Termina una guerra y empieza otra

Francisco Ponz. MI ENCUENTRO CON EL FUNDADOR DEL OPUS DEI. Madrid, 1939-1944

Me compré el diccionario Liliput y salí a primeros de junio de 1938 al frente de guerra de Lérida, ya en la línea del Segre y del Noguera Pallaresa. Después de diversas andanzas con el Cuerpo de Ejército de Aragón llegamos a la zona pirenaica de Nuria en febrero de 1939. Terminé la contienda en Torremocha y Cuenca. Durante ese tiempo, casi un año entero, escribí alguna vez a José María Albareda, no recuerdo si a Burgos o a Vitoria, y estudié muy poco alemán. En momentos de peligro -recuerdo las guardias nocturnas en puestos avanzados de la cabeza de puente de Balaguer- sentí muy viva la presencia de Dios, pero yo seguía teniendo una vida de piedad que se reducía a poco más que procurar oír misa y comulgar los domingos en que disponíamos de capellán.

Terminada la guerra, seguí unos meses de soldado en Zaragoza y Jaca hasta que obtuve permiso para estudiar y presentarme a los exámenes de Agrónomos al final del verano de 1939. La interrupción de los estudios universitarios durante los tres años académicos anteriores se trató de compensar, en parte, mediante la concesión de permisos automáticos a los estudiantes que quisieran presentarse a exámenes en una convocatoria especial a finales de agosto y primeros de septiembre. Además, se dio la posibilidad de hacer durante el año 1939-40 dos cursos en régimen intensivo, uno entre septiembre y febrero y otro entre finales de febrero y julio. En la primera convocatoria de la postguerra, conseguí aprobar todo lo pendiente de junio de 1936, con lo que me quedaron para completar el ingreso los dos grupos de Matemáticas, lo más difícil.

La paz alcanzada de modo tan sangriento en España se vio enseguida amenazada por el comienzo de la II Guerra Mundial, que estalló a primeros de septiembre de 1939. Aunque España se apresuró a declarar su neutralidad, los riesgos de quedar envuelta en el conflicto fueron en adelante continuos.