Provocaciones en los talleres. Gimnasio en la calle de la Bolsa

Biografía de ISIDORO ZORZANO LEDESMA. Ingeniero Industrial. (Buenos Aires, 1902-Madrid, 1943) por José Miguel Pero Sanz.

Esta primavera resultará incómoda para Zorzano en los talleres. «En el periódico extremista ferroviario viene un artículo metiéndose descaradamente conmigo, porque alegan que prohíbo colocar en los Talleres pasquines comunistas y que, sin embargo, se ha colocado uno» —Isidoro puntualiza: «que yo no he visto»— «a propósito de la Semana Santa y que lo he autorizado».

Como recuerda un colega de Zorzano, «las luchas sociales, muy enconadas, tenían en los talleres de Málaga su foco principal». No falta quien busca las cosquillas al ingeniero: «Un día —cuenta un obrero— apareció pintada en un botijo, que utilizábamos para beber agua, una figura grosera y de mal tono». Isidoro no desorbita la provocación: eso pretenden los autores. Sin averiguar quién lo ha hecho, manda sencillamente borrar la inconveniencia. También apareció alguna pintada muy personal: «¡Muera D. Isidoro!». Sus hombres lo quieren y las pullas vienen de unos pocos envenenados desde fuera. Le dan pena esos pobres «a los que hay que perdonar porque no saben lo que dicen»

.A finales del curso 1934-1935 Isidoro está en mala forma física. Ya en invierno se sintió indispuesto algunos días y en primavera sufrió una colitis prolongada. Con el verano llegan los días de «terral»: el viento caluroso y seco, que «me descompone y me destempla, como si mi sistema nervioso de compusiera de cuerdas de guitarra». Contra su costumbre, va «por la calle sin americana y con las mangas de camisa recogidas». Pero, con todo, «hay días que, sin exageración, tengo que hacer esfuerzos para poder caminar».

Isidoro, amigo de la naturaleza y de largos paseos por el monte, no es un deportista, en sentido estricto. Pero, como el ejercicio alivia sus dolores de cabeza, acude todos los días a un gimnasio.

El propietario del local, en la calle de la Bolsa, registra el 17 de junio los datos físicos del nuevo cliente —«Estatura 1,63; mal de perímetro; mal de capacidad respiratoria»— y luego dirá que mejoró mucho después de acudir a su establecimiento. También recuerda que Zorzano llevó por el gimnasio a varios ingenieros amigos. Allí procuran mejorar sus condiciones físicas. Isidoro suele sacar punta al asunto y elevar las miras de sus amigos hacia el cultivo también de la vida cristiana.

Zorzano aprovecha todas las oportunidades apostólicas. Para esa labor cuenta, imitando al Padre, con buenos intercesores: «Tengo verdadera predilección por los Apóstoles, modelos nuestros; y ellos, en justa reciprocidad, tienen que corresponder velando por nuestro apostolado».

Los jóvenes que acuden a los cursillos organizados por Acción Católica responden tibiamente. Hay quien «no concibe mayor perfección espiritual»; otro «tiene novia y lo supedita todo a esto». El Evangelio contempla esta figura del invitado que disculpa su negativa porque ha tomado esposa. Isidoro topará también con la situación inversa: un ingeniero que no quiere saber nada, porque ha perdido a su mujer.

Más chusco resulta el fracaso de Zorzano con un joven que le recomendó un sacerdote. El muchacho visita en mayo a Isidoro. Después coinciden en Misa y vuelven a conversar: el chico resulta ser administrador de una señora muy adinerada y limosnera. ¿No podría esta dama orientar algún donativo hacia DYA? A mediados de junio salen juntos de excursión, pero la inesperada presencia de un tercero impide a Zorzano tantear el terreno. El joven responde con evasivas cuando Isidoro por fin, a primeros de julio, plantea el asunto. La próxima vez el administrador acude nuevamente «protegido» por un amigo, lo que impide conversar en serio. En agosto el muchacho afronta la cuestión: hablará con la señora «cuando lo crea propicio; y —una vez que se interese por ello—» Isidoro la visitará. La próxima noticia deja petrificado a Zorzano: «el administrador ha presentado la dimisión de su cargo y se ha ido a Melilla colocado». La rumbosa señora «por lo visto no le pagaba más que 100 pesetas mensuales»... Málaga sigue proporcionando sorpresas a Isidoro.