Ese crucifijo has de ser tú

Cuando Herrero Fontana vio la cruz que san Josemaría había puesto en la Academia DYA de Madrid, en la calle Luchana, en la pequeña habitación donde recibía a los estudiantes, le comentó: “Falta el crucifijo”. Y ha meditado durante toda su vida las palabras de respuesta que le dio el Fundador.

San Josemaría escribió en este sentido en el nº 1102 del Cuaderno VII de sus Apuntes íntimos el día 5-I-1934 [1]: «Cuando veáis una pobre Cruz de palo, sola, despreciable y sin valor... y sin Crucifijo, no olvidéis que es vuestra Cruz, la de cada día, la escondida, sin brillo y sin consuelo..., que está esperando el Crucifijo que le falta: y ese Crucifijo has de ser tú».

Casi dos años después, el 3 de octubre de 1935, escribía en sus Apuntes: «Ya en Ferraz, cuando no había ni una silla en el oratorio, ni podíamos soñar con que Jesús hiciera allí su Betania, me apresuré a hacer que se pusiera en la pared del oratorio (!) nuestra Cruz de palo. Y es que esa Cruz simboliza la vida del apóstol de Cristo, con un vigor y una verdad, que encantan» [2].

Volver a San Josemaría durante los años 30


(1) Camino, 178.

(2)Apuntes íntimos, nº 1285s, 3-X-1935.