo.