8. UNA NUEVA BENDICION DE DIOS

Biografía de MONTSE GRASSES. SIN MIEDO A LA VIDA, SIN MIEDO A LA MUERTE. (1941-1959) por José Miguel Cejas. EDICIONES RIALP MADRID

Dios había bendecido abundantemente a la familia Grases: les había dado ocho hijos y una posición económica relativamente acomodada. Quiso bendecirlos aún más y les concedió... una quiebra económica.

Sorprendente modo de bendecir, pensará el lector. Pero el cristiano sabe que cuando Dios permite el descalabro económico esa contradicción es, al igual que el dolor, un signo de predilección. Dios había permitido la ruina económica, como hemos visto, en el hogar del Fundador del Opus Dei, en el de Isidoro Zorzano, en el de María Ignacia...

La llegada de la ruina económica suele tener con frecuencia una característica: se presenta, desde un punto de vista humano, en el peor momento. Terminada la ampliación de los Productos "Pyre", Manuel Grases había promovido, años atrás, un almacén de maquinaria, que empezó a atravesar, a comienzos de los cincuenta, una situación difícil. "Todo fue fruto -explica Manuel Grases- de una competencia desleal en el negocio que nos dejó en muy poco tiempo, en una situación económica muy apurada. Y nos vino cuando teníamos un buen número de hijos, algunos ya bastante crecidos y había que pagar todos los colegios..."

Los pequeños Grases, sin comprender demasiado lo que sucedía, vieron como sus padres se esforzaban por vivir todas las obligaciones de justicia -y algunas que no eran tan de justicia, pero eran propias de un corazón cristiano- con los trabajadores que dependían de ellos, aunque el cumplimiento de esas obligaciones los dejara en las últimas... Fue una lección de honradez y rectitud que nunca olvidarían.

"A pesar de que nos quedamos en las últimas -recuerda Manuel- no quisimos quitar a los niños de los Colegios a los que iban, porque allí les daban, aparte de la formación humana y académica, una buena formación religiosa, y pensábamos que su educación era lo primero. Y comprobamos que Dios aprieta, pero no ahoga, porque en ambos colegios me dieron toda clase de facilidades. Y no se me olvidará nunca aquel día por la mañana...

Teníamos pendiente una deuda urgente y no sabíamos como resolverla. Habíamos puesto ya todos los medios: habíamos vendido el coche, y Manolita ya no podía contar con la ayuda de ninguna chica para las faenas de la casa. Tenía que enfrentarse, sola, con el cuidado de los ocho hijos... Y yo estaba acosado por las deudas. Era una situación terrible.

No sabíamos qué hacer... y aquel día, nos abandonamos en los brazos de Dios: 'Tú sabes Dios mío, que no sabemos como salir adelante, que tenemos ocho hijos...'. En ese preciso momento se presentó el cartero que nos traía un giro postal de 40.000 pesetas que nos mandaba un 'hereu de confiança' de unos parientes míos de Manresa que habían fallecido y de los que ni siquiera conocía su existencia. Eso nos ayudó a confiar siempre en Dios, pasara lo que pasase..."