Una propuesta radical a los jóvenes

Dos discursos ha dirigido el Papa el día de su llegada. El primero de ellos se dirigía a España. Saludos, agradecimientos y dar razón de su venida: «Vengo a encontrarme con millares de jóvenes de todo el mundo, católicos, interesados por Cristo o en busca de la verdad que dé sentido genuino a su existencia». Y el carácter de su visita: «Llego como Sucesor de Pedro para confirmar a todos en la fe, viviendo unos días de intensa actividad pastoral para anunciar que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida». 

Si el primero era un discurso hacia fuera, el segundo ha sido hacia dentro: a quienes se dirige en la bienvenida en Cibeles, que mayoritariamente comparten la fe en Jesucristo. Por eso es un discurso sin excesivo contenido para el de fuera, pero de enorme exigencia para los presentes. Les ha dicho, con claridad, que escuchen a Jesucristo. No es la primera vez que habrán oído esta exhortación. Pero el Papa insiste y da pautas: «Las [palabras] de Jesús han de llegar al corazón, arraigar en él y fraguar toda la vida… Escuchad de verdad las palabras del Señor para que sean en vosotros 'espíritu y vida'… Hacedlo cada día con frecuencia, como se hace con el único Amigo que no defrauda… Aprovechad estos días para conocer mejor a Cristo…». 

Este modo de escuchar tendrá unas consecuencias en la propia vida, unas pautas de conducta que nos asemejan a la persona de Cristo: «Siendo pobres de espíritu, hambrientos de justicia, misericordiosos, limpios de corazón, amantes de la paz», la sabiduría de su palabra «guiará vuestros pasos, nada os hará temblar y en vuestro corazón reinará la paz». 

Benedicto XVI es consciente de que está proponiendo un estilo de vida distinto. Ésta es otra consecuencia de escuchar la palabra de Jesús: pide a los jóvenes que sus vidas proyecten «la luz de Cristo sobre vuestros coetáneos y la Humanidad, mostrando una alternativa válida…». El Papa está haciendo la propuesta radical a los jóvenes: construir la vida sobre la escucha de la palabra de Jesús es construirla sobre roca; la alternativa de construir la vida sobre el propio yo es edificarla sobre arena, «conduce a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios». Era de esperar esta referencia en un pensador que sabe que la libertad es la clave de la modernidad: propone una libertad con Dios, «precisamente para que seamos protagonistas… Dios quiere un interlocutor responsable, alguien que pueda dialogar con él». 

Y concluye: «Vuestra alegría contagiará a los demás. Se preguntarán por el secreto de vuestra vida y descubrirán que la roca que sostiene todo el edificio y sobre la que se asienta toda vuestra existencia es la persona misma de Cristo, vuestro amigo, hermano y Señor, el Hijo de Dios hecho hombre». 

José Pedro Manglano es sacerdote y autor de Nadar contra corriente. El Papa más sincero y más íntimo.

José Pedro Manglano // Orbyt (El Mundo)