Academia DYA. Elecciones de 1933

Biografía de ISIDORO ZORZANO LEDESMA. Ingeniero Industrial. (Buenos Aires, 1902-Madrid, 1943) por José Miguel Pero Sanz.

Recién llegado Isidoro de Roma, el 13 de septiembre fallece santamente una de las primeras mujeres del Opus Dei: María Ignacia García Escobar. Afectada por una tuberculosis incurable, ocupaba desde 1930 una cama en el Hospital del Rey. El 9 de abril de 1932 había solicitado ser admitida en la Obra. También ella podía santificar su «profesión»: la enfermedad. El Beato Josemaría presidió su entierro en el cementerio de Chamartín. Isidoro escribe: «¡Qué frutos tan magníficos está dando la Obra! Y todavía no ha empezado. Contamos ya con verdaderos santos...».

Este otoño de 1933 traerá novedades políticas.

El gobierno de Manuel Azaña, cuyo último golpe sectario es la ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, se ha desgastado y acaba cayendo en septiembre. Lo substituye uno más moderado, que preside Alejandro Lerroux. Se disuelven las Cortes y se convocan elecciones generales para los días 19 de noviembre y 3 de diciembre.

Pocas fechas antes de la primera vuelta electoral, los miembros del Opus Dei han encontrado en Madrid, en la esquina de las calles Luchana y Don Juan de Austria, un entresuelo que reúne condiciones para establecer la academia. Don Josemaría pide a Zorzano que se acerque por la capital: el contrato del piso se hace a su nombre. También se le pide que encargue en sus talleres una placa, de bronce, para la puerta del centro: «ACADEMIA DYA». Pronto anunciará que «está ya terminada: ha quedado bastante bien».

Se trata de un establecimiento civil, no eclesiástico, que impartirá lecciones de Derecho y de Arquitectura. Sus iniciales coinciden con el lema «Dios y Audacia» que anima la empresa. De ahí el nombre DYA. Isidoro, que no pudo asistir el 1 de diciembre a su inauguración, escribe bromeando: «No me parece serio que haya un Ingeniero Industrial en la Obra y, sin embargo, no se pueda constituir la sección de Industriales en la Academia».

Pero supuesto continúa en Málaga, donde sólo se habla de política. Incluso en Acción Católica: «La mayor parte de los que constituyen la junta son de A.P.» —el partido derechista— «y están dedicados únicamente al problema político del momento». Lo que deja estupefacto a Isidoro es la extraña lista que apoyan: «Todos los católicos y en especial el clero, haciendo propaganda de la candidatura de un masón. Ha sido un caso verdaderamente bochornoso. [...] Como la mayor parte de los que integran la junta de Acción Católica son los dirigentes del partido de A.P., resulta que han sido los mayores propagandistas de dicha candidatura».

En las elecciones, las derechas y el centro triunfan arrolladoramente: 200 diputados derechistas, 160 centristas, 104 radicales, 60 socialistas, varios de otras formaciones...y un comunista, el primero en la historia de España. Se trata del candidato Cayetano Bolívar, elegido ¡en Málaga!, ciudad que algunos comienzan a llamar «la Moscú española».

Los extremistas de izquierdas, anonadados por su fracaso, se echan a la calle para proclamar el comunismo libertario: sabotajes, huelgas, amedrentamiento de la población... Zorzano escribe: «Málaga ha sido tomada por campo de acción de los pistoleros. [...] Nunca he sentido tantos deseos de salir de aquí como ahora. [...] Sigo cumpliendo las normas» de piedad acostumbradas, «y comulgando diariamente».