Formando a los más jóvenes. A Zaragoza y Barcelona. Viajes profesionales para «pulsar calderas»

Biografía de ISIDORO ZORZANO LEDESMA. Ingeniero Industrial. (Buenos Aires, 1902-Madrid, 1943) por José Miguel Pero Sanz.

A uno a quien los lazos familiares dificultan la entrega a Dios, le advierte que resulta fácil cuando existe un verdadero amor, como el que Romeo sentía por Julieta. Y a otro le quedan muy grabadas las palabras que, un día de agosto, le dice Isidoro mientras pasean juntos por la Castellana: «¿Tú sabes lo que supone tener la seguridad de que servimos a un Señor que tiene en cuenta todos nuestros actos, por pequeños que sean, y que los premiará en la gloria?».

El Beato Josemaría y algunos de sus hijos mayores viajan los fines de semana a distintas ciudades y establecen así los fundamentos para una labor apostólica permanente en Valencia, Valladolid, Zaragoza, Barcelona, etcétera. El fin de semana se reduce a menudo al domingo, lo que supone pasar en tren dos noches consecutivas, para estar el lunes cada uno en su trabajo.

Isidoro participa en alguna de estas correrías apostólicas. El primer aniversario «de la Victoria», proporciona varios días de vacación seguidos. El 29 de marzo (1940) el Padre, Álvaro, Isidoro, y otros dos toman el tren hacia Zaragoza, donde pasan el día 30. Conversan, en tertulia de amigos e individualmente, con un buen número de universitarios interesados por conocer el Opus Dei: tres de ellos han solicitado ya, pocas semanas atrás, ser admitidos.

Uno de ellos recuerda cómo «en cierto momento nos preguntó el Padre [...] si teníamos crucifijo. Al responderle negativamente, pidió a los que le acompañaban desde Madrid que entregaran sus crucifijos a los zaragozanos». El que Isidoro había usado durante la guerra —ante el que rezaba cuando supo que Álvaro y sus acompañantes lograrían pasar a Burgos— correspondió a José Javier López Jacoíste.

Por la noche, el Padre, Álvaro, Isidoro y Chiqui siguen viaje a Barcelona, donde se hospedan en el Hotel Internacional. En la Ciudad Condal se entrevistan, como en Zaragoza, con bastantes universitarios. Uno de ellos, refiriéndose a la Obra y a Isidoro, dice: «Cuando este señor —tan serio y tan formal— pertenece a esto, tiene que ser una cosa grande». Zorzano regresa a Madrid el día 1 por la noche: el 2 es laborable. También en Barcelona, estos días, algún estudiante ha pedido ser admitido en el Opus Dei, con el consiguiente gozo para el ingeniero, al que todos saben «siempre pendiente de este crecimiento de la Obra» y a quien «cada nueva vocación le alegraba en extremo». De todas maneras, Isidoro no valora la eficacia del apostolado por el número de personas que se incorporan al Opus Dei, sino por el servicio prestado a todas las almas. Respecto a los amigos o personas que frecuentan los medios de formación de la Obra sin mostrar signos de vocación, Zorzano recuerda que «no se puede dejar a la gente; eso no es el espíritu de la Obra». Del Fundador han aprendido a procurar que todas las personas —sean o no llamadas por Dios al Opus Dei— se acerquen más a Cristo.

Isidoro viaja mucho en estos tiempos, casi siempre por motivo profesional: como ferroviario tiene, para los desplazamientos, tarjetas de libre circulación en primera clase, por las diversas redes. Su trabajo le lleva, como él dice, a «pulsar» las locomotoras, que los Ferrocarriles del Oeste han hecho construir o reparar en Bilbao, en Sevilla, en Valencia, o en otras localidades.

Estas visitas de inspección comienzan, en ocasiones, con cierta tirantez: puesto que Zorzano trabaja en la presencia de Dios, no se limita a tomar un café y firmar, sin más, el visto bueno. Como en los talleres de Málaga, también ahora revisa concienzudamente las calderas, las golpea y comprueba su correcto funcionamiento. Esta seriedad causa una excelente impresión a los proveedores, que quisieran tener un ingeniero tan competente trabajando para ellos. El dueño, concretamente, de la valenciana empresa Devís le ofreció un puesto en sus talleres, donde percibiría un sueldo notablemente superior al que cobraba en Madrid. Como la oferta parece interesante, algunos miembros de la Obra piensan que Isidoro aceptará.

A decir verdad, su traslado no vendría mal. De hecho, Zorzano es el Presidente de la Sociedad Civil de Estudios Superiores, titular de la nueva residencia de estudiantes en Valencia.

Pero el puesto de Isidoro no está en Valencia, sino en Madrid. En la capital puede compaginar el trabajo profesional con su encargo como administrador del Opus Dei.