La División Azul

Francisco Ponz. MI ENCUENTRO CON EL FUNDADOR DEL OPUS DEI. Madrid, 1939-1944

Los periódicos y las radios suministraban abundantes noticias sobre la guerra mundial, que eran objeto de comentarios entre los residentes. Se apreciaba alguna inquietud ante los riesgos de que España pudiera verse arrastrada a la conflagración bélica. La inicial declaración de neutralidad española había sido sustituida por otra de no beligerancia. En el otoño de 1940, los riesgos de entrar en el conflicto fueron sin duda muy grandes, en particular por el interés de Hitler de dominar el estrecho de Gibraltar mediante la llamada "operación Félix", que en enero siguiente quedó aplazada.

En 1940 fue creada la Milicia Universitaria para que los estudiantes universitarios pudieran hacer el servicio militar con escasa interferencia en sus estudios. Me inscribí en ella, como otros que estaban en mis condiciones, para que si tenía que volver a incorporarme a filas, hacerlo como oficial. Eso me supuso acudir alguna mañana a la Ciudad Universitaria para hacer la instrucción, y participar en algún desfile vistiendo el uniforme gris difumino, inicial de esas Milicias.

Avanzada la primavera de 1941, se produjo la ruptura de relaciones entre Alemania y la Unión Soviética. Al comenzar la penetración de las divisiones alemanas en territorio de dominio soviético el 21 de junio de 1941, España quedó sin la importante baza política, válida hasta entonces para no entrar en la guerra, de no querer ser aliada de la Unión Soviética. Franco reaccionó reforzando el color falangista de su Gobierno y creando la División Azul, formada por voluntarios españoles que acudirían a luchar contra Rusia junto a las divisiones alemanas. A lo largo del verano de 1941 tuvieron lugar los grandes avances de Alemania en el frente del Este y en el Norte de África. Ante estos éxitos, algunos sectores políticos del país intensificaron su presión para que España interviniera del todo en favor de Hitler.

El Fundador del Opus Dei percibió bien el peligro. Si España entraba en el conflicto mundial, el país -muy castigado por la reciente guerra civil- sufriría un nuevo, duro y tremendo estrago; sería también causa de una nueva dispersión de sus hijos, casi todos en edad militar. Por eso, rezó -y nos movió a todos a rezar- para que aquello no se produjera. Por ese tiempo, se acusaba al Opus Dei ante algunas embajadas de Madrid de que sus miembros eran aliadófilos, mientras se decía en otras que eran germanófilos. En los ambientes políticos y universitarios de Madrid se fomentó, sobre todo entre los oficiales provisionales de la guerra civil, la inscripción voluntaria en la División Azul. Algunos del Opus Dei se inscribieron y otros no. Yo, que no había pasado de soldado, no me inscribí. El Padre, a pesar de que esa inscripción podía entorpecer la labor de la Obra, respetó la libertad de sus hijos. Como hubo bastantes más voluntarios inscritos que plazas disponibles, se eligió por sorteo a los que se podrían incorporar a la División Azul. La oración resultó eficaz y ninguno del Opus Dei resultó elegido.

De esos tiempos de guerra mundial nació una petición llena de fe y confianza en Dios -tomada del Salmo 26-, que por iniciativa del Padre recitamos a diario los miembros del Opus Dei: "El Señor es mi luz y mi salvación: ¿a quién temeré?; si vienen contra mí ejércitos, no temerá mi corazón; si contra mí se levanta guerra, en eso mismo pondré mi esperanza".