Fray Alonso de Orozco y Josemaría Escrivá: dos santos en Santa Isabel

Ambos desarrollaron su tarea sacerdotal en Madrid. Fray Alonso de Orozco en el siglo XVI y Josemaría Escrivá en el XX. Ahora, en el mismo año, la Iglesia declara oficialmente su santidad.

Fray Alonso de Orozco

Aunque vivieron en diferentes épocas y difundieron distintos mensajes espirituales, los beatos Fray Alonso de Orozco y Josemaría Escrivá cruzaron sus biografías en un convento del barrio de Atocha: Santa Isabel.

Fundado en 1589 por Fray Alonso de Orozco (1500-1591) para las religiosas agustinas recoletas, el convento acogió además un colegio para niñas. Fue una de las muchas iniciativas que emprendió Fray Alonso en Madrid, donde trabajó intensamente hasta su fallecimiento. Oyen predicar al agustino tanto Carlos V y Felipe II como las personas más humildes de la ciudad. Sencillo, buen predicador, de una fecundidad literaria admirable, sembró la capital española de oraciones y obras de caridad.

Cuatro centurias más tarde

Siglo XX. A comienzos de los años 30, las religiosas continuaban en Santa Isabel, pese a las dificultades provocadas por la tensa situación social que atravesaba entonces España.

En 1931, Josemaría Escrivá tuvo noticia de que las religiosas del convento no contaban con un capellán. El ambiente anticlerical que se había extendido por la capital española dificultaba el trabajo de los sacerdotes. "Estos días -escribe Josemaría Escrivá en sus 'Apuntes'- las monjitas de Santa Isabel (...) tratan de conseguir mi nombramiento como Capellán de aquella Santa Casa". Al fin, el 21 de septiembre, anota con alegría: "Día de San Mateo - 1931: He celebrado por vez primera la Santa Misa en Santa Isabel. Para toda la gloria de Dios".

Santa Isabel y el Opus Dei

Allí permanecería, primero como capellán y después como Rector mayor, desde 1931 hasta 1946. Eran aquellos los primeros años del Opus Dei, que había fundado en octubre de 1928.

En el convento que impulsara el agustino toledano, Josemaría Escrivá tuvo momentos de especial intimidad con Dios. Sus apuntes personales revelan algunos de esos momentos: "Hoy, después de dar la sagrada Comunión a las monjas, antes de la santa Misa, le dije a Jesús lo que tantas y tantas veces le digo de día y de noche: [...] 'te amo más que éstas'. Inmediatamente, entendí sin palabras: 'obras son amores y no buenas razones'. Al momento vi con claridad lo poco generoso que soy, viniendo a mi memoria muchos detalles, insospechados, a los que no daba importancia, que me hicieron comprender con mucho relieve esa falta de generosidad mía. ¡Oh, Jesús! Ayúdame, para que tu borrico sea ampliamente generoso".

"¡No he visto Jesús más guapo!"

Las religiosas que actualmente residen en el monasterio madrileño conservan un recuerdo especial de la relación entre el Fundador del Opus Dei y un Niño Jesús, que hoy se llama "del beato Josemaría": "Al salir de la clausura, en la portería, me han enseñado un Niño, que era un Sol. ¡No he visto Jesús más guapo! Encantador: lo desnudaron: está con los bracitos cruzados sobre el pecho y los ojos entreabiertos. Hermoso".

Aún conservan las monjas de Santa Isabel esa imagen. Así recuerdan en una estampa del Niño, editada por las religiosas, su relación con el beato Josemaría: "Muy viva se conserva aún entre las religiosas contemplativas la memoria de aquel joven sacerdote amantísimo de la Eucaristía y muy dado a la oración.

"Y cultivan el recuerdo de algún lance singular habido entre el padre Escrivá y el Divino Niño. Se cree que de él recibió alguna gracia muy extraordinaria. El padre se llevaba con frecuencia a su habitación la ya célebre imagen, con permiso de la Priora. Y al devolverla se manifestaba conmovido y jubiloso. Por entonces ardía en fervores místicos, y escribió el libro 'Camino' con el título de 'Consideraciones Espirituales', así como su tratadito 'Santo Rosario'".