La expansión del Opus Dei en España. Madrid

Francisco Ponz. MI ENCUENTRO CON EL FUNDADOR DEL OPUS DEI. Madrid, 1939-1944

Ya en los meses anteriores al estallido de la guerra civil, el Padre había preparado la instalación de una residencia de estudiantes en Valencia, similar a la de Ferraz, para octubre de ese año 1936, y, a continuación, el comienzo de la labor de la Obra en París. Esos planes se vieron truncados por la guerra española primero y por la mundial después. El Opus Dei, como un muelle que durante la guerra civil hubiera estado comprimido, acumulando energía espiritual, que con la gracia de Dios se expandía y desbordaba por todas las regiones de España. En marzo de 1940, el Padre nos escribió a sus hijos: "En estos años del comienzo, me lleno de profunda gratitud hacia Dios. Y al mismo tiempo pienso, hijos míos, en lo mucho que nos queda por recorrer hasta sembrar en todas las naciones, por toda la tierra, en todos los órdenes de la actividad humana, esta semilla católica y universal que ha venido a esparcir el Opus Dei". Hacia el final del verano, aquella docena con que contaba el Padre al término de nuestra guerra se había multiplicado al menos cuatro o cinco veces.

Durante el curso 1939-40, toda la labor con estudiantes de Madrid se realizaba en la residencia de Jenner y desde ella. Las peticiones de admisión en la Obra llegaron primero poco a poco: Fernando Valenciano en diciembre, José Luis Múzquiz en enero; pero a partir de febrero las envió el Señor en abundancia: Fernando Delapuente y yo en febrero, Juan Antonio Galarraga y Justo Martí en marzo, Jesús Larralde en abril, Salvador Canals, Alberto Ullastres y Gonzalo Ortiz de Zárate en mayo y, ya en el verano, Álvaro Del Amo, José Antonio Sabater y Adolfo Rodríguez Vidal.A quienes deseaban ser admitidos no se les mostraba un camino fácil: el Padre insistía en que se les expusieran con claridad las fuertes exigencias de la llamada de Dios a la Obra. No dejaba a nadie pedir la admisión sin percatarse antes de que reunía las condiciones necesarias, conocía bien esas exigencias y que su decisión era libre y firme. A veces hacía esperar a algunos más o menos tiempo; en algunos casos, les encauzaba hacia alguna vocación religiosa; los había también que, al invitarles a que se plantearan la entrega, respondían negativamente.

Con el crecimiento de la labor en Madrid, la residencia de Jenner resultó pronto insuficiente, por lo que el Padre vio necesario encontrar locales para nuevos centros. Se precisaba un lugar para la sede central del Opus Dei, con una residencia de estudiantes apropiada para la formación de los que se incorporaban a la Obra; y otro en el que vivieran los que habían terminado sus estudios y desarrollaban una actividad profesional. Jenner continuaría con su función propia de residencia universitaria. Recorrimos las áreas de Madrid que parecían más adecuadas y se encontró una vivienda en la calle de Martínez Campos 15 -para el centro de los mayores- y un palacete en la calle de Diego de León, esquina con la de Lagasca, para sede central y residencia de estudiantes.