Comienzos en Barcelona

Biografía de MONTSE GRASSES. SIN MIEDO A LA VIDA, SIN MIEDO A LA MUERTE. (1941-1959) por José Miguel Cejas. EDICIONES RIALP MADRID

La decisión de entrega de Encarnita no fue un caso aislado. Al día siguiente, le presentaron al Fundador a Enrica, hermana de Francisco Botella, aquel joven valenciano miembro del Opus Dei con el que había atravesado los Pirineos, y que le había acompañado después, junto con Pedro Casciaro, durante su estancia en Burgos. Enrica había pedido en el mes de abril la admisión en el Opus Dei. Un mes más tarde lo hizo Nisa González Guzmán. Y así, en los años siguientes, Dios iría enviando a la Obra sucesivas vocaciones de mujeres jóvenes: Guadalupe Ortiz de Landázuri, María Teresa Echeverría, Carmen Gutiérrez Ríos, Victoria López Amo, Raquel Botella y una catalana, Digna Margarit...

En cada uno de esos viajes apostólicos, Dios iba suscitando también vocaciones y respuestas generosas de hombres jóvenes. La labor crecía, como le gustaba decir a don Josemaría, "al paso de Dios"; y junto con Valladolid, Valencia y Zaragoza, una de las primeras ciudades a las que viajó el Fundador al acabar la guerra fue Barcelona, con un propósito decidido y concreto: poner los cimientos de la futura labor del Opus Dei en Cataluña.

Hizo varios viajes a la Ciudad Condal, acompañado unas veces por Isidoro Zorzano u otros miembros del Opus Dei, como Alvaro del Portillo y José María Hernández de Garnica. En el viaje que hizo durante el mes de mayo le acompañaban, además de Alvaro del Portillo y de José Luis Múzquiz, Juan Jiménez Vargas que preparaba sus oposiciones a cátedra de Fisiología. ¡Qué lejanos le parecían a Juan ahora aquellos días de la guerra en los que deambulaba junto a don Josemaría por esas mismas calles barcelonesas, con hambre, sin dinero, con temor a que cualquier patrulla de milicianos los detuviera, mientras aguardaban el momento propicio para atravesar los Pirineos! Durante esa estancia en Barcelona, el Fundador habló con un chico joven, José María Casciaro, hermano menor de Pedro Casciaro."A la hora de comer -cuenta José María- me llamaron por teléfono: había llegado el Padre a Barcelona, podía ir a verle aquella tarde al Hotel Urbis. Al acabar de comer salí corriendo. Y el Padre me recibió inmediatamente".

Aquellas prisas de José María obedecían a una razón muy concreta: quería que el Fundador le dejara pertenecer al Opus Dei. Pero don Josemaría quería cerciorarse bien de que aquella decisión era fruto de un motivo sobrenatural y no el resultado de una admiración humana hacia su hermano mayor...

"Una de las primeras preguntas -sigue contando José María Casciaro- fue si alguien me había influido o movido para tomar aquella decisión (...). Sin detenerme a pensar me salió una respuesta, que aproximadamente fue:

-Padre, nadie me ha influido ni convencido para esto; mi hermano me explicó la Obra, pero nunca me ha dicho nada que pudiera ser ninguna clase de influencia o presión; he sido yo quien lo desea.

El Padre, insistió, con tono menos severo, concretando que pensara a ver si Pedro no me había influido. Volví a repetir que no lo había hecho, pues era la verdad.

Volvió por tercera vez a preguntarme en el mismo sentido, en concreto si yo obraba libremente y después de haberlo considerado despacio en la presencia de Dios. Y volví a responder que sí, que lo había pensado durante cuatro meses y no tenía ninguna duda (...). Me dijo al final que me podía considerar de la Obra desde aquel momento (...).

Posteriormente, al recordar esta conversación (...), he comprendido el exquisito cuidado con que el Padre velaba por la libertad en la entrega a Dios, para que ésta fuese sincera y por motivos exclusivamente sobrenaturales".