Josemaría Escrivá de Balaguer.

Biografía de MONTSE GRASSES. SIN MIEDO A LA VIDA, SIN MIEDO A LA MUERTE. (1941-1959) por José Miguel Cejas. EDICIONES RIALP MADRID

¿Quién era aquel don Josemaría -así, con los dos nombres unidos, para mostrar su devoción a la Virgen y a San José- del que tanto le hablaban a Juan? Por aquel entonces era un joven sacerdote de treinta años, oriundo del Alto Aragón, donde había nacido en el año 1902, en el seno de una familia cristiana relativamente acomodada. Era el segundo hijo de don José Escrivá, un pequeño comerciante de Barbastro, y de Dolores Albás. Su padre -ya fallecido- había sido un hombre íntegro y leal, probado en el sufrimiento: había visto morir, una tras otra, a sus tres hijas pequeñas; había sabido aceptar, con serenidad, la quiebra de su negocio familiar y se había tenido que trasladar, como consecuencia de aquella quiebra, a Logroño, con los dos hijos que le quedaban -Carmen y Josemaría- a finales de 1915.

Un día de crudo invierno de 1917, cuando Josemaría tenía unos 15 ó 16 años y era un joven estudiante de Bachillerato, experimentó con fuerza, en lo más hondo del corazón, la llamada divina. El motivo fue aparentemente nimio: vio, sobre la nieve, las huellas de los pies descalzos de un carmelita. Entendió que Dios le llamaba a su servicio y para ver más clara la voluntad de Dios, decidió hacerse sacerdote.

Pocos meses más tarde, a finales de noviembre en 1918, Josemaría comenzó sus estudios eclesiásticos como alumno externo del Seminario de Logroño.

Sin embargo, desde el día en el que había visto aquellas huellas en la nieve, había ido creciendo en el fondo de su alma un presentimiento: Dios lo estaba preparando para "algo"..., pero no sabía lo que era. Pedía luz, cada vez con mayor intensidad: "Señor, ¿qué quieres que haga? Domine, ut videam! ¡Señor, que vea!

"Dos años después, en 1920, se trasladó al Seminario de Zaragoza. El Rector del Seminario, don José López Sierra, quedó impresionado por su piedad intensa, recia, constante y, al mismo tiempo, alegre y atractiva; su serenidad, sentido del humor y sonrisa amable y acogedora con todos, como se refleja en esta fotografía de aquellos años.

Su padre no llegó a verle de sacerdote. Murió repentinamente, pocos meses antes de la ordenación sacerdotal de Josemaría, que tuvo lugar en Zaragoza el 28 de marzo de 1925. A partir de entonces don Josemaría se hizo cargo de su madre, de su hermana Carmen y de su hermano pequeño Santiago, nacido en Logroño pocos años antes.

En 1927, el Arzobispo de Zaragoza le había autorizado a trasladarse a Madrid para realizar su doctorado en Derecho, carrera civil que había estudiado, además de la eclesiástica. En aquella época, el doctorado sólo podía obtenerse en la Universidad Central de Madrid. Y desde su llegada a la capital había llevado a cabo, al mismo tiempo que preparaba su doctorado en Derecho Civil, una ingente labor apostólica: había trabajado como capellán de una institución benéfica, el Patronato de Enfermos; había instruido a muchos cientos de niños para que pudieran recibir la Confesión y la Primera Comunión; y atendía en sus casas o en los hospitales, a millares de enfermos y desvalidos, administrándoles los Sacramentos.