Noticias de otros países

Francisco Ponz. MI ENCUENTRO CON EL FUNDADOR DEL OPUS DEI. Madrid, 1939-1944

Las noticias de quienes por motivo de estudios o trabajo salían de España se recibían en Diego de León con gran alegría. Eran años de guerra mundial, con indudables riesgos para los viajeros y dificultades de comunicación. El Padre, que confiaba mucho en sus hijos, se llenaba de contento con sus cartas, telegramas, o muy raramente llamadas telefónicas, y se apresuraba a transmitirnos lo que contaban. Recuerdo que José Luis Múzquiz pasó un tiempo en Portugal en 1941. En el verano de 1942, Juan Jiménez Vargas y yo fuimos a pasar un par de meses a Zurich, y Javier Silió viajó a Grenoble. También José María González Barredo pasó un tiempo por Alemania, Suiza, Austria e Italia, viaje que contó a su regreso en una tertulia hacia el 10 de septiembre. A mediados de octubre salí yo de nuevo para Suiza, esta vez para pasar cerca de cinco meses en Friburgo. En el verano de 1943, Juan Jiménez Vargas y Rafael Calvo estuvieron en Suiza. En el de 1944 vivieron unos meses en Portugal Laureano López Rodó y Ángel López Amo.

Esos viajes fuera de España no implicaban el inicio de la expansión de la Obra por Europa, que debería esperar al término de la guerra mundial. Pero la presencia de miembros del Opus Dei en esos países, además de servir a la finalidad profesional específica que los motivaba, mejoraba el conocimiento de los idiomas y sembraba oraciones, relaciones personales y esperanzas para cuando se pudiera comenzar.

Más importancia tuvo para el Padre y para el Opus Dei la estancia de José Orlandis y Salvador Canals en Roma. Aunque estaba también motivada por sus estudios, permitió establecer relaciones y amistades con eclesiásticos de la Curia romana. Llegaron allí el 1 de noviembre de 1942. Una semana más tarde tuvo lugar el desembarco americano en el Norte de África, de tanta trascendencia para el curso de la guerra. Las dificultades de comunicación con España crecieron, pero, de un modo u otro, llegaban a Madrid noticias suyas. El día de la Purificación de Nuestra Señora de 1943, Álvaro, por encargo del Padre, entró feliz en el comedor del Centro de Estudios con una fotografía de los dos "romanos" junto a José María González Barredo en las calles de Roma, y un recorte de L'Osservatore Romano que refería la Audiencia Pontificia del Papa Pío XII a los dos miembros de la Obra, que había tenido lugar el 15 de enero anterior. Por la noche, el propio Padre amplió la información dando detalles de esa audiencia, primera de carácter privado que el Papa concedía a miembros del Opus Dei. Desde marzo, acompañó a los romanos unos meses Paco Botella, que trabajó junto a los profesores Fantappiè y Severi, prestigiosos matemáticos.

Del 25 de mayo al 21 de junio de 1943, Álvaro estuvo también en Roma para iniciar en la Santa Sede las gestiones para obtener la autorización -el nihil obstat- de la erección de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Roma sufrió el primer bombardeo de la aviación aliada el 19 de julio, y al día siguiente José Orlandis informó por cable que estaban bien, lo que alegró mucho al Padre. Esa acción militar aérea fue motivo de anulación de muchas reservas en los vuelos a Roma, lo que hizo posible a Juan Jiménez Vargas, que desde primeros de ese mes no conseguía plaza, viajar el 21 a la capital de la cristiandad con noticias del Padre, y continuar luego a Zurich. Tras la caída de Mussolini, las tropas alemanas ocuparon Roma durante nueve meses y se interrumpieron las comunicaciones con España. No obstante, el 17 de septiembre nos hizo saber otro telegrama que seguían bien. Y en octubre llegó a España la importante noticia de la concesión del nihil obstat de la Santa Sede.

Al aproximarse los ejércitos aliados a la Ciudad Eterna, se hicieron más frecuentes los bombardeos. Recuerdo que a mediados de febrero, ya de 1944, el Padre nos hacía participar de su dolor por los daños personales y por las destrucciones materiales que se podían producir. Hacia el 19 de abril recibió una carta con buenas noticias de los de Roma. Y al ser ocupada la ciudad por los aliados, telegrafiaron de nuevo el 5 de junio. Desde entonces, las noticias llegaron con mayor frecuencia, aunque persistían las dificultades. El Padre nos habló muy satisfecho el 22 de julio de otro telegrama que daba cuenta de los buenos resultados obtenidos por nuestros dos romanos en sus exámenes en los Ateneos Pontificios. Al año siguiente, ya en agosto de 1945, en los días en que terminaba la guerra en Europa, Pío XII les concedió una nueva audiencia, y meses más tarde, en el otoño, regresaron a España.