b) Apostolado y testimonio

“La santificación del trabajo. El trabajo en la historia de la espiritualidad”. Libro escrito por el teólogo José Luis Illanes. Décima Edición revisada y actualizada.

„No hacemos nuestro apostolado. En ese caso, ¿qué podríamos decir? Hacemos -porque Dios lo quiere, porque así nos lo ha mandado: ‘id por todo el mundo y predicad el evangelio’ (Mc 16,15)- el apostolado de Cristo (...). ¿Y cómo cumpliremos ese apostolado? Antes que nada, con el ejemplo, viviendo de acuerdo con la Voluntad del Padre, como Jesucristo, con su vida y sus enseñanzas, nos ha revelado“ (175). Estamos ante otra enseñanza capital del Fundador del Opus Dei, a la que hizo referencia el ya citado decreto de aprobación definitiva del Opus Dei por parte de la Santa Sede: los miembros del Opus Dei -afirma ese texto- ejercen su labor apostólica y contribuyen a la obra de la redención „por medio del ejemplo, que, al esforzarse por actuar esmeradamente siempre y en todo lugar, dan a sus conciudadanos, a sus colegas y a sus compañeros de trabajo, en la vida familiar, civil y profesional“ (176).

En Camino , esa misma realidad es expresada de forma gráfica, acudiendo a la vez a un pasaje clave del Evangelio de San Lucas: „ Nonne cor nostrum ardens erat in nobis, dum loqueretur in via? -¿Acaso nuestro corazón no ardía en nosotros cuando nos hablaba en el camino? Estas palabras de los discípulos de Emaús debían salir espontáneas, si eres apóstol, de labios de tus companeros de profesión, después de encontrarte a ti en el camino de su vida“ (177). En una homilía que, al ser publicada, recibió el sugestivo título de „Cristo presente en los cristianos“, después de aludir a la pluralidad de vocaciones en la Iglesia, y refiriéndose, ya en concreto, a aquellos a quienes Dios quiere en medio del mundo, en las ocupaciones terrenas, comenta, en ese mismo sentido: „Deben estos cristianos llevar a Cristo a todos los ámbitos donde se desarrollan las tareas humanas: a la fábrica, al laboratorio, al trabajo de la tierra, al taller del artesano, a las calles de las grandes ciudades y a los senderos de montaña (...). Cada cristiano debe hacer presente a Cristo entre los hombres; debe obrar de tal manera que quienes le traten perciban el bonus odor Christi (2 Co 2,15), el buen olor de Cristo; debe actuar de modo que, a través de las acciones del discípulo, pueda descubrirse el rostro del Maestro“ (178).

Los textos que acabamos de reproducir son suficientes para poner de manifiesto la importancia que el ejemplo y el testimonio tienen en la visión del apostolado que nos ofrece el Fundador del Opus Dei. Antes de pasar adelante y de considerar el trasfondo y el alcance de esas afirmaciones conviene que nos detengamos para subrayar algo ya implícito en los párrafos citados, pero que no podemos por menos de destacar teniendo en cuenta el tema que en esta obra nos ocupa: el lugar central que, en ese testimonio, ocupa el trabajo. Y ello tanto si entendemos el trabajo en sentido amplio, es decir, en cuanto tarea y oficio que implica todo un conjunto de relaciones y deberes que de esa tarea derivan, e identificándolo, por tanto, con un porcentaje muy elevado del vivir ordinario; como si lo tomamos en sentido más estricto, o sea, en cuanto realización de una específica tarea profesional. En todo caso, es claro que la profesión, el oficio, es definitorio para el cristiano corriente y todo comportamiento que no esté, en él, acompañado de hondura y seriedad profesionales sonará a falso y vacío.

"Te apartas de tu camino de apóstol, si, con ocasión -o con excusa- de una obra de celo, dejas incumplidos los deberes del cargo. Porque me perderás el prestigio profesional, que es precisamente tu ‘anzuelo de pescador de hombres’” (179). „Hemos de evitar -comenta en una homilía- el error de considerar que el apostolado se reduce al testimonio de unas prácticas piadosas. Tú y yo somos cristianos, pero a la vez, y sin solución de continuidad, ciudadanos y trabajadores, con unas obligaciones claras que hemos de cumplir de un modo ejemplar, si de veras queremos santificarnos. Es Jesucristo el que nos apremia: ‘vosotros sois la luz del mundo (...); brille así vuestra luz delante de los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos’ (Mt 5,14-16). El trabajo profesional -sea el que sea- se convierte en un candelero que ilumina a vuestros colegas y amigos“ (180).

En los dos pasajes que preceden se perciben ecos del esfuerzo que, sobre todo en los años iniciales de su trabajo sacerdotal, tuvo que realizar el Fundador del Opus Dei para conseguir que su predicación se abriera paso frente a la concepción y la praxis del apostolado laical entonces dominante, es decir, frente a quienes entendían el apostolado como dedicación a actividades caritativas, benéficas, de propaganda católica, etc., realizadas al margen -cuando no en contraposición- con la actividad secular y profesional que cada persona desarrollaba (181). Lo que el Beato Josemaría Escrivá afirmaba entonces, y continuó afirmando a lo largo de toda su vida, es que el apostolado no se reduce a esas u otras tareas tipificadas y, más radicalmente, que no se sitúa en las fronteras o límites del vivir ordinario, sino en su centro. Y lo afirmaba en virtud de esa honda percepción del poder unificante que la fe y la caridad poseen respecto al conjunto del existir, que caracterizó su pensamiento y su labor (182).

Todo se inicia -viene a decirnos- en el núcleo mismo del alma, en el momento en que el cristiano advierte la riqueza, la hondura, la radicalidad -y, por tanto, la exigencia- del amor de Dios. „-Tu apostolado -leemos en Camino - debe ser una superabundancia de tu vida ‘para adentro’“ (183). De esa vida para adentro, de esa conciencia de la cercanía amorosa de Dios y del trato con Él, nace espontánea y necesariamente la llamada a refrendar la fe con las obras, la decisión de cumplir la voluntad divina, el deseo de amar por encima de la propia flaqueza, el esfuerzo por dominar y vencer los personales defectos, la perseverancia y la prontitud en recomenzar después de las eventuales caídas, la alegría, así como el impulso a dar a conocer a quienes nos rodean el amor divino, y a Dios mismo. Todo eso -el cristiano vive entre hombres- implica ejemplo, testimonio. Un testimonio no buscado, y en ocasiones ni siquiera querido, pero inseparable del vivir. Un testimonio de trabajo bien hecho, de cumplimiento de los deberes del propio estado, de amistad sincera, de sensibilidad social, de práctica de las virtudes humanas y divinas. Un testimonio de cuño secular y laical, sin ostentación, siendo, entre los otros ciudadanos, uno más, sin singularidades, sin la pretensión de ser tenido por mejor que los otros, obrando con sinceridad, con sencillez, con conciencia de los propios defectos y esforzándose por superarlos. Un testimonio, en suma, sin espectáculo, con la naturalidad propia del acontecer diario, pero real y verdadero. Y ese testimonio sencillo, que nace de la vida, provoca, como apuntan los textos ya citados, el diálogo con los otros, la conversación sobre las fuentes del vivir: en suma -y asi se cierra el círculo-, el apostolado como palabra que anuncia a Cristo.

Notas

175 Amigos de Dios , nn. 267-268.

176 Decreto Primum inter , del 16-VI-1950: „Omnes et singuli exemplo, quo semper et ubique inter cives, inter collegas, inter laboris socios, domi, in via, in officio, optimos sese exhibere conantur... Ecclesiae regnique caelestis actuosi ac indefessi operarii sunt”.

177 Camino , n. 917; un pasaje paralelo en Es Cristo que pasa , n. 122.

178 Es Cristo que pasa , n. 105. El texto en el que San Pablo describe al cristiano como bonus odor Christi fue citado con frecuencia por el Beato Josemaría; ver, además de la frase reproducida en el texto: Camino , n. 842 ( Consideraciones espirituales , p. 80): Es Cristo que pasa , nn. 36 y 156; Amigos de Dios , n. 271.

179 Camino , n. 372; el punto inmediatamente anterior, el 371, expresa la misma idea, pero en términos no exhortati\os, sino críticos: „Cuando bullen, „haciendo cabeza“ de manifestaciones exteriores de religiosidad, personas profesionalmente mal conceptuadas, de seguro que sentís ganas de decirles al oído: ¡Por favor, tengan la bondad de ser menos católicos!“.

180 Amigos de Dios , n. 61.

181 Cfr. P. RODRIGUEZ, Vócación, trabajo, contemplación , cit., pp. 197-211; ver también L. ALONSO, La vocación apostólica del cristiano en la ensenanza de Mons. Escrivá de Balaguer , cit., pp. 251-252.

182 Así lo afirmó reiteradas veces no solo en referencia al trabajo, del que aquí nos ocupamos, sino también a otras realidades humanas: la amistad, las relaciones sociales, la familia, etc. Respecto a la amistad, ver algunos de los textos que citamos a continuación; sobre la vida familiar, ver Es Cristo que pasa , n. 27ss. y Conversaciones , nn. 89, 91, 92 y 96.

183 Camino , n. 961 (con una redacción algo distinta, Consideraciones espirituales , p. 98).

Jose Luis Illanes